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“Nada va a ser justo”

Hoy inicia el juicio a los responsables del asesinato de Jonatan Sagardoy. El 30 de agosto de 2019 en Ballester siete personas lo persiguieron y le dispararon sin mediar palabra. Murió creyendo que había sido víctima de un intento de robo, y no que se estaban vengando por un asalto por el no tenía nada que ver. El jueves serán los alegatos y la sentencia se espera que llegue la semana próxima. Zorzal Diario dialogó con Gilda Berri, la mamá de Jonatan: “Nosotros pedimos perpetua, no me va a aliviar, pero me va a dejar tranquila, cada minuto que mi hijo sufrió lo tienen que pagar, mi hijo se sintió morir y ellos lo tienen que pagar. La justicia me tendría que devolver a mi hijo para que sea justo, y no va a suceder”.

Foto: Sol Masini

Gilda abre la puerta y varios caniches acuden ladrando, en el interior de la casa, donde se realiza la entrevista, hay varias cajas donde se ven los carteles con la foto de Jonatan pidiendo justicia, también algunos fluorescentes donde se lee “Justicia es Perpetua”. Liliana, la hermana de Gilda, también se encuentra presente durante la entrevista, como lo hizo durante todo este tiempo. Ambas tienen puesta la remera con la foto de Jonatan y la consigna que pide justicia por su asesinato. En el living, en la entrada de la casa también están los bombos que le prestó la murga Los Paranoicos de Ballester, “vamos a ver si hacemos un poco de ruido”, comenta Gilda.

“Al principio no se entendía que había pasado”, comienza a relatar la madre de la víctima, “Mi hijo se fue de este mundo creyendo que lo iban a robar. Las últimas palabras fueron ‘yo no me voy a dejar robar’, le dijo Cristian, el amigo que iba con él. Cuando lo vi después de que me dieron el parte fue desgarrador, jamás pensás en ver a tu hijo así: entubado, con cables por todos lados”.

Como no le daban información, después de varias horas, Gilda subió al quirófano, porque estaba desesperada, no sabía cuál era la gravedad. Ahí se dio cuenta que era muy importante lo que había pasado, porque era todo un lago de sangre, el medico lleno de sangre, sabanas y trapos llenos de sangre. El medico la miró y le dijo que tenía que esperar el parte. Al otro día a la mañana le dieron la peor noticia que le pueden dar a una madre.

La policía lo trató como un delincuente y no lo dejaban entrar al hospital Eva Perón. al que llegó como pudo después de sufrir el ataque. Le pedían explicaciones hasta que igual caminando entró a la guardia y se desvaneció.

Foto: Sol Masini

“El quiso escaparse para que no le robaran”, explica Gilda: “Actuó mal la policía, no encontraron la bala, actúo mal el forense, no vallaron el lugar. Siempre estuve atrás de la causa moviéndome, yendo a tribunales, hablando con la fiscal, yo soy ‘particular damnificado’, pero sé sabe que los tiempos de la justicia no son los nuestros. Siempre va a haber injusticia, pero que lo tienen que pagar lo tienen que pagar. Queremos una justicia justa, se llevaron la vida de mi hijo y uno necesita una justicia justa”.

El juicio está a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 5 de San Martín, por los jueces Adrián Fernando Berdichevsky, Luis Rubén Molinari y María del Carmen González. Serán dos audiencias el 3 y 4 de mayo, en la sala A del edificio judicial ubicado en Balbín 1753. El fiscal de instrucción es Fabricio Iovine y ahora la fiscal de juicio Paula Leiva.

Nicolás Gómez y Cristian Biasutti llegan al juicio detenidos y acusados como autor y partícipe necesario, respectivamente, del “homicidio agravado por el uso de arma de fuego” de Jonathan Sagardoy y la tentativa de asesinato de su amigo Cristian Castro, herido en el mismo hecho.

Foto: Sol Masini

“Para mi todos los que estuvieron, que son siete personas, merecen un castigo, porque ninguno fue a denunciar, planearon todo lo que tenían que hacer y ninguno denuncio. Todos estaban ahí. No sé cómo duermen tranquilos, podían haber hecho algo, todos se callaron la boca, hasta que se empezó a saber todo. Leandro Morales también está imputado, pero no será enjuiciado ahora porque está esperando la respuesta de casación” detalla Gilda.

No se encontraron armas ni celulares. Para la madre de Jonatan todos sabían lo que tenían que hacer porque estaban acostumbrados a tener armas, lo que no sabían era el desenlace que iba a tener su hijo después: “Cuando portas un arma sabes y si disparas más, la gravedad de lo que podés causar. Nosotros nacimos acá, todo fue en un par de cuadras a la redonda, todo paso en su propio barrio, mi cuñado vivía a mitad de cuadra, no se entiende”.

