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“Hoy la escuela es el WhatsApp”
Por Franco Ponce
Ante la pandemia mundial y la suspensión de clases en Argentina, la comunidad educativa enfrenta un nuevo desafío pedagógico. Sin demasiado tiempo, docentes, familias y alumnos de todo el país debieron organizarse para garantizar la continuidad de las clases de manera virtual. Grupos de WhatsApp, reuniones a través de video llamadas, problemas de conectividad digital y acceso material a la tecnología, son varios de los problemas que enfrentan. Docentes de San Martín cuentan sus experiencias educativas y sus preocupaciones en estos tiempos excepcionales.

Verónica Díaz es maestra de primaria, trabaja en dos escuelas de la localidad de José León Suárez, cuenta sobre las clases virtuales: “estamos trabajando con grupos de WhatsApp, que es lo que manejan las madres y de la manera en que podemos llegar a todas las familias”. Además menciona las limitaciones: “hay mamas que se quedan sin crédito, o por ahí los celulares no tienen capacidad para recibir mucha información y dificulta que los chicos puedan recibir la tarea en su casa”.
Verónica también explica que el trabajo no se reduce solamente a las clases ya que los alimentos se entregan cada 15 días en la escuela. “Las directoras convocan a diferentes docentes para ir a ayudar. La mayoría de los docentes van, pero no se entregan guantes, ni barbijos, cada uno tiene que llevar sus elementos de protección”.
Javier Rojas, docente en la escuela secundaria técnica de la UNSAM y en el CENS 461 revela que “hoy la escuela es el Whatsapp y desde ese lugar vamos tratando de adaptarnos”. Sobre las clases virtuales en la secundaria expresa que la mayor dificultad que surge es la desigualdad en términos de conectividad: “para quienes tienen acceso real a una computadora, a datos, o en realidad al celular, porque venimos trabajando desde el celular, esta la complejidad de que muchas veces se comparte con un hermano, una hermana, con papa o mamá”.

Con respecto al reparto de alimentos, donde participan directivos, educadores, compañeras y compañeros de la cocina, Javier explica que es muy bien aceptado por las familias que pasan y retiran su vianda. La idea es que no sea solo un plato de comida. Lo que hacen los coordinadores del colegio y los compañeres (sic) de la UNSAM, es pedir que vaya con algo más: con una carta, con algo que hay que decir, con algo que un profe le quiera transmitir a la familia. El verdadero significado de ese momento de encuentro es de vinculo, de comunión, que es muy importante para nosotres”.
En el CENS 461 se encuentran diferencias sustanciales al ser un espacio de educación para adultos. Es un bachillerato popular que se encuentra situado en una fábrica recuperada, organizada colectivamente a través de la autogestión.
Javier cuenta las dificultades que encontró ante la pandemia: “básicamente lo importante es sostener el vínculo. Es una escuela de adultos, los estudiantes tienen mucha más edad y hay otras complejidades que atender. Desde ese lugar nuestra principal idea es sostener lo que siempre pensamos: la idea de una educación emancipatoria. Que no sea bancaria, que no sea para reproducir las lógicas del sistema”.
“El principal eje es mantener el vinculo. La conectividad es difícil, muchas familias no tienen equipo o los equipos son compartidos o no hay plata para cargar datos”, finaliza el docente.