El genocidio sionista contra el pueblo palestino no es un hecho aislado ni un “conflicto reciente”:…
De San Martín a Tigre: tres historias cooperativas
Una planta de reciclado en la entrada del CEAMSE, un medio de comunicación feminista y un polo productivo de serigrafía. ¿Qué tienen en común? Todas son cooperativas de trabajo de la economía popular del conurbano bonaerense.
La Cooperativa Bella Flor nació en 2004, Changuita Despierta comenzó su camino en 2016, el medio Comunicadas surgió en 2017. Contaremos las historias de estas tres cooperativas de trabajo ubicadas, cada una desde su barrio, en San Martín y Tigre.
La Bella Flor: “Ciruja por naturaleza”
Al costado de Camino del Buen Ayre, a metros de la entrada del CEAMSE (Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado), el basural a cielo abierto más grande de la provincia, se encuentra la planta de la Cooperativa Bella Flor, allí se encargan de la separación de residuos y del reciclaje de los mismos.
Tres camiones de residuos y montañas de basura es lo primero que se ve cuando uno entra en la planta. Adentro, una máquina de separación y los residuos ya separados. La historia de la Bella Flor se remonta a 1998, cuando los y las vecinas, conducidas por Lorena Pastoriza, fundaron el barrio 8 de mayo. La mayoría de las personas sufría los destrozos de la crisis social y económica, habían empezado a tomar terrenos aledaños al basural y Lorena organizó el barrio.

Nora Rodríguez, oriunda de Santiago del Estero y coordinadora general de la planta de la Bella Flor, cuenta que en ese momento todos estaban en la misma situación. “Veníamos del cirujeo, íbamos a Capital, veníamos a la montaña, a la quema…”. Nora trabajó tirando del carro, carrito, carreta, pero cuenta que, en ese momento, era una actividad solitaria, cada quien lo hacía por su lado.
Fue entonces cuando Lorena pensó que esa actividad individual podía transformarse en algo colectivo. Y eso era una planta de reciclado. “En el 98, en el 2000, no se hablaba tanto de reciclado, nosotros no sabíamos que era el reciclaje… lo hacíamos individualmente, pero no entendíamos, no sabíamos qué era, para nosotros era algo nuevo y mucha gente no confiaba en el proyecto. Pero muchos apostamos y lo apoyamos”, explica Nora.
Tras la creación del barrio 8 de mayo, también nació la “organización madre”, que lleva el mismo nombre. En el año 2004 ocurre la desaparición y muerte de Diego Duarte, un adolescente que, el 15 de marzo, fue al basural a buscar metales para vender y con ese dinero comprar zapatillas para comenzar el colegio y que, al esconderse entre la basura de dos oficiales de la policía, fue aplastado por un alud de desperdicios. Desde ese día su familia, amigos y vecinos de los barrios piden justicia por Diego. A causa del reclamo de justicia, a la organización 8 de mayo le demoraron la aprobación del proyecto para una planta de reciclado, que habían presentado ese año. Recién en 2007 la Bella Flor empezó a trabajar en el interior del CEAMSE.
“Cuando nosotros instalamos las máquinas, acá ya había otras plantas trabajando”, describe Nora. “Para tirarnos basura tardaron un mes desde la inauguración de la planta y lo primero que nos tiraron -y lo que nos tiraron durante un mes seguido- eran bolsitas de botella, sólo botellitas, estaban limpias, pero solo botellas”. En ese momento en la planta eran treinta y cinco trabajadores. “Ya estábamos acá adentro, instalados, no nos podían sacar las máquinas, hoy tampoco pueden, porque todo esto que está acá lo compramos todo nosotros, en ese sentido somos independientes. Nosotros no tenemos jefe ni jefatura, los horarios y días de trabajo los organizamos nosotros entre todos en las asambleas”.

