Ni un inocente menos, ni una bala más
A Jonatan Sagardoy ocho personas lo persiguieron, y le dispararon sin mediar palabra. Con un tiro en el torso, como pudo, logró llegar en su camioneta al hospital Eva Perón, creyendo que había sido víctima de un intento de robo, y no que se estaban vengando por un asalto con el que él no tenía nada que ver. Murió dos días después.
—Esa camioneta me robó hace 15 días.
—¿En serio?
—Vamos a buscarlo— algo así habrá sido el diálogo de las personas que terminaron con la vida de un inocente.
Jonatan Sagardoy manejaba su camioneta, con Cristian “Cirilo” Castro en el asiento de atrás, la noche del viernes 30 de agosto, rumbo a la casa de otro amigo. Dos autos y una moto con ocho personas venían siguiendo a su Peugeot Partner gris, hasta que lo rodearon.
Según la reconstrucción que se pudo hacer, uno se puso adelante y otro a la par. En este último estaba la supuesta víctima del robo que desencadenó la cacería. Dos hombres se bajaron del auto de adelante y uno de ellos disparó su arma contra el conductor. La bala entro por la axila derecha de Jonatan. Creyendo que querían robarle, arrancó y logró escapar herido. Desde atrás dispararon por segunda vez. El balazo hizo estallar la luneta trasera e hirió en un hombro a Castro. Sagardoy siguió manejando como pudo y logró llegar al hospital Eva Perón. Allí murió dos días después por la pérdida de sangre y el daño interno generado en distintos órganos por el recorrido de la bala.
Jonatan Ezequiel Sagardoy era carpintero. Tenía 32 años, estaba casado y tenía una hija. Trabajaba desde hacía diez años en el sector de carpintería de “Easy” de San Martín y no tenía ningún tipo de antecedente penal. El hecho ocurrió a las 0.20 del sábado 31 de agosto en la calle Montevideo, entre San José de Flores y San Pedro, en Villa Ballester, y ya hay dos detenidos.
De acuerdo a lo que logró reconstruir Fabricio Iovine, agente de la UFI 1 de San Martín, no todos los integrantes del grupo que salió a perseguir la camioneta Peugeot Partner de Sagardoy, creyendo que era un delincuente, sabían que había personas con armas y que estaban dispuestos a utilizarlas: “No se le puede atribuir el dolo homicida a todos. Los que más comprometidos están son el detenido, que ya admitió en su indagatoria que bajó armado y que se acercó al auto de la víctima por el lado desde donde provino el disparo, y otro que lo acompañó y no sabemos si también estaba armado”, confirmó el fiscal. La familia de la víctima pide que los atacantes vayan “todos presos”.
El fiscal ya les tomó declaración testimonial -y no como imputados-, a varios de los integrantes del grupo que participaron, quienes durante la noche del hecho, y antes de iniciar la persecución que terminó en el homicidio, estaban comiendo un asado. Uno de los comensales fue el arrepentido que se presentó a declarar en la comisaría 9na. de San Martín y aportó los datos necesarios para identificar a las personas implicadas, entre ellas al tirador. El presunto autor material del disparo, identificado como Guillermo Nicolás Gómez (26), se entregó en la comisaría 9na. y quedó aprehendido el domingo 1° de septiembre.
Iovine solicitó al juez de Garantías 3 de San Martín, Mariano Grammatico Mazzari, que la aprehensión de Gómez se convierta en una detención y que quede imputado por “homicidio agravado por el uso de arma”. El miércoles 4 de septiembre declararon los ocupantes del Fiat Palio y el que viajaba en la camioneta Renault Master, quien había denunciado un intento de robo en su casa unos 15 días antes. “Sabemos que no todos los que salieron a la persecución eran amigos. Los de la Partner, que es de donde bajó el imputado armado, eran conocidos del grupo, pero no íntimos”, aclaró un vocero judicial.
“Eran ocho los tipos que lo venían persiguiendo. Había uno en la Master, tres en el Palio, dos en la Partner y dos en la moto. Dos se bajaron de la Partner y fueron a increparlo. El que tenía el arma se acercó por el lado del acompañante de la camioneta de Jony, que tenía la ventanilla baja, y sin decir ni una palabra le pegó un tiro que le ingresó por la axila derecha”, dijo Oscar Olivieri, cuñado de la víctima, a Télam.
El misterio de la bala
El fiscal Iovine intenta determinar todavía cuál fue el arma empleada en el crimen, que no fue secuestrada en la causa y tampoco entregada por el único imputado cuando se presentó y quedó detenido. En la autopsia no se pudo secuestrar ningún proyectil y se espera la historia clínica del hospital Eva Perón para ver si en alguna operación, le extrajeron la bala homicida.
