El genocidio sionista contra el pueblo palestino no es un hecho aislado ni un “conflicto reciente”:…
La pequeña caravana multiplicada
El león apenas maulló una cuadra y se fue. Arrancó en la esquina de Intendente Campos y la Peatonal Belgrano, llegó hasta Mitre, justo en la esquina siguiente, frente a la Municipalidad de San Martín, miró hacia las ventanas del edificio con un gesto de falsa rebeldía y listo, eso fue todo. Bueno, casi todo. También agitó un billete de cien dólares gigante con su rostro en medio, como si él mismo fuera un prócer extranjero, sacudió una motosierra sin dientes ni cadenas y chau. A otra cosa mariposa. En definitiva: una parodia política, más parecido a un espectáculo de verano en Carlos Paz que un acto político donde se espera escuchar alguna propuesta constructiva para el futuro del país.

Sin embargo, esa es la foto o el vídeo de un minuto en Tik Tok. Hubo otras cuestiones para comentar, que considero, son realmente el aspecto importante de la caravana libertaria. Y fue la gente. No fueron muchos, eso es cierto. Habrán sido un poco más de doscientas personas, sin contar alguna decena de inconfundibles curiosos que se acercaron por la plaza. Pocas nueces pero mucho ruido y de la más variada demografía. No obstante, la geografía que recorrió el libertario es una cuadra de todo el distrito. ¿Cuánto puede llegar a conocer de todas las realidades que lo componen?




Es mentira que el votante de Milei sea solamente un adolescente con acné y descontento en términos político, económico y social. Entre los seguidores, por cierto, enfurecidos como fanáticos ante una celebrity de T.V, podían advertirse abuelas vociferando junto a otras vecinas que “la cosa no da para más, que ya no se le cree nada a los políticos”. Mujeres, hombres y niños con la ropa gastada y agujereada por el uso constante, las manos sucias de recolectar cartones, agitando el paso de la camioneta junto a una murga desconectada con los cantos. También caminaban entre el gentío oficinistas trajeados con un buen corte de pelo y los zapatos lustrados. Una señora con la nariz y los pómulos recién operados, empilchada para una noche en el teatro. Infaltable, el delivery con la mochila de la app.

Es decir, un electorado por demás variado, heterogéneo. Desde septuagenarios de los barrios más coquetos hasta adolescentes de las barriadas más humildes. Un entretenimiento para toda la familia, para todos los estratos sociales, para todos los gustos. Eso sí, todos con algo en común y no sólo hablo del descontento. Todos, desde antes de la llegada del candidato a presidente por La Libertad Avanza, con el celular en la mano filmando, sacando fotos, enviando audios, moviendo el universo de las redes sociales como un terremoto, un sismo inconmensurable. Fue un ir y venir de videos, de selfies feroces, de cámaras sedientas de captar algo, algo más para arrojar a las redes sociales y que allí se reproduzca. Porque no habrían más de doscientas personas pero ¿por cuántas habrá que multiplicarlas en el reposteo de cada foto, video, audio? ¿En cuántos kilómetros virtuales habrá de convertirse esa mísera cuadra al costado de la Plaza San Martín?




Fotos: Lais Giovannini / Sol Masini