Varias veces durante la charla a Gilda se le llenaron los ojos de lágrimas, pero no dejo caer ninguna sobre su mejilla, enseguida su fuerza la mantuvo firme y siguió con su relato, contando cada momento de estos largos años, más de tres, que lleva su lucha adelante por lograr que los que le arrebataron la vida a su hijo paguen con el castigo que dicta la ley.

Gilda recuerda que al principio no sabía que empezar a hacer: “el padre recaudó datos y yo preparé una marcha, hicimos varias consecutivas pidiendo justicia”. También en este tiempo se reunió con muchos familiares de víctimas que al igual que ella, reclaman por justicia, no solo de San Martín sino de otros partidos: “Siempre participe de las marchas y los actos, siempre que puedo voy porque yo también trabajo y a veces no puedo estar en todos lados, pero a mí me sostiene, me hace bien”.

Foto: Sol Masini

Gilda trabaja para la municipalidad de San Martín en un centro que realiza actividades para la tercera edad, trabaja en las oficinas y atiende a las personas que van al espacio, a los talleres. Le hace bien ayudar a los abuelos y las abuelas, escucharlos, con sus necesidades.

“Nosotros pedimos perpetua”, subraya Gilda: “Eso me dejaría tranquila, no sé si me va a aliviar, pero me va a dejar tranquila, cada minuto que mi hijo sufrió lo tienen que pagar, mi hijo se sintió morir y ellos lo tienen que pagar. La familia que formo se quedó sin su sostén, mi nieta se quedó sin su papá”.

Gilda espera poder decir unas palabras durante el juicio: “Espero estar de la mejor manera, va a ser la primera vez que los vea, le pido a Jonatan que me de fuerzas. Quiero hablar del daño inmenso e irreparable que nos hizo a toda la familia, más a la familia que formo”, alcanza a terminar la frase antes de que su voz se quiebre, pero se repone enseguida y continua el relato: “Dependían mucho de mi hijo, mi nieta no sabía tomar un colectivo, la llevaba y la traía a todos lados. Él era para todo. Ella hizo la secundaria en el Liceo y él trabajaba enfrente, la llevaba siempre. Ahora está yendo al psicólogo porque no está bien, siempre fue muy callada, traga todo. Ahora termino la carrera de azafata y va a estudiar inglés, cambió porque iba a ser perito forense, pero cambió”.

La vida de Jonatan

Su madre afirma que Jonatan era divertido, amiguero y buen papá: “Con mi nieta se llevaban muy bien, con mucho sacrificio le pudo hacer los quince, nos movilizamos un montón para el cumple. Yo orgullosa que le pudo hacer el cumpleaños a su hija. Nosotros venimos de familias humildes, pero siempre con sacrificio, somos humildes pero trabajadores”.

Cada vez que Gilda sale a pegar carteles para reclamar por el pedido de justicia cuenta que la gente le habla: “Ayer justo un hombre me dice: ‘Que bueno que era, no sabes cómo atendía, nos poníamos a charlar mientras me cortaba la madera’, lo conocía del Easy, muchos clientes se acercaron se preocuparon mucho, vinieron a verme, estuvo diez años en la parte de carpintería, tenía muy buena atención, para mi es una satisfacción que los demás vengan a decirme eso, que me digan la clase de persona que era, me emociono”.

Jonatan era el único hijo de Gilda y por eso el recuerdo que tiene de él es inmenso: “Era muy agradable y muy habilidoso en un montón de cosas, como en matemática, a mí siempre me ayudaba, yo todo recurría a él. Lo conocía mucha gente acá en el barrio, menos ellos. Quisieron hacer justicia por mano propia, en todo caso hubieran denunciado. Lo vieron pasar dos veces y creyeron que era uno que les había robado, pero vos en tu barrio vas y venís, él fue a dejar a un amigo y volvió, lo vieron pasar dos veces y bueno… yo todavía no caigo, lo extraño horrores, me cuesta mucho pegar carteles porque verlo ahí en un papel en una imagen, duele un montón”.

Foto: Sol Masini

A pesar del dolor Gilda encuentra en su recuerdo imágenes de alegría para describir como era su hijo: “Siempre le encantaba hacer asado, las fiestas de fin de año, el cumpleaños, invitaba a todo el mundo, lo festejaba siempre en la casa del abuelo. Le gustaba reunir gente atender, la navidad era impresionante, compraba estrellitas, por un lado, era tan grande, tan hombre y después tan inocente, le gustaba el festejo, era muy alegre. Le encantaba estar para los demás”.

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