El cuñado de Jonatan encontró este martes 10 de septiembre una bala en la luneta de la camioneta de la víctima, que ya había sido entregada a la familia después de las pericias. Esta no fue hallada en su momento por los peritos que revisaron el vehículo. Se trata del primer proyectil que se encuentra y queda secuestrado en el marco de la causa. La bala que mató a Sagardoy, y que supuestamente había quedado alojada dentro de su cuerpo, no pudo ser extraída en el hospital donde atendieron a la víctima, ni fue recuperada luego en la operación de autopsia.
“Me puse a buscar a fondo, corrí los asientos y encontré la bala en el piso de chapa de la camioneta, junto a algunos fragmentos de vidrio de la luneta trasera. Yo sabía que no podía ser que no apareciera la bala, pensé que estaría entre la ropa y las cosas que había y la encontré”, contó Olivieri, quien de inmediato se comunicó con la Policía y la fiscalía para que vayan a secuestrar el proyectil.
Fuentes de la investigación revelaron que la presunción, a partir del sitio del hallazgo, es que ese sea el proyectil que destrozó la luneta trasera, hirió al amigo de Sagardoy que lo acompañaba en el asiento trasero y, luego de algún rebote, quedó en el piso del vehículo. Esta bala es la primera que quedará incautada en el expediente. Es que si bien en la historia clínica del hospital Eva Perón, donde fue atendido hasta que murió tras dos días de agonía, figuraba que el paciente tenía el proyectil alojado en el cuerpo, cuando el cadáver fue sometido a la autopsia, los forenses no lo hallaron.
Iovine convocó a declarar a los médicos del hospital que trataron al herido y la profesional que lo operó afirmó que la bala estaba alojada en la pared abdominal y no la pudieron extraer. Las tomografías secuestradas de la historia clínica también revelan que el proyectil estaba dentro del cuerpo, por lo que ahora Iovine le tomará declaración a los médicos forenses de la Policía Científica, que practicaron la autopsia para aclarar qué pasó con esa bala.
En su indagatoria, Gómez dijo que el arma no era suya, que la tomó de la camioneta Partner donde él viajaba y se refirió a ella como “la 40” -en referencia al supuesto calibre-, pero la familia indicó que, por lo que le dijeron en el hospital, se pensaba que la bala que hirió y mató a Sagardoy, era calibre 22.
Nada de esto fue un error
Los propios allegados de la víctima acercaron a los investigadores a uno de los participantes del hecho, que confesó que salieron a perseguir la camioneta de Sagardoy pensando que se trataba de un ladrón, pero que se habían confundido de persona.
“Nos enteramos que entre los que cometieron el hecho había un conocido de Jony. Cuando los familiares y amigos empezamos a contar por redes sociales lo que había sucedido, este muchacho se comunicó con nosotros y nos contó llorando lo que había pasado, que se habían equivocado de persona”, explicó Olivieri.
Al hombre de la camioneta Master, uno de los perseguidores, le habían querido robar en su casa hacía 15 días y pensó que el vehículo de Sagardoy estaba implicado en ese hecho. “No sabemos bien por qué se equivocaron. La policía nos dijo que se confundieron porque la camioneta de Jonatan pasó dos veces cerca de la casa de donde salieron estos asesinos. Pero mi cuñado pasaba por ahí porque era vecino, vivía a sólo cuatro cuadras. Jonatan era un pibe de laburo. Lo están queriendo ensuciar diciendo que era un delincuente y no lo vamos a permitir. Estos asesinos salieron a cazar a cualquiera y cazaron a mi cuñado, esa es la realidad”, concluyó Olivieri.
Según cifras oficiales del ex-Renar, en la Argentina hay 1.016.843 usuarios de armas de fuego autorizados por el Estado, de los cuales 305.381 están vigentes y 711.462, vencidos. Esas personas tienen registradas 1.618.877 armas de fuego. Según Ángela Oyhandy, del Observatorio de Políticas de Seguridad de la PBA: “La ‘inseguridad’ se instaló en la agenda pública en la última década del siglo XX y desde entonces se consolidó como un tema central tanto en la cobertura de los medios masivos de comunicación como en las conversaciones cotidianas”.
“El que quiere estar armado que ande armado y el que no quiere estar armado que no ande armado. Argentina es un país libre”, esta frase que largó como al pasar Patricia Bullrich, ministra de Seguridad de la Nación cuando realizó declaraciones en Río Cuarto, en noviembre de 2018, tuvo eco en Villa Ballester. Este permiso crea un clima que estimula a las personas a tener actitudes violentas, como este grupo que comía un asado cuando decidió vengarse de un robo.



