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Año nuevo Maya: tiempo de reflexión y deseos

Entre el lunes 25 de julio y el martes 26 atravesamos el día fuera del tiempo y el año nuevo Maya, que será caracterizado por el Sello Luna Autoexistente Roja, un año que seguramente nos conecte con nuestras emociones.

Según los Mayas el día fuera del tiempo es el día extra que nos regala cada ciclo. Cada año Maya es el tiempo que tarda la tierra en dar la vuelta alrededor del sol y volver a alinearse con la estrella Sirio. El sincronario Maya calcula el tiempo a través de 13 lunas (meses) de 28 días = 364 + 1

Hubo muchos calendarios, creados por las distintas culturas para llevar la cuenta del tiempo. El que usamos es el gregoriano, que se rige sólo por el sol y tiene fines más comerciales que espirituales. En el caso de los Mayas se habla de sincronario porque es circular, espiralado. Las trece lunas están identificadas con trece constelaciones, con nombres de animales. En esta geometría sagrada se repiten el cuatro (razas, castillos), el trece (lunas, tonos, días de cada onda encantada) y el 20 (sellos).

Los sellos son arquetipos, con dibujos simples, que se repiten sucesivamente, uno por día respetando siempre el mismo orden: empieza con el dragón rojo (nutrición, femenino, inicios) y termina con el sol amarillo (lo paterno, maduración, brillo propio). Las ondas encantadas que se suceden son como si fueran semanas de 13 días, y van variando las combinaciones de sellos y tonos, los cuales se corresponden con ritmos que se pueden traducir en preguntas (tonos) y respuestas (sellos).

El 25 de julio es un día verde, portal galáctico. Para esta cultura milenaria es recomendable llegar a este día con una evaluación hecha, en proceso. Los Mayas solían hacer limpiezas físicas y espirituales, del cuerpo exterior (la casa) y de la casa interior (el cuerpo, con ayunos y tisanas).

El cierre del año de la semilla eléctrica amarilla

Las últimas semanas estuvimos atravesando la luna de la tortuga, porque en el cenit, arriba de todo en el cielo se ubica el caparazón de este animal (que rodea a las estrellas que conocemos como las tres marías). Esta luna lleva el número 13 (por ser la última del año) y este número en la filosofía Maya se lo identifica con el tono cósmico, y con la trascendencia. La tortuga tiene su propia simbología: un animal de paso lento, adaptado tanto al agua como a la tierra.

A su vez, entre el 10 y el 22 de julio estuvimos transitando la onda encantada del Caminante del Cielo, y el sábado 23 arrancamos con la semana del Enlazador de Mundos, cuya energía también marcará este nuevo ciclo que se inicia alrededor del sol.

El código que proponen los Mayas, nos permite conocer las energías que están disponibles. Cada sello representa un paso en nuestro crecimiento humano: nacemos a través del portal dragón, respiramos el primer hálito con viento, con noche reconocemos nuestra materialidad, con semilla todas las potencialidades maravillosas de esta materialidad, con serpiente la circulación de nuestra energía viva, con el enlazador aprendemos que esa energía es cambiante de forma permanente, con mano vemos nuestra capacidad para realizar, con estrella valoramos la creación artística, con luna la emoción, con perro descubrimos la manada que amamos y nos hace amarnos a nosotros mismos, con mono descubrimos que con esos compañeros podemos jugar, etc.

El caminante del cielo nos invita a recorrer, a explorar, a ampliar nuestros paisajes, a despertar nuevas percepciones, bajar el cielo a la tierra, como un canal. El 21 de julio fue semilla cristal, y empezó el proceso de despedida, de sacar conclusiones, ¿qué se puso en evidencia en este tiempo? Desde el 22, el enlazador nos conecta con los otros mundos, con la muerte como proceso de finales y transformaciones, de dejar atrás miedos y apegos.

La intuición y la casualidad son medios para la expresión de estas sincronías, el calendario es un código para aprender nuestras vivencias. Mirar el sello de cada día, dibujarlo, reflexionar unos minutos sobre sus palabras puede ser un ejercicio que ya nos deje preparades para interactuar como parte de este todo tan misterioso y abundante.

¿Cómo transitar este año Luna Autoexistente?

Luna roja, luna líquida que nos conecta con esa memoria original, ancestral. Un gran año para empezar a estudiar la sabiduría de las comunidades de nuestra América.

La simbología del sello luna, en este contexto, nos propone una conexión profunda con nuestras emociones, con el sentir más primario y a veces carente de palabras. El desafío es buscar que nuestras emociones sean lo más equilibradas posibles, sin negar aquellas energías que son desafiantes, como el enojo, la bronca, el desamor (y cada uno sabrá en su caso).

El tono cuatro, el tono autoexistente, representa a los cuatro puntos de la base de la pirámide: el calor, el viento y el agua sobre la tierra. Es símbolo de orden y definición. La autoexistencia es el reconocimiento de nuestro programa interior, las estructuras internas que nos definen y nos hacen como somos. El desafío de este año sería conocer cómo somos internamente para encontrar las formas de actuar que sintonicen con eso que somos.

Comienza un año que potenciará las capacidades para valorar la percepción, la intuición, la magia bruja de la luna. Serán potentes los rituales, la conexión con cada luna, respetar nuestros ciclos internos, fisiológicos y espirituales, con atención, paciencia y amor propio.

Es un año especial para trabajar (y animarse a pedir ayuda para trabajar) con aquellas energías del pasado que nos siguen afectando. La luna ofrece riqueza para hacer bases sólidas, indagando en el interior y buscando sanar ese punto de origen.

Con cuidado y sin encapricharse. Registrar lo sutil, intentar detener el tiempo, respirando, escuchando los sonidos que me conecten con el presente. Confiar en lo que vemos con los sentidos, y con las intuiciones que fluyen por nuestro cuerpo físico.

Las personas nacidas bajo el sello luna a veces son puentes para estas energías, y es importante que protejan su campo emocional, porque todos vamos a estar más sensibles, más empáticos, más disponibles para nuestros entornos. Incluso se pueden inventar pequeños rituales para sellar ese campo emocional, y abrirse en momentos verdaderamente elegidos, con aceptación consciente. Tratar de que la propia energía no esté expandida todo el tiempo.

Es un año portal, lo que quiere decir que el plano sutil está cerca, pero la puerta no se abre sola. Es un año para conectar con la magia, y de cierres definitivos de situaciones que ya estaban muertas (un trabajo, un vínculo, una forma de ser conmigo misma). Lo que se cierra y se termina, lo que dejamos por fuera, se va para hacer espacio a lo que el universo tiene para nosotros.

Se desdibuja el velo entre los mundos. Y para cerrar un saludo que contiene la espiritualidad de una cultura muy sabia:

Inlakech Hala Ken: “yo soy otro tú, tú eres otro yo”

Nota al pie: Para profundizar en estos conocimientos pueden seguir a Analía Molinari (Viento Maya en redes sociales) que nos ayudó con la revisión de la presente nota. ¡Muchas gracias por tu lectura amorosa!

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