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Condena sin cárcel para la oficial que atropelló y mató a Ignacio Yustos: “Es un fallo vergonzoso”

Tres años de prisión en suspenso, diez años de inhabilitación para conducir y un curso de vialidad. Esa fue la condena para la efectiva Agustina Belén Gutiérrez, quien atropelló a alta velocidad, sin sirena, en contramano y con el semáforo en rojo a Ignacio, quien circulaba en moto por su carril, con casco y luz verde a su favor por la Avenida Ricardo Balbín. Tras el impacto, el joven perdió la vida. La efectiva y su compañero en ningún momento lo asistieron. La máxima pena que enfrentaba era de seis años de prisión efectiva. Zorzal Diario habló con Juan Yustos, el papá de la víctima.

“Boluda, te dije que venías a los chapazos”. Ese fue el comentario que le hizo el compañero que iba de copiloto a Gutiérrez tras embestir a Nacho, según contaron testigos.

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Después de comer unos ravioles con sus papás y su hermana, ese domingo 16 de mayo del 2021, Ignacio, alrededor de las 14.30, fue a una entrevista en Villa Ballester para trabajar en una barbería. A la vuelta, iba a pasar a buscar una picada para compartirla con su papá, para ver el partido de River y Boca.

“Dale negro que te estoy esperando”, le escribió por WhatsApp Juan a su hijo. Nunca lo leyó. Cerca de las 17.30, dos patrulleros pararon en la puerta de la casa de Nacho en Tropezón. Un efectivo tocó el timbre: ” Su hijo sufrió un accidente”, dijo. De inmediato, Juan y su mujer subieron a su auto. De camino al Hospital Castex pasaron por Av. Balbín, y en el trayecto vieron la moto de su hijo tirada en el cordón.

Una doble fila con más de 50 policías custodiaba la entrada al Hospital. La familia caminó hacia la puerta principal, donde los recibió un médico: ” No pudimos hacer nada, su hijo falleció”. Con total desconcierto, Juan no podía creer lo que estaba escuchando. Se dirigieron con su mujer hacía la guardia y vieron a Nacho en una camilla, sin vida. Una piña contra la pared fue la primera reacción del papá. De ese golpe devino la rotura de dos falanges en su mano izquierda. La mamá arrodillada y tirada sobre el cuerpo de Ignacio lloraba mientras lo abrazaba.

La versión oficial no tardó en empezar a circular: ” El patrullero conducido por Gutiérrez venía abriendo paso a una ambulancia”, afirmaron fuentes policiales. La operación de encubrimiento se caería horas después por los testimonios de los testigos, y las cámaras de seguridad de los locales aledaños al hecho, que daban cuenta de que no escoltaba a ninguna ambulancia, ni abriendo paso por delante, ni custodiando por detrás. Un policía le contó a Juan que la efectiva superó los límites de velocidad porque quería ir a ver el partido de River y Boca a la comisaría.

A días de lo ocurrido, los papás de Nacho se reunieron con Sergio Berni, ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires. “La verdad no sé cómo pedirle disculpas y mirarlos a la cara. No sé qué quiso hacer esta pelotuda. Ya está desafectada de la fuerza”, les dijo. A lo que Juan le respondió: “Sí, así se lavan las manos ustedes, la corrieron de la policía y no se hacen cargo de nada”.

El juicio

El 31 de mayo de 2022 a las nueve de la mañana comenzó el juicio sobre el caso de Ignacio Yustos, caratulado como homicidio culposo. Dos metros de distancia separaban a la imputada de la familia de Ia víctima en la diminuta sala de audiencia en Belgrano y Tucumán, en el centro de San Martín. No había ningún policía identificado en el lugar. “La asesina de mi hijo nunca nos miró a la cara. Tampoco en todo este tiempo, nunca se acercó a nosotros para decirnos nada”, dijo Juan a Zorzal Diario.

Con el brazo extendido sobre la mesa y la cabeza recostada sobre su hombro derecho, Gutiérrez escuchaba uno a uno los testimonios de los testigos que iban pasando y la inculpaban. Todos los que se presentaron en la sala lo dijeron claro: “El patrullero conducido por Gutiérrez pasó a alta velocidad, en contramano, con el semáforo en rojo y sin sirena cuando embistió a Nacho, quién iba por su carril, y con luz verde”. La primera mujer que lo asistió era enfermera, quien contó en el juicio que la víctima tenía puesto hasta el barbijo.

El abogado de la imputada expuso que su defendida sí llevaba la sirena encendida, pero Ignacio “debía haber consumido alcohol o drogas por lo que no la escuchó”. Esto se contrapone a las pruebas toxicológicas presentadas, las cuales muestran que Ignacio no consumió nada. Asimismo, el abogado de Gutiérrez, argumentó que como el cuerpo de Ignacio cayó sobre una moto estacionada, el dueño de esa moto también tendría que estar presente en el juicio. Después de ese comentario, se hizo un silencio en la sala.

“¿Ustedes hasta donde iban para abrirle camino a la ambulancia?”, le preguntó el juez al oficial que acompañaba a Gutiérrez. “Nosotros íbamos hasta Mitre para entrar a la guardia del Thompson”, fue la respuesta. Sin embargo, en el recorrido que se ve en las cámaras, el patrullero venía todo por ruta 8, y la ambulancia a la que decían escoltar estaba en otra ubicación. En ese momento Juan miró a su abogado y le dijo: “¿Eso no es falso testimonio? Por Mitre no se puede entrar a la guardia del Thompson”, contó, y agregó: “Parecía que estaba armando la versión en ese momento”. El ambulanciero también testificó en el juicio, y declaró que a ellos no los escoltaba nadie.

“Cuando vos te ponés a leer las diez fojas que tiene el veredicto del juez Claudio César Frega, la culpa es de ella. La pena no se condice con todo lo relatado. Al hijo de Valeria Mazza le pegaron dos piñas y ese pibe va a estar tres meses preso. Esta mujer mató a un chico y no va presa”, y volvió a enfatizar: “Ésta mina violó todas las normas, le sacó la vida a un pibe y no va presa ni un solo día. Es un fallo vergonzoso”, remarcó Juan, indignado, respecto del fallo de juez que presidé el Juzgado Correccional N° 5 de San Martín.

Cabe mencionar, que las condenas que son menores a tres años de prisión se reconocen “en suspenso”, esto significa que la Justicia cree que no es necesario que el acusado vaya detenido, mientras cumpla con una serie de condiciones que deberá cumplir para mantener, justamente, en suspenso esa situación.

“Yo no creo en nada. Tengo mucha bronca, cómo se encubren entre ellos, cómo se tapan, con la impunidad que se manejan. Cuando voy a retirar la moto de mi hijo, le habían arrancado la batería. A los días del accidente, una vecina vió pasar la camioneta del choque circulando por la puerta de mi casa. Nunca apartaron la camioneta para hacerle pericias. No les importa nada”, dijo. 

Desde que murió Nacho, Juan y su mujer van todos los domingos al cementerio a llevarle flores. Planean en un futuro abrir una barbería que lleve el nombre de su hijo.

Nacho llegaba todas los días a las 20 horas con su moto a su casa. Su vecino que tiene una moto igual, viene todos los días a esa misma hora. “Nos moviliza mucho escuchar todos los días ese ruido, seguimos esperando que entre por la puerta”, concluyó entre lágrimas.

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