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Dakar, esa cosa rara
Uno de los rallies mas populares del mundo nacido de una experiencia terrible en el desierto de Libia se consolida en territorio sudamericano.
Desde su llegada a Sudamérica, el Dakar despertó un interés inusitado en la sociedad argentina. A los seguidores habituales del deporte automovilístico, que en el país siempre fueron muchos. A los más nostálgicos, a quienes esta carrera les hace acordar a las antiguas carreras en ruta del Turismo de Carretera. Pero también a los profanos, quienes desde el primer momento se vieron sorprendidos por su formato de competencia. Por su capacidad de recorrer grandes distancias. Por la imponencia de los vehículos que participan, sobre todo los camiones. Pero sus orígenes y su fascinante historia, que se desmenuzarán a continuación, son desconocidos por el gran público.
Todo comenzó en 1977, cuando el motociclista francés Thierry Sabine se perdió en el desierto de Teneré (Libia) tras equivocar la ruta de un rally que unía las localidades de Abidjan (Costa de Marfil) y Niza (Francia), el cual estaba disputando. Sabine fue encontrado tres días después por un avión de la organización, al borde del desfallecimiento tras pasar todo ese tiempo sin comida ni agua. Semejante experiencia marcaría a fuego la vida de Sabine, quien creyó que esa experiencia debía ser reproducida en un rally.
Al año siguiente, mientras continuaba competiendo en carreras de coches, Sabine trabajó junto a otros pilotos franceses y al Automóvil Club Argentino, en la organización del que sería el rally más largo de la historia, la “Vuelta a la América de Sud”, que a través de 30 mil kilómetros y casi 30 días de carrera recorrió los diez países del continente, uniendo Buenos Aires con Caracas (Venezuela) y regreso, previo paso por Ushuaia.
La exitosa experiencia sudamericana motivó a Sabine a organizar, a finales de ese mismo año, el primer rally París-Dakar junto a otras cuatro personas, entre ellas su esposa Diane Thierry-Mieg. Aquella primera edición, que se extendió desde el 26 de diciembre de 1978 hasta el 14 de enero del año siguiente, contó con 181 participantes, entre motos, autos y algunos camiones, todos amateurs, los cuales competieron bajo una única clasificación general, ganada por una moto (la Yamaha 500 XT del francés Cyril Neveu).
Durante la década de 1980 la carrera ganaría mucho prestigio debido a su extrema dureza, ganándose el interés de las principales terminales automotrices y los pilotos de rally más laureados de aquella época. Pero en la edición de 1986, sufrió un golpe durísimo: Uno de los helicópteros de la organización, donde viajaba Sabine junto a otras cuatro personas, sufrió un accidente en Malí, donde mueren todos sus tripulantes. Sin embargo, la muerte de Sabine no impide el desarrollo de la historia del rally, que se consolidaba como referencia automovilística a nivel mundial, y cuyas reglas y estilo daban nacimiento a una nueva disciplina dentro del deporte motor: el rally cross country.
En 1993, la carrera, que fue adquirida por la empresa francesa Amaury Sports Organisation (ASO), fue incluida en la flamante Copa Mundial FIA de Cross Country, en la cual sin embargo no duró mucho tiempo debido a diferencias en los criterios de organización entre ambas partes, sobre todo en la elaboración de los reglamentos técnicos. Mientras tanto, el recorrido de la carrera experimentaba, con extensiones hasta Ciudad del Cabo (Sudáfrica) o ediciones realizadas íntegramente dentro del continente africano. Por esa época, la carrera pasaría a llamarse simplemente Dakar, debido a que la largada de la misma ya no se realizaba en París.
Previo a la edición de 2008, ASO decidió suspender la carrera tras las amenazas de atentado que Al Qaeda difundió contra toda persona francesa que pisara el territorio de Mauritania. Para evitar más riesgos, la organización decidió mudar la carrera a Sudamérica, donde se disputó por primera vez en 2009. La gran recepción por parte del público, sobre todo en Argentina, pesó para que la carrera no volviera a su lugar de origen hasta la fecha.
La historia del Dakar, a pesar de sus claroscuros (entre participantes, público y organizadores, murieron en total 65 personas, entre ellas, su creador Thierry Sabine), es referente absoluta en las carreras de su tipo. Y con la aprobación de los exigentes aficionados argentinos, cuenta con toda la fuerza para convertirse en un clásico.
Por Gustavo Aguirre.


