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«Muchos niegan la realidad como mecanismo de defensa, nosotros no tenemos esa opción»

El hospital Interzonal General de Agudos Eva Perón es uno de los principales establecimientos en recibir pacientes en el territorio de San Martín. Su director, Alejandro Saied, habló en exclusiva con Zorzal Diario sobre la lucha sin precedentes que llevan adelante desde que empezó la pandemia.

Entrada al hospital Interzonal General de Agudos Eva Perón – Fotografías Evelyn Schonfeld

Las sirenas superpuestas de una, dos, muchas ambulancias anuncia dónde llegamos. En Ricardo Balbín al 3200 se encuentra la puerta principal del Hospital Eva Perón. «Vacunate», piden los carteles con los que te chocas en casi todas las paredes. Al ingresar, un gendarme te sanitiza las manos. A la derecha de la entrada se puede ver una sala de espera de área “no covid”. No hay ni una silla libre. A los enfermeros no les dan los pies para el caminar que llevan, al borde del trote. Un cartel indica que hay que avanzar por el pasillo principal y doblar a la izquierda para llegar al objetivo.

El barbijo de Alejandro apenas permite ver sus ojos marrones, chiquitos por el cansancio. Agachamos la cabeza para saludarnos, buscando modos de transmitir algo. Hace mucho frío. Hay una estufa encendida y la ventana está un poco abierta. El único inmutable en esa habitación es San Martín, que nos mira sin barbijo desde una de las paredes. Suena su celular. Pide disculpas y atiende. Tranquiliza a la persona que está del otro lado del teléfono y promete resolver cuanto antes su situación. Finalmente, nos sentamos. 

Alejandro Saied director del hospital Interzonal General de Agudos Eva Perón – Fotografía Evelyn Schonfeld

Recuerda, con un tono de voz pausado, que con 23 años ya se había graduado en la UBA como médico cardiólogo. A los pocos meses comenzaría a trabajar en el Santojanni. Y a los 26, entró en el Eva Perón de San Martín. Fue residente de cardiología, jefe de residente, instructor de residente, jefe del área de cirugía cardiovascular y, a comienzos del año pasado, le propusieron ser el director ejecutivo.

En marzo del 2020, cuando apenas se estaba acomodando en el escritorio como nuevo director, se vio contando las camas disponibles en el hospital. El escenario no podía ser peor: ocho camas de terapia intensiva, catorce camas generales y unos pocos respiradores eran los únicos recursos para enfrentar una pandemia que ya había hecho estragos en países del “primer mundo”. «Este sistema de salud frágil es el producto de años de desfinanciamiento sistemático», lanza.

Reconoce como acertada la decisión política sanitaria de implementar una cuarentena estricta al inicio de la pandemia: «Nos permitió descargar las camas, tan simple como eso. Adecuar las áreas, capacitar al personal de salud. Y ésta decisión política de priorizar la vida continúa hasta hoy: recientemente agregamos camas. Con éstas, llegamos a 28 camas de terapia.»

«Hay que quedarse en casa» repite, como una especie de mantra. Asegura que «el virus circula más cuando hay mayor contacto social». Y, si bien admite que no le gusta homologar la pandemia con una guerra, cuenta que conviven cada día con una parte de contagiados y otra de muertos. «Nosotros lo vivimos bien de cerca, el año pasado perdimos a ocho compañeros de toda la vida del hospital.»

El 10 de agosto del 2020, un auto azul ingresa a los bocinazos a la guardia del hospital. Un hombre a los gritos pide ayuda para su mamá. Luis Hönig, médico traumatólogo de ese hospital, pasaba por la guardia. Aunque ya estaba fuera del horario de trabajo, auxilia a la mujer. No tiene el equipo de protección completo. Se mete dentro del auto, la coloca en una camilla y la lleva al shock room. Una vez allí, comienza a realizarle maniobras de reanimación hasta que la puede estabilizar. La paciente a la que le salvó la vida resultó ser positiva de Covid-19. Él se contagia. Días después Luis, padre de dos hijos y sin ninguna enfermedad preexistente, pierde la vida.

Interior del hospital Interzonal General de Agudos Eva Perón – Fotografía Evelyn Schonfeld

Varios meses después en el mismo hospital, el silencio invade el despacho de Alejandro, su compañero. Luego de unos segundos, dice: «El personal sanitario está extenuado, agotado psicológicamente.» Si bien menciona que hoy la mayor parte de los trabajadores de salud están vacunados, la fuerte presión de la tarea hace que estén en un estrés permanente. Y agrega: «Cuando bajaron los casos en el verano, hubo que atender la demanda postergada de otras patologías.» Dice que Alberto Fernández se equivocó al declarar que el sistema de salud se relajó. Pero define como acertadas el conjunto de decisiones que viene tomando el gobierno.

