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De San Martín a Málaga, no hay dos cuarentenas iguales

Zona céntrica del partido de San Martín.

La pandemia acentúa el rol de trinchera sanitaria y económica del Estado en Argentina y España. Pero de qué modo se adaptan territorios como el Conurbano a una crisis que desnuda sus endémicas debilidades estructurales.

Por Emmanuel Lorenzo*.

Como pocas veces en los últimos cincuenta años, Argentina y España se encuentran alineados en la aplicación de políticas de estado en torno a una misma coyuntura: el coronavirus. Los dos países implementan una estrategia prácticamente idéntica: cuarentena total y obligatoria, atención hospitalaria pública y universal, severos controles policiales en las calles, inyección de fondos públicos sobre los grupos más afectados y una masiva campaña de concienciación a través de los medios de comunicación. Aunque nuestro país corre con una ventaja diferencial: mientras que Pedro Sánchez estableció el estado de alarma (confinamiento) cuando ya registraban 5.753 enfermos y 136 muertes, Alberto Fernández hizo lo propio con 128 infectados y 3 víctimas mortales. Pero la única forma de capitalizar esa antelación y aplanar la curva de contagios es respetando el distanciamiento social y el aislamiento preventivo, una recomendación epidemiológica prácticamente irrealizable en varias zonas del Conurbano.

El statu quo español, una extensa clase media (apenas por debajo de la calidad de vida francesa o alemana) que percibe entre 1.000 y 2.000 mil euros al mes, se vio repentinamente violentado por la irrupción de una “enemigo invisible” que puso en jaque su estilo de vida. Ya no hay más desayunos, cenas ni liadas de madrugada en sus característicos bares de tapas, se cambiaron playas por balcones, se cancelan las multitudinarias procesiones de cofradías de Semana Santa y los jugadores de la orgullosa Liga Santander esperan a resguardo en sus palacetes de campiña.

La población del partido de San Martín y de la ciudad de Málaga prácticamente es la misma, alrededor de medio millón de personas. Esta región andaluza, acostumbrada al bullicio juvenil de sus estudiantes y los botellones frenéticos en las playas mediterráneas, hoy luce abandonada. A diferencia del compromiso civil germano, donde el acuerdo socio-gubernamental de distanciamiento permite mediar la pandemia sin encierro obligatorio, en toda España rige un estricto toque de queda equivalente al argentino, que cada tarde obliga a la guardia civil a arrear a los ingratos de siempre, multarlos y devolverlos a sus hogares. Ya son 85.195 los contagiados y 7.340 los decesos por el virus.  

Pero las semejanzas que se multiplican en términos culturales y de intervención estatal encuentran un punto final en las microeconomías sociales. Como parte subalternizada del AMBA, el Conurbano parece forjar su propia suerte en cada crisis. San Martín, por caso, abriga en sus periferias decenas de barrios populares, especialmente concentrados en el área Reconquista. En territorios que todavía esperan pacientes las máquinas de pavimentación y donde las redes de saneamiento no alcanzan la totalidad de las viviendas, las recomendaciones sanitarias de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se convierten en una utopía blanca. Tanto Fernández como el gobernador Axel Kicillof conocen esta realidad y ya han tomado cartas junto al intendente Fernando Moreira en un reciente encuentro multilateral en Casa Rosada: se decretó la emergencia sanitaria en el Municipio y se desplegó un programa de contención a través de líneas telefónicas, horarios de atención segmentados para adultos mayores, hospitales modulares, refuerzo de bolsones de alimentos en merenderos y patrullas de control vecinal.

“Pedro Sánchez estableció el estado de alarma cuando registraban 5.753 enfermos y 136 muertes, Alberto Fernández hizo lo propio con 128 infectados y 3 víctimas mortales”

Es sabido que pese al trabajo en gestión de Gabriel Katopodis por extender los límites de la presencia municipal (lo que Carolina Foglia y Adriana Rofman definen como “acotada autonomía local” desde el Observatorio Conurbano UNGS) para profundizar en políticas de inclusión sobre los barrios lindantes a la zona CEAMSE, las periferias del Reconquista continúan siendo las más sensibles: el hacinamiento, la falta de recursos de primera necesidad y la precarización sanitaria duplican los riesgos de contagio.

A su vez, las pequeñas y medianas empresas enmarcadas en el sistema de economía social y solidaria volverán a acusar el golpe recesivo en las próximas semanas. Y a eso deben sumarse las modalidades de trabajo marginales que no resisten suspensiones, desde el cartoneo nocturno hasta la recolección de insumos en el relleno Norte III. Aunque el recientemente anunciado pago de 10 mil pesos para trabajadores en situación de irregularidad y monotributistas debería, al menos en principio, paliar este cuadro. Para completar este mapa de pulsiones, el Municipio deberá prestar atención a la tensión que genere la circulación en aumento de la Policía Bonaerense y de la Gendarmería en los barrios del Reconquista, relación marcada por un largo prontuario de violencia institucional.

“En territorios que todavía esperan pacientes las máquinas de pavimentación y donde las redes de saneamiento no alcanzan la totalidad de las viviendas, las recomendaciones sanitarias de la OMS se convierten en una utopía blanca”

En términos macroestructurales la pandemia deja al desnudo el rol esencial del Estado como primer –y a menudo, único- blindaje de la sociedad en épocas de crisis, ya sea sanitaria como económica, al tiempo que nos obliga a repensar nuestro comportamiento como actores civiles en contextos de emergencia. San Martín y la mayoría de los restantes 23 distritos del Conurbano son potenciales focos infecciosos: su siempre creciente demografía, la precariedad parcial de su infraestructura y la consabida fragilidad del sistema sanitario los deja en una situación límite. Ser consciente de esa realidad es el primer paso para asumir nuestra responsabilidad en la lucha contra la expansión de Covid-19. El Estado llega, pero no puede solo.

Barrio Libertador, San Martín, provincia de Buenos Aires.

*Emmanuel Lorenzo es periodista y escritor. Oriundo de San Martín, actualmente cursando un posgrado en Cultural de Paz, Conflictos, Educación y Derechos Humanos en la ciudad de Málaga. Es autor de la tesina Reconociendo el imaginario del Mayo Francés y de los libros Pájaros detrás de las paredes y La felicidad de los témpanos.

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