El genocidio sionista contra el pueblo palestino no es un hecho aislado ni un “conflicto reciente”:…
Nuestra Santa Evita de San Martín
Su nombre estuvo proscripto. Evita Morales se llama “Evita” -no Eva- y es una reconocida militante por los Derechos Humanos. Vive en Villa Concepción, el primer barrio obrero del país. Está ubicado en el partido bonaerense de San Martín y fue construido por Juan Domingo Perón mientras estaba en la Secretaria de Prevención y Trabajo, allí pusieron la piedra fundamental de este barrio donde se plasma la idea de la Comunidad Organizada, con su plaza, las escuela, su centro cívico, su hogar de ancianos, las unidades básicas del parido y de la rama femenina, las casas de tejas de una planta, sobre un trazado de calles ondulantes.
La mujer, recuerda que desde muy pequeña tuvo que defender con garras el nombre que heredó tras la muerte de la primera dama argentina en 1952. Militó en la Juventud Peronista (JP) en los ’70, y en la unidad básica Rama Feminista. Su madre y su madrina fueron quienes eligieron ponerle Evita, y el padre estuvo de acuerdo.
“Me siento orgullosa del nombre que me pusieron. Pero lo real es que a partir del 55 -el bombardeo en Plaza de Mayo- me trajo muchos problemas, estaba prohibido todo lo afecto al peronismo. No se podía hablar de Evita y Perón. Uno de los recuerdos que más me ronda es de los cuatro años -ahora tiene 65-, cuando estaba sentada en el cordón de la vereda, y una vecinita me dice, ‘a tus padres los van a meter presos porque vos te llamas Evita’. Es el primer recuerdo que tengo sobre las dificultades que me trajo mi nombre”, cuenta la militante a Zorzal Diario.
“En la escuela primaria tuve una maestra que borraba el nombre de mi cuaderno que me preparaba mi mamá y ponía Eva. Lo hacía porque Evita estaba prohibido. Pero mi mamá volvía a borrar y lo escribía otra vez. Todavía tengo el recuerdo del boletín con mi nombre borrado”, agrega.
Recuerda la voz de su padre que siempre le enseñó a defender su nombre. Cuenta que en la secundaria fue peor, estudió en la escuela normal Estados Unidos que está en el centro de San Martín. Allí había que rendir un examen muy riguroso para poder ingresar, y la mayor parte del cuerpo docente era gorila.
“Teníamos la materia educación democrática, y la docente se refería al peronismo como ‘la primera y segunda tiranía’. Cada vez que formulaba preguntas en clase, no me dejaba hablar. En un momento pasa y me toca la solapa del saco que llevaba puesto, y me dice ¿a usted por qué le pusieron ese nombre? Entonces le respondí, porque nací en el 11 de diciembre del ‘52, después que murió Evita y mis padres son peronistas”, relata.
Y continúa: “Mis compañeras y compañeros se quedaron mudos, pero yo sentí el odio de esa mujer, y la incomodidad del grupo de estudiantes. Recuerdo que volví llorando a mi casa, y le conté a mi mamá… ¿por qué me pusiste ese nombre? y me respondió con los ojos tristes: ‘cuando cumplas 18 y te renueves el documento te lo podés sacar’. Pero rápido se me vinieron a la mente las palabras de mi papá, sobre que tenía que defender mi nombre”.
Desde ese día su nombre se le hizo carne, y luego fue a la universidad. Allí también se encontró con profesores gorilas. Pero ella aprendió a manejar la situación, y cada vez que le preguntaban su nombre respondía con firmeza: “me llamo Evita por Eva Perón. Se enfurecían y me hacían la cruz, ya estábamos en los ‘70. De hecho, de la facultad de medicina me tuve que ir después del golpe del ’76, cuando un secretario me dijo ‘flaca tenés que irte porque los milicos ya pidieron tu legajo’. Ya había compañeras y compañeros desaparecidos”
Tuvo que abandonar la institución, el secretario le dijo que cuando se vayan los dictadores recién iba a poder volver. Entonces decidió estudiar instrumentación quirúrgica en San Martín. Evita es la primera promoción de profesoras.
“En ese tiempo me dedicaba a alfabetizar, era la encargada de eso. Enseñé en la iglesia del barrio, pero cuando se enteraron que lo hacía por militancia me echaron porque los ponía en riesgo. De ahí en adelante me dieron un espacio en el patronato de ciegos, allí trabajaba por las noches como enfermera, eran épocas muy difíciles, no se podía ni siquiera hacer reuniones y la prensa estaba suspendida. Pero igual nos las arreglábamos para juntar a quienes no sabían leer ni escribir”, finaliza Evita.
En la actualidad, Evita Morales es miembro de la Comisión por la Memoria, Verdad y Justicia de San Martín. Además, articula con varias organizaciones feministas y continúa trabajando en la construcción de derechos para la gente. Como sigue siendo estudiosa escribió el libro “Villa Concepción, 1er Barrio Obrero”, en el cuál cuenta la historia sobre el lugar donde vive, el primer barrio obrero.
Por Jesús Cabral
Fotos Evelyn Schonfeld