En esta línea, aplaude las últimas medidas restrictivas tomadas, que lograron un leve descenso de casos y de ocupación de camas en la provincia de Buenos Aires. Con respecto a esto, señala: «Las medidas son para bajar los casos. Si entramos al invierno, momento en que además circulan otros virus, con una meseta alta; otra vez el sistema sanitario va a estar en su máxima tensión y no vamos a poder dar respuestas. Hace tres semanas estábamos en casi el triple de casos del peor momento del año pasado. Nosotros estábamos en el 100% de ocupación.»

Frente a esa situación, en el último tiempo se reactivó la red de derivaciones que posibilita trasladar pacientes a hospitales cercanos para descongestionar la demanda. Aclara que no es sólo con el sistema público. También con el privado. «Hay un buen trabajo conjunto».

Una llamada interrumpe sus palabras. En estos tiempos, resulta casi utópico no mirar el celular por unos minutos. «Esto puede esperar» susurra. Dice que no entiende el reciente fallo de la Corte Suprema de continuar con la presencialidad en CABA. «Hay una necesidad de salir de todo este padecimiento. Muchos como mecanismo de autodefensa niegan la realidad, nosotros no tenemos esa opción. Las discusiones acerca de la presencialidad o virtualidad, o si parar o no la actividad económica, son secundarias. Esos temas los podés discutir si hay vida.» En cuanto a las personas que participan en fiestas clandestinas, expresa: «Uno puede entender que se plantee la necesidad económica o de vínculo pedagógico. Pero llevar adelante reuniones sociales, directamente es no estar en línea con lo que estamos viviendo.»

Ahora es un sonido más breve el que llama la atención desde su teléfono. Una, dos, tres veces. Los mensajes se acumulan. Le consultamos por algunas de las polémicas que envolvieron al gobierno este último tiempo: el vacunatorio vip y la empresa de testeos en Ezeiza que está siendo investigada por irregularidades. Responde que no puede haber lugar para ese tipo de cosas. «Ezeiza es la barrera de contención para que no entren nuevas cepas,no puede haber acomodamientos y especulaciones económicas, se tiene que investigar en profundidad. Lo mismo, es injustificable que algunos hayan tenido privilegios en la vacunación” asegura, e inmediatamente agrega: “También corresponde decir que algunos medios de comunicación hacen un aprovechamiento de esas situaciones, pero nunca hablan de la excelente gestión que están haciendo, en términos generales, tanto el gobierno nacional como el provincial.»

Interior del hospital Interzonal General de Agudos Eva Perón – Fotografía Evelyn Schonfeld

La esperanza puesta en la vacuna

La salida está cerca. Define como «el último esfuerzo» los cuidados que hay que intensificar nuevamente en los próximos cuatro meses. «La esperanza es la vacuna. Todas las vacunas demostraron ser eficaces y funcionan para todas las variantes. En la medida que se vaya vacunando a toda la población vamos a estar más cerca del final de todo esto.» 

Por otra parte, plantea que es imprescindible la liberación de patentes. En este punto se detiene, y explica: «En esta etapa de extrema vulnerabilidad en muchas regiones tiene que haber una consideración moral. Los gobiernos deben presionar a las empresas para liberar las patentes y permitirnos superar este momento. En todo caso, que luego vuelvan a regir. Porque esto no se termina acá, el año que viene hay que volver a vacunarse. El negocio ya está hecho y superado.»

Alejandro Saied director del hospital Interzonal General de Agudos Eva Perón – Fotografía Evelyn Schonfeld

Y completa: «Los líderes del mundo sugieren la liberación no sólo por un principio ético, sino por una cuestión de autocuidado. Esto es pandémico: si vacunamos al hemisferio norte y no al hemisferio sur, el hemisferio norte se va a seguir enfermando y va a seguir gastando miles de millones de dólares en cuidados médicos que podría superar si liberan las patentes y se vacunan todos.»

Otra vez un ringtone interrumpe. Esta vez no puede esperar: lo necesitan. Nos levantamos. Agradece la entrevista. Nosotros a él por todas las veces que calló un momento el celular para contar su historia. Se abre la puerta, y las sirenas vuelven a sonar. Nunca pararon. 

Hospital Interzonal General de Agudos Eva Perón – Fotografía Evelyn Schonfeld

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