En la madrugada del 3 de agosto de 1978, once vecinos de Villa Concepción fueron secuestrados…
“Me arruinaron la vida, pero volvería a ir para defender a nuestros viejos”
Jonathan Navarro, vecino de San Martín, perdió su ojo izquierdo al recibir un impacto de bala de goma en la brutal represión policial en el congreso dispuesta por la ministra Bullrich, que dejó un saldo de más de veinte heridos. El joven, hincha de Chacarita, había asistido a la manifestación para brindar su apoyo a los jubilados.
Los jubilados son los que más han sufrido la motosierra de Milei: con jubilaciones por debajo de la línea de pobreza y un fuerte recorte en el acceso a los medicamentos. En respuesta, los jubilados vienen reclamando todos los miércoles en las afueras del Congreso. Las imágenes de la golpiza a un jubilado con la camiseta de Chacarita, llevaron a simpatizantes de ese club a participar de la marcha del último miércoles. La iniciativa se hizo viral y se sumaron hinchas de otros clubes.

Cuando Jonathan se enteró de la convocatoria de la hinchada de Chacarita para ir a apoyar a los jubilados, ni siquiera dudó. Había visto cómo le habían pegado a los viejos: “Me dio mucha tristeza y bronca. Todos vamos a ser jubilados. Mi viejo saca trescientos mil pesos y gasta más de cien lucas en remedios. Fuimos a bancar a los más débiles”, explicó sobre la motivación que lo llevó participar de la protesta.
En un principio, Jonathan, hincha de Chacarita desde que tiene uso de razón, iba a ir con unos amigos que se autoconvocaron para participar del reclamo. Con el pasar de los días y al ver en las distintas páginas la convocatoria funebrera decidieron sumarse para ir en grupo con la hinchada y cuidarse todos juntos.
Era una tarde pálida de un verano saliente. Un cordón humano de más de diez metros con camisetas de todos los colores separaba a un grupo de jubilados de las fuerzas de seguridad, quienes esperaban con escudos protectores y bastones en las manos.

Al ver el avance de camiones hidrantes y escuadrones por una de las calles laterales al Congreso, dos chicos con la camiseta de Boca se pusieron a empujar un tacho de basura gigante con otros de River y San Lorenzo, siguiendo las instrucciones de una joven con la remera del MST. Por algunos momentos, esto complicó el avance de las fuerzas de seguridad sobre ellos.
En un abrir y cerrar de ojos, dolía respirar, el aire se volvió asfixiante, la garganta picaba y los ojos ardían. “Basta del genocidio a la vejez”, sostenían unas manos arrugadas y chiquitas, uno de los carteles que apenas se dejaba ver.
“Quedamos envueltos en una nebulosa de gas pimienta. Hubo corridas y, sin más, la policía tiraba balazos de goma directamente a matar. Yo le suplicaba con las manos que por favor paren. Uno de prefectura me apuntó en la cara y me dio en el ojo”, relató Jonathan.

Un amigo que vio lo que pasó lo llevó a una ambulancia cerca del Instituto Patria. En ese lugar, un médico lo atendió y lo vendaron. Luego, familiares de la víctima lo llevaron a su casa, se bañó como pudo y lo trasladaron al Hospital Oftalmológico Lagleyze en CABA. Allí fue operado y aún permanece internado.
“Me arruinaron la vida pero a pesar de lo que pasó no me arrepiento de haber ido. Si estuviera en condiciones de ir de vuelta iría, porque lo que le están haciendo a los viejos no tiene nombre”, sentenció desde la sala del hospital.
La feroz represión policial que busca disciplinar y desmovilizar, dejó un saldo de 124 personas detenidas, y más de 20 heridos. Uno de los más graves es el fotógrafo Pablo Grillo, quien sufrió el impacto de un cartucho de un gas lacrimógeno en la cabeza que le provocó fractura de cráneo. Está internado con pronóstico reservado.

En los próximos días, Jonathan Navarro se presentará ante la Justicia para denunciar a la Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y al jefe del operativo, sobre lo ocurrido.