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El fantasma tricolor

Fotografías Evelyn Shonfeld – texto Pablo G. Grande

Y un día, harto de caminar por las tierras de la orilla de la nuestra, cruzo un sendero de piedras, descubrió el estadio y entró. Como si nunca se hubiese ido, el fantasma se sentó en la tribuna a ver la ausencia de fútbol.

Deambuló por los lugares donde alguna vez se emocionó hasta las lágrimas, gritó, saltó y se abrazó, hasta perderse en la marea de almas efervescentes unidas por los colores y la pasión en un gol. El espacio vacío le daba la oportunidad de recorrer el club sin que nadie lo vea y se asuste.

“La cancha parece un desierto verde y el cielo invade el campo de juego”, piensa. Una necesidad invisible lo trajo hasta aquí. Sobre las tribunas el fantasma proyectó las imágenes de sus recuerdos. El silencio le ayudó a escuchar la música de los goles, el golpe de la pelota en la red.

Luego, la serenidad del espejismo: toda la vida entera: San Martín, el barrio, el país, ¡el mundo!… Los colores indelebles de una pasión que atraviesa la muerte, para volver otra vez, con el traje del fantasma.

Su tacto son sus ojos que recorren todos los recovecos de las instalaciones: las paredes, los bloques: negro, rojo, blanco. Perchas con camisetas invisibles, como la que usa el fantasma. La virgen se quedó sin plegarias. “¿Dónde están los que no están? ¿Hacia dónde se fueron los ausentes?”, preguntas que resuenan en el eco. La fugacidad hace de toda vivencia un fantasma. La memoria es el lugar secreto donde se almacenan los días desvanecidos. No es muda la muerte.

Un pájaro acompaña el recorrido por el túnel. Muerde con el pico algo que encuentra y se posa. “¿Me podrá ver?”, se pregunta el fantasma: “Parece libre”. De pronto un trino corto y persistente, un llamado cercano. De golpe, con un movimiento brusco, el pájaro abandonó el singular graznido y lo cambió por un sonido nostálgico, como un arpegio de milonga. El trino volvió a sonar, pero entrecortado, como un llamando sutil, para que no sea escuchado por todos, como un sonido secreto, pero directo al blanco. Quedó suspendido en el aire, esperando, quizá, que otro pájaro desde las tribunas contestara su canto. La luz al final del túnel le brinda una salida. Se escapa.

Afuera, en el desierto verde, los perros que juegan con los regadores espantan al fantasma, que traspasa la dimensión que lo trajo, deja su traje y se desvanece en la ausencia, huye hacia el lugar que dejó vacío en la memoria.

Este trabajo forma parte de la tercera edición de «Donde los pies pisan», la sección de Foto Reportajes de Zorzal Diario, en esta ocasión, haciendo un recorrido por lugares de San Martín

Evelyn Schönfeld tiene 25 años, actualmente vive en Villa Ballester. Hizo algunos cursos de fotografía, estudio foto periodismo en Eter y Diseño, Imagen y Sonido en la Escuela de Artes visuales Antonino Berni. Para ella tanto la fotografía como lo audiovisual es una forma de poder compartir, expresarse y hacer justicia social. Participó dando talleres de foto periodismo y cine en centros juveniles de San Martín y en la penitenciaria 46. Actualmente trabaja como editora de fotografía en Zorzal Diario, como comunicadora audiovisual de movimientos sociales y freelance. Estudia Fotoperiodismo en ARGRA escuela Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina.

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