La organización civil 8 de mayo lleva 26 años, también es un centro comunitario, y la cooperativa ya tiene 20 años, “somos una familia”, afirma Nora.
Changuita Despierta: entre estampas y remeras
Si seguimos camino llegamos a San Andrés. En el primer piso de la fábrica recuperada Disco de Oro funciona desde 2016 la cooperativa de serigrafía Changuita Despierta. La mesa de madera grande se ubica junto al balcón, está llena de manchas de pintura, retazos de telas y dibujos desparramados. Al medio del espacio la máquina para estampar brilla.
Changuita Despierta, empezó como un taller de serigrafía de la Consejería de Género del Movimiento Evita de San Martín. Las mujeres venían de situaciones vulnerables y, como algunas de ellas estaban dentro del programa Potenciar Trabajo, se empezó a pensar un taller productivo que enseñara un oficio, en este caso serigrafía, a cargo de Mayra y Dani.
Lenys Monjes Espinola, “Lelu”, se sumó al taller porque entendió que podía aprender un oficio. “Si bien no somos cooperativa desde el inicio siempre nos nombramos como tal porque ese fue siempre el esquema de trabajo, en cuanto a la organización horizontal y la dinámica, pero no teníamos la personería jurídica en ese momento”. Lelu tenía 17 años.

Changuita Despierta creció como un lugar de contención y de discusión política y de género, “donde repensarnos como mujeres, como mujeres pobres, mujeres migrantas. En el principio ese era el objetivo y sirvió un montón. Muchas compañeras que pasaron por Changuita hoy están en otros espacios o aprendieron el oficio y se fueron a trabajar a una fábrica… fue un proceso muy rico en ese sentido”.
Mientras tejían redes entre ellas, ayudandose y conociendose, siguieron trabajando en otras cosas. Con el tiempo, ocuparon más espacio y llegaron chicas más jóvenes que recién habían salido del secundario. “En ese sentido también se transformó el espacio, por las personas que lo habitaban, y cambió un poco el sentido, porque, si bien no era la misma situación, las pibas venían de un contexto en donde ya se discutía el feminismo, ya estábamos discutiendo el aborto legal… ya había un recorrido. Entonces el objetivo y la necesidad del espacio empezó a ser que sea un espacio productivo, que genere guita más allá de aprender el oficio”.
Las que participaban del espacio percibían un sueldo, por el Potenciar Trabajo, e iban a trabajar tres veces a la semana. “Éramos muchas compañeras de diferentes edades, en su momento la mitad de las compañeras tenían de 35 años para arriba y la otra mitad teníamos de 25 años para abajo”. Durante la pandemia, las más grandes se terminaron de ir. “Muchas eran jefas de hogar y tenían que mantener a sus hijos y demás. Entonces nosotras sostuvimos con la venta de productos que teníamos en stock y cuando eso terminó, tuvimos que habilitar el espacio para venir a producir”.
Lelu explica que la cuarentena las ayudó a repensarse. “Todo ese proceso de no habitar el espacio por unos meses también sirvió, no es que nos quedamos en nuestras casas sin pensar nada. De hecho una de las chicas se llevó una valija con productos, los vendía, y otras nos organizamos para pensar los proyectos, qué herramientas necesitabamos, cómo crecer para poder generar guita y, efectivamente, el camino era el servicio de serigrafía, o sea que la gente venga a pedirnos los estampados”. Antes, solo producían sus diseños.

