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“La pandemia nos iguala a todos pero no todos tenemos igualdad de condiciones”

Martín Bustamante transita los últimos días de su condena en el penal de Suárez. Cuando se declaró la cuarentena obligatoria, por el avance de la pandemia del COVID-19, tenía salidas transitorias, que le permitían pasar tres días fuera del penal, donde cursaba la carrera de sociología. También daba talleres de literatura hasta que fueron suspendidas todas las actividades. Hoy busca seguir con sus talleres de la única forma que permite la cuarentena: de manera virtual. ¿Cómo es el encierro en el encierro?

Hace seis años y medio que Martin tenía el beneficio de las salidas transitorias hasta que lo perdió por la cuarentena obligatoria. Sus salidas jamás se habían interrumpido hasta ese momento. «El Negro» daba un taller de poesía en el CUSAM (Centro Universitario que la Universidad de San Martín instaló en el penal), para los internos. Y, cuando salía,  otros dos extramuros: de narración oral, en el campus de la UNSAM, y de poesía, en el Barrio Padre Mugica (ex Villa 31), en el marco del proyecto Scholas. De esta manera iba afianzándose en su tarea como docente y escritor.

También, en sus salidas de tres días, daba charlas contando su experiencia para que sus vivencias puedan ayudar a otros. Cada tanto hacia presentaciones de sus dos libros editados («El personaje de mi barrio» y «Agua quemada») intentando abrirse paso en la sociedad, sin más armas en la mano que la pluma y la palabra. Con eso pudo generarse un pequeño ingreso, con el cual logró alquilar un lugar para vivir cuando salía de la cárcel cada semana.

El ahora escritor y poeta, fue condenado a 16 años de prisión por robo calificado. Se debería ir, con su pena cumplida, el 2 de junio. Sin embargo aún no tiene certezas de que pasará con su libertad.  Al perder sus salidas, siente que «es como volver a quedar detenido: la cabeza te estalla. Salía los viernes al mediodía y volvía los lunes a la tarde».

Sus condiciones de encierro cambiaron. Ya no está en los pabellones, sino que hace un mes que está en «las casitas», que es un régimen abierto dentro de la Unidad 48. Allí conviven  entre seis y ocho personas en cada una de las seis casas que posee el penal, en un predio separado de los pabellones. Cada una cuenta con dos habitaciones, cocina-comedor y baño. La puerta está abierta de día y de noche, y pueden estar dentro de los límites que fija el alambrado, donde también hay una garita con oficiales que los controlan.

Fotografía: Evelyn Schonfeld

El día que se cumplió un mes, desde que el gobierno decretó el aislamiento social preventivo y obligatorio, se conoció el primer caso positivo de COVID-19 de un detenido en una cárcel bonaerense. El paciente es un interno de 49 años alojado en la Unidad 42 de Florencio Varela.

Martín confiesa sentirse muy extraño porque no está «ni preso ni en libertad» porque cambió completamente su situación. Lo bueno es que donde esta no hay conflictos entre reclusos, ya que todos están cumpliendo con sus últimos días de condena. Todos trabajan haciendo alguna tarea en el Complejo Penitenciario. Tampoco sufre la represión de los penitenciarios: «acá estas en el country», bromea el escritor.

El Servicio Penitenciario Bonaerense enfrenta la mayor sobrepoblación de su historia. Hay unos 49.000 presos, cuando la capacidad es para 22.000 o 24.000, según cómo se mida. A pesar del chiste, Bustamante sabe que las cosas se pueden poner muy oscuras para los que están privados de su libertad: «la sensación es de miedo, temor a que el bicho entre acá y empiece a hacer un desastre. Sabemos muy bien que dentro de los establecimientos carcelarios estamos condenados a pena de muerte si el virus entra. La tenemos recontra clara. Sabés que si tu familia se enferma, por ahí no la vez más. Lo que pedimos es que, a las personas que pueden acceder al beneficio de la excarcelación o prisión domiciliaria, se les otorgue. No pedimos nada extraordinario, solamente que los jueces se ajusten al Derecho. Es gente que está en condiciones de salir, no le están regalando nada. Acá, por decirlo de alguna manera, estamos preparados para una muerte violenta. Esto se te cola en el cuerpo y te mata. Es muy difícil de asumir. Es un grado de incertidumbre que no se puede comparar. La ansiedad te desborda todo el tiempo».

La discusión sobre la liberación de presos evita hacerse la pregunta sobre cómo garantizamos el acceso a la salud de las personas privadas de su libertad. ¿Cómo pueden transitar hoy la enfermedad, en caso de contraer el virus, si están viviendo ocho personas en una celda para tres y con cuatro colchones? Otro agravante es la existencia de un número importante de personas detenidas que presentan enfermedades preexistentes y son considerados factores de riesgo.

La Cámara Federal de Casación Penal, el máximo tribunal penal del país, el 14 de abril, recomendó a los tribunales federales y nacionales que otorguen prisión domiciliaria, con monitoreo electrónico, a los presos en prisión preventiva por delitos no violentos, condenados a penas de menos de tres años, que estén en condiciones de tener salidas transitorias, mujeres embarazadas y miembros de los grupos de riesgo a raíz del Coronavirus.

