El genocidio sionista contra el pueblo palestino no es un hecho aislado ni un “conflicto reciente”:…
La Resistencia de 1833, cuando los ingleses usurparon las Malvinas
Sin mediar palabra, como un atropello desbocado, en nombre de la corona, las tropas del Imperio Británico usurparon, el 2 de enero de 1833, las islas que se encuentran dentro de la plataforma marítima argentina, un territorio que lejos de estar abandonado, era regulado por el incipiente estado local, ejerciendo derechos soberanos, con un puerto y regulación pesquera. Antonio “el gaucho” encabezó el levantamiento junto a ocho peones analfabetos. Aquí la historia.
Para el 10 de junio de 1829, el entonces gobernador de Buenos Aires, Martín Rodríguez, crea la Comandancia política y militar de Soledad, y designa comandante a Luis Vernet. Bajo su mando en las islas se construyen viviendas, un saladero de pescado y carne, una curtiembre y la goleta Águila. En 1831, Juan Manuel de Rosas, establece un impuesto a los buques pesqueros, en vistas de la gran depredación que causan los balleneros. Sin embargo, los navíos evitan Puerto Soledad, eludiendo el pago y continuando con la caza. Vernet, harto de esta situación, apresa a dos buques balleneros norteamericanos: Harriet y Superior.
El 28 de diciembre de ese mismo año, la fragata estadounidense Lexington ataca Puerto Soledad, destruye el armamento argentino, toma prisioneros y declara las islas “libres de todo gobierno.” Las medidas diplomáticas de Rosas no se hacen esperar. Expulsa al cónsul, Jorge W. Slacum, y al encargado de negocios, Francisco Bayles, quienes antes de partir informan a la corona británica que el mayor interés de EE.UU es el comercio, la caza de ballenas, que en ese entonces, con su aceite, daba luz a las lámparas del mundo. También hacen hincapié en la indefensión de las islas, la importancia estratégica y lo fácil que resultara tomarlas.
Una corbeta en el atlántico sur
Más allá de Buenos Aires, el firmamento es un celeste infinito. El 2 de enero de 1833 una guarnición del ejército es expulsada del Puerto Luis, de la isla Soledad, por tropas del Imperio Británico. Sin antecedentes de derecho territorial, la gran potencia marítima surcó los mares, los vastos mares que la alejan y separan de estas tierras, de esta que era en ese momento una nación joven, internamente atravesada por guerras civiles, y llega al Atlántico Sur la corbeta Clio, al mando del capitán Jonh J. Onslow, enviado por el Rey Guillermo IV. Sin mediar palabra, como un atropello desbocado, en nombre de la corona británica, toma posesión del territorio que nos pertenece por soberanía.
La peonada del entrerriano
Antonio “el gaucho” Rivero llega a las Islas Malvinas en el año 1827 cambiando diametralmente el cálido clima de Entre Ríos por el frío pelado del archipiélago austral. A orillas del Paraná y en las costas de Puerto Luis, ondea la bandera albiceleste, al menos hasta el mencionado 2 de enero de 1833.
El 26 de agosto de 1833 encabeza el levantamiento. Ocho peones analfabetos y un gaucho matrero, durante seis meses, y bajo la ocupación británica, hacen flamear la bandera nacional. Rivero y los peones, que eran indios y gauchos, fueron traicionados, vencidos, llevados prisioneros a Londres, juzgados en inglés, y devueltos a Buenos Aires. Según dicen, mucho después, el entrerriano murió luchando valientemente para la Confederación en La Vuelta de Obligado, sumando su segunda defensa de la soberanía nacional.