Previo a la herramienta legal, al reconocimiento de la personería jurídica como cooperativa de trabajo, las chicas de Changuita decidieron hacerse los monotributos sociales para que cada una pudiera facturar y mantener el apoyo económico del Potenciar Trabajo. Al sumarse Subleva Textil, espacio productivo dedicado a corte y confección, consiguieron brindar un servicio completo a más clientes.
“Tuvimos que discutir muchas cosas, aprender muchas cosas: qué implicaba tener una cooperativa, porqué hay que sostenerla. Es una empresa social, hay que pagar cosas, hay que tener libros… Ahí las compañeras de administración de la Cooperativa 9 de julio fueron las que nos enseñaron y guiaron un poco en cómo era efectivamente tener una cooperativa. Decidimos el nombre de la cooperativa que es Carolina Muzzilli, que fue una obrera textil, era costurera y se metió a estudiar, y fue pionera del feminismo argentino”.
Comunicadas: comunicación popular feminista
Nos acercamos a Tigre y ahí conocemos a Malena González, fundadora del medio digital feminista, Comunicadas. En 2017, una compañera de militancia le contó que el femicida Ricardo Barreda estaba viviendo en el Hospital de Pacheco, tenía el alta médica, pero no se quería ir del edificio.
Malena habló con concejales del municipio, pero en ese momento ninguno dijo nada al respecto. Entonces recabó testimonios de trabajadores y trabajadoras del Hospital y armó un video que sacó en las redes de Comunicadas. La viralización de la noticia marcó el inicio del medio. Comunicadas, se maneja sobre todo en el municipio de Tigre y alrededores. Malena asegura “que muchos temas quedaban afuera porque no tenían lugar en los medios oficiales y yo les podía dar un lugar”.

Antes del Covid daba talleres de comunicación, de esos talleres participaba Giselle, a quien había conocido en el Encuentro de Mujeres. Luego de algunas charlas, le ofreció ser parte del medio, al tiempo se sumó Vero y las tres comenzaron a hacer equipo para las entrevistas y videos. Comunicadas se constituyó como escuela de periodismo, de formación y desarrollo del oficio. Para Malena esto es importante: “tenemos siempre que aprender a vernos y llamarnos por lo que somos y somos trabajadoras de la comunicación”.
“Desde ahí yo pude ir viendo y viviendo todo el proceso de formación, de transformación de sus trabajos y también, más en términos económicos, pude ver cómo pudieron avanzar con proyectos personales… Una va viendo el proceso y el progreso de sus compañeras, no solamente porque se va formando intelectualmente en un oficio, sino que se puede ver también que hay una cosa material que fue creciendo por haber tenido la posibilidad de percibir un salario”.
Comunicadas fue pasando por varias facetas, fue mutando, viendo a dónde querían ir con el medio y con la comunicación; sin olvidarse, afirma Malena, del lugar del que salieron. Lo territorial es una parte fundamental del medio.
“Yo vengo del conurbano. Tengo una realidad, milito en una organización política o social, me vinculó con ciertos actores, ahí se van dando también los debates. Y ahí va ganando la mirada más empática. Entendiendo que en un momento muy importante, después del Ni una menos, era necesario construir, darle fuerza a la agenda de las mujeres, de la diversidad, pero también entendiendo que no es solamente parte de una élite. Es también abajo, y muchas veces yo noto, hasta el día de hoy, que nos cuesta dentro del feminismo, el feminismo popular, en este contexto hay como una intención de que pierda, pero creo que nosotras que estamos más insertas en el territorio tenemos que estar despiertas”.

“Como comunicadoras territoriales tenemos que empezar a alzar un poco la voz, por lo menos empezar a hacer ruido, mostrarnos como un actor social y estar ahí”.
La construcción de las nuevas miradas
Desde el galpón de la Bella Flor, entre las pilas de cartón, Nora admite con voz potente que ellos están “muy orgullosos de poder sostener esto, de seguir, de perdurar en el tiempo. Nosotros nos sentimos y seguimos sosteniendo que somos cirujas por naturaleza…. no nos cambia esto…
“Nos encantaría que nos reconozcan como trabajadores, porque la verdad que este trabajo es un trabajo muy grande que se le hace a la humanidad entera. Yo siempre digo que nos contaminamos nosotros para descontaminar la tierra”.
Este reconocimiento es una de las luchas que llevan adelante hace años. La coordinadora de la planta, Laura, más conocida como Bebe, comenta que a ellos les llegan quince camiones de basura díarios. “Son entre ocho mil y nueve mil kilos de basura por día. Somos trabajadores de alto riesgo, estamos acá en el fin del mundo, pero estamos y estamos trabajando para todos, para la comunidad, para los barrios”.