Ángela Ledesma, presidenta de Casación, expresó a los medios: «Los problemas de sobrepoblación y hacinamiento en las cárceles son anteriores, pero esta pandemia nos obliga a prestar mayor atención. Los jueces deben analizar los casos de mayor vulnerabilidad y priorizar las prisiones domiciliarias u otorgar la libertad para los que tengan penas bajas que estén por cumplirse».

Martín Bustamante se encuentra dentro de ese grupo, pero aún no tuvo novedades de su situación. Cada día se levanta con la esperanza de que lo vengan a buscar para irse, definitivamente, del lugar en el que se convirtió, a través de la educación, en docente y escritor. Su ansiedad esta «por las nubes», por eso intenta escribir todos los días para que el tiempo no le juegue en contra. A veces le cuesta mucho y «la cabeza se te va para cualquier lado. Hay veces que escribo todo el día y al final lo leo y me parece una cagada, pero algo rescato, algún verso, algún concepto. Uno a veces quiere decir una cosa y el texto te lleva a otro lado. Entonces reescribís o corregís y así se pasa el día».

A través de la poesía, Martín expresa el tiempo que le toca vivir: «Los rasgos de la naturaleza castigan al mundo / Encierra al ser que la transformó en su beneficio / Lo obliga a repensar y muestra el caos / en su último peldaño / Vacías calles descascaran la piel del miserable / El hedor desgasta sus ojos en la soberbia /  Bajo el mirar agudo de pájaros que trinan / La línea de un horizonte / Esperan que el enigma / Empiece a parir preguntas.«

Poesía para la libertad

Fotografía: Evelyn Schonfeld

Esperar todos los días que llegue el papel que le otorgue la libertad, a Martín Bustamante, lo tiene expectante: «la verdad es que camino por las paredes, yo, que estoy acostumbrado. Me imagino cómo está la gente, que no está acostumbrada. Eso es algo a favor nuestro quizá, que conocemos el encierro. Acá lo que más resaltan son los humores. Un día estas bien y otro muy mal. Un día estas más o menos y se te pasa rápido y otro día te querés matar. Es muy variado».

En las «casitas», como llaman al régimen libre, Martín siente que «es diferente, estoy libre pero dentro de la cárcel». Asegura que necesita su «libertad para poder trabajar». Como hace un tiempo permitieron el uso de celulares, «que es la única conexión que tenemos con el mundo exterior, voy a empezar a dar un taller virtual», anticipa el escritor.  

A través de las herramientas tecnológicas, el docente está buscando una nueva forma para continuar con sus talleres de poesía, «tratando de aprender cómo utilizar un nuevo dispositivo pedagógico como para poder seguir manteniéndome en el sistema. Mucho más yo, que todavía estoy en el ventiluz, ni siquiera en la puerta de entrada del sistema».

El taller esta dirigido al público libre: «todo el que quiera trabajar con su literatura y poder meterse de lleno, a tratar de encontrar esa burbuja, donde la creatividad se hace presente. No le voy a enseñar a escribir a nadie, todo el que venga al taller ya escribe. Lo que voy a tratar es de conducirlos hacia la máxima expresión del arte y que encontremos ese camino juntos. Después, sugerirles como corregirse, porque escribir es fácil, corregirse es lo bravo. Las devoluciones van a ser personalizadas. El taller tiene un costo y estoy viendo como implementar la manera para hacer los pagos».

Con respecto a la dinámica, aclara que «en principio, haré algunos videos con las consignas. La primera etapa será de cuatro clases. Me interesa que se familiaricen con la metáfora, que escribamos y hablemos en metáfora. Y después quiero que esa misma poesía, que trae la metáfora, la podamos meter en la narrativa. Voy a dar algunos disparadores y después voy a corregir personalizado. Todo por Whatsapp. Esa es la primer idea, acepto sugerencias».

En el contexto en que estamos, donde todos los cursos y talleres que están permitidos se brindan a distancia, el docente reflexiona: «la pandemia nos iguala a todos. Pero no todos tenemos igualdad de condiciones. Yo soy un dinosaurio tecnológico, voy remando en dulce de leche. Lo que sí creo que puede llegar a igualarme es que tengo un desenvolvimiento narrativo que a otros por ahí les cuesta más. Estoy buscando mi lugar en el mundo, en la sociedad. Sé que es por medio de la literatura. A ver a donde caigo parado».

El curso «Poesía para la Libertad» se dictará exclusivamente por WhatsApp, con el animo de ayudarte a trabajar tus habilidades y técnicas de poeta. Una consigna por semana, un grupo para debatir y compartir, un poeta para ayudarnos a crecer.
Docente: Martín Bustamente.
Más información e inscripción: bit.ly/PoesiaxWhatsapp

Para conocer más sobre Martín, podés:
– Conocer su charla TEDx «Saltando los Muros»: https://www.ted.com/talks/martin_bustamante_saltando_los_muros
– Ingresar a su página de Facebook: http://www.facebook.com/MartinBustamanteEscritor

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