por Carolina Monteleone y Delfina Pedelacq Son las nueve de la mañana del sábado y en…
Trabajadores de Reparto Unidos, la alternativa a PedidosYa
“TRU” Trabajadores de Reparto Unidos, es una de las primeras cooperativas de repartidores del país. Nació en San Martín durante la pandemia y ya son más de quince trabajadores y trabajadoras que con sus propias herramientas -motos y bicicletas- se organizaron para trabajar. Creen que “no hay un horizonte” cuando trabajas para “PedidosYa”. Hoy trabajan desde las ocho de la mañana hasta las doce de la noche, divididos en tres turnos y realizan los repartos de pedidos a más de 52 locales del distrito.
Pablo es el presidente de la cooperativa, la pandemia lo llevó a tener que trabajar como repartidor para PedidosYa cuando tuvo que dejar el local que alquilaba para su taller mecánico, porque no podía pagarlo más. “El macrismo y la pandemia me llevaron a eso”, recuerda Pablo. La precarización fue el punto de partida, lo primero que sintió, porque advirtió que desde el comienzo de la pandemia esto fue creciendo y la situación laboral, era cada vez peor. Los pagos se retrasaban, las multas por retrasos crecían y el bloqueo de la aplicación era más frecuente, dejando así a muchos y muchas sin la posibilidad de trabajar.
El pago de los envíos depende del “ranking” en el que los repartidores se posicionan, esto tiene que ver con los horarios y los días, pero sobre todo con la cantidad de horas que trabajan. Con un ranking alto, en ese momento el costo del envio eran 70 pesos. Por lo tanto y según cuentan, para que sea más o menos rentable para sostener una familia tenía que trabajar más de diez horas por día los siete días de la semana. En ese momento, participaron de algunos paros y reclamos hacia la empresa. Así se conocieron y comenzaron a organizarse: “El límite fue la injusticia que vivimos”.
Durante los días de lluvia, la plataforma PedidosYa ofrecía a sus repartidores de la zona de capital, zona oeste y zona norte, un bono adicional por cada pedido entregado. Con la excepción del distrito de San Martín: Un ejemplo de las injusticias que tuvieron que soportar. Sin entender el razonamiento de esta definición, todos los repartidores de la zona se organizaron para llevar adelante un reclamo a la empresa y se movilizaron para hacerse escuchar. “Queríamos cobrar ese plus que cobran todos los repartidores cuando la situación climática no ayuda y hay que salir igual a trabajar”.
“A la lluvia siguiente, nos dieron el bono, ahí nos dimos cuenta que la lucha, el sacrificio y la unión que habíamos generado había servido de algo. El bono surgió para todos y eso nos dio un empujón”, enfatiza Pablo.
Los comerciantes estaban en sintonía con el reclamo de los y las repartidoras. Tenían cierto malestar por las comisiones, las multas, la forma de pago y los manejos de la empresa. La iniciativa de los repartidores, de unirse y formar su propia cooperativa de reparto los entusiasmó. “Fuimos creciendo con la cámara gastronómica de la mano”, cuenta Pablo.
El primer local con el que trabajaron fue Bourbon Bar. En ese momento eran Pablo y su hijo Juan que recorrían local por local llevando la propuesta. En principio agarraban la oferta de pago que el comerciante les sugería, con el correr de los meses comenzaron a acordar precios fijos por el servicio que prestaban. Cuando consiguieron los primeros cinco locales, convocaron a sus compañeros de rubro. Un poco descreídos, se sumaron dos. Pablo cree que primero hay que convencer a los compañeros del proyecto laboral colectivo y después conseguir los locales. Hoy son dieciséis, diez trabajadores y seis trabajadoras. Se dividen en turnos de seis horas cada uno y ya cuentan con 52 locales que contrataron el servicio.
Para poder ponerse en marcha idearon un sistema de grupos en una aplicación de mensajes instantáneos que vincula los pedidos de los locales con sus repartidores. “Nos costó mucho llegar al nivel de organización que tenemos hoy: fue prueba y error”, agrega Camila, quien gestiona la llegada y asignación de los pedidos.
El vínculo con los comerciantes y las experiencias que algunos traían previamente con organizaciones sociales los acercaron a pensar que el cooperativismo era la salida. La autonomía y la posibilidad de ser sus propios jefes fue lo que los convenció. El objetivo era claro: tener su propia herramienta legal y construir así, juntos, los criterios colectivos de trabajo.
La fábrica recuperada “Disco de Oro” ubicada en San Andrés, le cedió a TRU un espacio para instalar su oficina de comando, el lugar desde donde organizan los pedidos que llegan y quiénes se encargan de cada uno. “Buscamos también que el círculo virtuoso de las cooperativas sea cada vez más grande”, dice Pablo sobre la relación que unió a los dos proyectos autogestivos de la zona.

“Nosotros venimos a profesionalizar y dar valor a nuestro trabajo», remarca Pablo y cuenta que quienes integran la cooperativa vienen organizando y gestionando cursos de capacitación de manipulación de alimentos, educación vial, atención al cliente, entre otras herramientas para hacer que su trabajo sea lo más profesional y seguro posible.
Hay una particularidad que detectaron a medida que comenzaron a funcionar: entendieron la importancia de que la plata gire en el mismo territorio. En tiempos de crisis, así se alimenta el circuito: “Quienes trabajamos somos todos de San Martín, muchos de barrios populares; los comerciantes, los vecinos y vecinas que consumen son de acá también. Ese es nuestro diferencial de las plataformas, que se llevan todo para afuera”, explica.
Su principal problemática es la publicidad y la difusión de su trabajo. “No tenemos el marketing de Rappi o PedidosYa, y eso no nos permite llegar más a la gente”. Pero entienden también que es un proceso que lleva tiempo porque se trata de tejer redes. En eso están: en los últimos meses se vincularon con otras cooperativas para hacer y plotear sus cajas de reparto, remeras y camperas.
Además de las dificultades con las que se encuentran, sueñan y tienen objetivos también a largo plazo: la conversión ecológica. Subirse todos a las bicis. “Nosotros nos fumamos todo lo tóxico del tránsito, estamos mucho más expuestos todos los días a eso por la cantidad de tiempo que pasamos en la calle”. Cuentan también que estas ideas a futuro son complejas de realizar ya que transitar en bicicleta por el distrito se dificulta, no solo por la seguridad que provee ir más rápido en moto, sino por el desmejorado estado de las calles.
Pablo, con cincuenta años, es el más grande de TRU, la más joven tiene diecinueve. Entre algunas charlas que surgen en el ámbito laboral, se habla mucho de las crisis de trabajo en el país: “Cuando a estas empresas multinacionales cómo Uber y Pedidos Ya no les sea más rentable operar acá, se van a ir. ¿Y qué va a pasar con los más de 200 mil trabajadores? Son así, se van y no les importa nada”.
Ellos creen que mientras el Estado no las regule y controle, nada va a cambiar. Saben del nivel de responsabilidad que tienen que asumir a medida que el proyecto crece, y esperan también que su iniciativa pueda replicarse en otros distritos. Mientras tanto, apuestan al crecimiento de su cooperativa y a la modalidad de trabajo autogestiva.
Pretenden que todo el municipio de San Martín sea de TRU, antes de expandirse a otros distritos. Igualmente, apuestan a concientizar a los y las trabajadoras para que la experiencia se replique. La principal vía de contacto son las redes sociales, donde se los puede encontrar como “tru_cooperativa”.