Hoy en la planta de la Bella Flor trabajan setenta personas y, junto con la organización civil, sostienen ciento sesenta familias. “Lo que hay que arreglar, lo vamos haciendo despacito, porque si no, no nos alcanzaría ni para el gasoil, tenemos que cambiar las luces también, pero por ahí después tenes un compañero que necesita alguna ayuda más porque tiene que comprar una chapa o la iluminación”, asegura Nora. Al respecto de la situación, tanto como cooperativa como organización y comedor comunitario, Nora denuncia pelear contra “un Estado inexistente: “Imagínate tenemos una sala de jardín que tenemos que sustentar desde la cooperativa, la comida para los nenes, el alimento para la gente del barrio, que se le da de comer tres veces a la semana”.
Desde San Andrés, en la terraza de la Disco de Oro, Lelu remarca: “Nunca nos enseñaron a desenvolvernos para poder conseguir laburos que no sean limpiando, ¿viste?. Entonces también ahí nace el deseo de desenvolvernos en otro ámbito laboral, pero somos mujeres pobres, en ese sentido el deseo de trabajar en un lugar un poco más piola y ser de la villa como que no eran compatibles, aparte muchas migrantas, en general, también tienen ese estigma, sobre todo por el lugar de donde venís y por tu color de piel”.

En noviembre de 2023, tras el triunfo de Javier Milei en el balotaje presidencial, las chicas decidieron hacer una gran compra de insumos anticipándose a los aumentos. “Gracias a eso hoy en día seguimos porque volvimos en febrero con altas ganas y ahí nos enteramos que el potenciar trabajo (rebautizado Volver al Trabajo desde abril de 2024) se congelaba”. Hoy el programa es de $78.000. “Antes, en nuestro mejor momento, entre junio y diciembre del año pasado, estábamos sosteniendo nueve sueldos, llegamos a repartir aguinaldo y vacaciones pagas”.
“Este año nos deprimimos un montón porque nuestra plata no alcanzaba, porque no nos entraba laburo; teníamos una proyección para repartir plata dos meses, o sea, febrero y marzo que era lo que habíamos pensado para poder volver a generar caja para los próximos meses y no nos entró laburo, así que nosotras en marzo ya no pudimos repartir. Después de dos años de todos los meses poder repartir y tener una proyección, este año que arrancamos en febrero no entró trabajo, no pudimos comprar absolutamente más nada”.
Desde febrero a mayo, tres de las chicas que participaban en Changuita Despierta tuvieron que irse del espacio porque necesitaban otro trabajo para sostener su economía.
En Tigre, Malena, toma un mate y comenta que Comunicadas pudo conseguir la personería jurídica en 2022, Cooperativa de Trabajo 3 de junio. “Eso marcó un camino ascendente para nosotras”. Hoy, el medio es llevado adelante por cinco trabajadoras y trabajadores de la comunicación. Malena enfatiza que todas tienen otros trabajos además del medio y dos de las personas cobran un Potenciar Trabajo. Muchas de las que siguen en Comunicadas están por militancia, porque creen en la comunicación que generan.
“Esto es una diversidad, hay gente para la que la cooperativa es una escuela, hay gente a la que le gusta la comunicación y disfruta de este trabajo. Ese es el tipo diferente de trato, vos ves a la gente y te tratas de otra manera con tu par. Ese es el sentido, el espíritu de las cooperativas es el rol social, el asociativismo, juntarme con el otro, con la comunidad, pero tiene que ser algo que no te lo da el marco de la personería jurídica…Te lo da la gente, o sea, es la forma en que vos laburás, en que construís y te hacés cargo de eso. Porque el marco jurídico es solamente lo legal”.
Aquello que nos nombra y nos define
Cada una de las cooperativas ha vivido y vive un proceso de transformación constante. Las mujeres dentro de cada espacio encontraron en sus compañeras y compañeros nuevas formas de pensar las dinámicas de trabajo y las relaciones interpersonales. Antes de finalizar las charlas, Malena, Lelu y Nora sonríen y se explayan sobre lo que el cooperativismo les enseñó.
Para Malena es importante, en el contexto actual, repensar el rol de la comunicación y de las y los periodistas. “Hay que abrir el debate sobre la comunicación, el lugar de los trabajadores de la comunicación en la comunidad, la responsabilidad, el derecho a la comunicación y un montón de debates que solamente podemos dar nosotros“.
Lelu afirma que la cooperativa les sirvió para “pensar más allá. Fue un antes y un después tener la cooperativa porque nos permitió dar un saltito. Las cooperativas le dan una mayor formalidad al trabajo en un contexto como el que estamos atravesando”.
“Hoy sostengo el abrazo al otro,-menciona Nora- abrazo mucho a los pibes y trato de enseñarles ese abrazo. En general, trato de mostrarle todo lo que puedo a los chicos, enseñarles lo colectivo más que nada porque imagínate que entre la droga, la delincuencia, la lucha, las responsabilidades… vienen chicos que jamás trabajaron o que trabajaron pero siempre individualmente y a ellos les cuesta muchísimo remarla y entender qué significa lo colectivo”.

Pequeño repaso histórico
En la Argentina hay 23.393 cooperativas de trabajo, según los registros de INAES (Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social) de abril de 2023. El cincuenta por ciento de esas cooperativas se encuentran en la provincia de Buenos Aires, como explica Gildo Onorato, director del Instituto Provincial de Asociativismo y Cooperativismo (IPAC).
“En términos económicos, el cooperativismo forma parte de la generación de casi el 15% del producto bruto porque las cooperativas de la provincia de Buenos Aires incrementaron sus exportaciones y porque nuclean 182 empresas recuperadas”, advierte Gildo.
Durante la primera parte del año, con el gobierno de Javier Milei, las cooperativas de trabajo fueron atacadas mediáticamente. El IPAC decidió continuar con su agenda, promoviendo talleres y proyectos. “Para nosotros, y para el gobernador Axel Kicillof, esta decisión es estratégica. Creo que hay una lógica de la crueldad y de la desarticulación de todo tejido comunitario-colaborativo, asociativo y cooperativo por parte del Ejecutivo Nacional y precisamente lo que hay es una estigmatización, persecución y suspensión de matrículas a un sector que hace del trabajo, de la organización comunitaria, de la organización cooperativa, de la producción una agenda social que tiene un rol muy importante en muchísimas ciudades de nuestro país”.
“Tenemos una enorme potencialidad para aportar a la construcción de una alternativa económica y social”, afirma Gildo en su oficina de La Plata. “Hay una tradición de más de 100 años, tenemos claro que esto no empieza cuando llegamos nosotros ni va a terminar cuando culmine nuestra gestión. Nuestros objetivos van a ser cumplidos y logramos que se consolide la experiencia cooperativa, que crezca y se desarrolle conforme el crecimiento económico de nuestra provincia”.
Al interior de todo
En el contexto socio económico actual, las cooperativas de trabajo tienen un gran valor para la sociedad y para aquellas personas que las forman. Al adentrarnos en las historias de La Bella Flor, Changuita Despierta y Comunicadas vemos que existen formas distintas de pensar las dinámicas laborales, maneras más equitativas de pensar la distribución. Para cada cooperativa no fue sencillo mantener esas dinámicas y los espacios de trabajo, pero pudieron sostener su identidad, desde su nombre y sus productos, hasta aquello en lo que piensan, logrando crear y sostener su herramienta legal. En todos los casos pudimos ver como crear comunidad es elemento escencial del trabajo cooperativo; los espacios que sirven de formación, apoyo y trabajo logran que las personas crezcan y se relacionen abriendo debates e ideas propias ya sea entre estampas, residuos o comunicación popular.
*“Este informe ha sido redactado y elaborado en el marco de un programa de formación periodística impartido por la Fundación Thomson Reuters. El contenido es responsabilidad exclusiva del autor y del editor.”