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OPINIÓN | “Las mujeres damos cuenta de otra forma de hacer política”

Por Romina Chiesa

Desde el primer paro que las mujeres le hicimos a este gobierno algo cambió en nuestra matriz: entendimos que la lucha era juntas. Contra el ajuste, contra los despidos, contra la feminización de la pobreza, contra el aborto clandestino, contra los femicidios y la violencia machista. Pero además, en este momento de tantas internas, disputas y egos, las mujeres estamos dando cuenta de otra manera de hacer política.

En el 2012 empecé a militar en el Movimiento Evita de San Martín, un tiempo antes había comenzado a ser delegada de ATE en un Instituto de DDHH dentro de la Ex ESMA. Ambas situaciones eran todo un desafio y una experiencia nueva. Si bien en los dos casos se trataba de la lucha por derechos y conquistas, una estaba ligada a lxs ultimxs de la fila y la otra a lxs trabajadorxs precarizadxs dentro de las estructuras del Estado. En definitiva en esos dos espacios de militancia la búsqueda era la misma: la Justicia Social.

En el Evita, al poco tiempo, una compañera me convocó para empezar a armar el Frente de Mujeres. Nunca había sido feminista (o al menos eso creía), nunca había leído a Simone de Beauvoir ni tenia idea de lo que significaba el patriarcado estructural. Sí entendía que algo no estaba bien, y que esas cosas que a lo largo de la vida me habían generado mucho malestar tenían que ver con las desigualdades a las que las mujeres estamos sometidas.

A partir de ese momento la vida cotidiana se repartió entre la militancia gremial y la militancia social, atravesada en ambos casos por el feminismo. Y desde ambos lugares, y desde la participación en espacios con el amplio movimiento femista argentino, se puede sentir que en estos momentos -de tantas internas, disputas y egos-, las mujeres trabajadoras estamos dando cuenta de otra posibilidad, de otra manera de hacer política.

Al movimiento feminista nos atraviesan las mismas luchas, sin importar de donde venimos o a donde pertenecemos. El patriarcado no distingue clases sociales, el patriarcado es estructural y es ahí donde nos encontramos, tratando de romper con esa estructura perversa.

En esta lógica de repartirme entre dos espacios distintos de militancia fui encontrándome con los años en muchos puntos en común. No es fácil sobre todo porque en algunas oportunidades electoralistas o reivindicativas los caminos no fueron los mismos. Las que lo hicieron mas fácil siempre fueron mis compañeras, las de ATE y las del Evita. De ellas jamás me tuve que bancar una chicana o un comentario mal intencionado, de muchos varones sí. Pero con las compañeras es distinto, porque  sabemos que no somos nosotras las que tomamos las definiciones sustanciales en nuestras organizaciones, son los varones, y nosotras muchas veces pagamos el costo o quedamos enmarañadas en sus lógicas.

Durante todos estos años transité la militancia muy ligada a la lucha por la interrupción voluntaria del embarazo y a que las mujeres podamos abortar de manera medicamentosa acompañadas, asesoradas y libres de toda culpa y todo prejuicio. Acompañé a mujeres de los sectores más vulnerados y en condiciones de extrema pobreza, como también a mujeres de los sectores medios con condiciones económicas resueltas. Por eso la marea verde llegó y fuimos miles y miles de mujeres juntas exigiendo por el Aborto Legal Seguro y Gratuito.

Durante todos estos años vi como los femicidios se cobraron las vidas de pibas de los barrios, de compañeras de la militancia, de compañeras de laburo y de mujeres a lo ancho y largo de esta patria. En todas las búsquedas de justicia las mujeres estuvimos juntas.

Este 8 de Marzo volvemos a parar y volvemos a copar las calles, y en un lado o en el otro las luchas son las mismas. Van algunos ejemplos: la lucha por la implementación de la Ley Micaela García; para institucionalizar a las promotoras territoriales en prevención de violencia enn los barrios; en el Estado, para que todxs lxs fncionarixs sean formadxs con perspectiva de genero; o el pedido de implementación del cupo laboral Trans; la creación de espacios para la primera infancia en los barrios y en los sectores de trabajo; el reconocimiento de las tareas de cuidado como trabajo, porque tenemos claro que “no es amor, es trabajo no remunerado”, como dice la consigna.

Claramente  algo esta cambiando. Cuidémoslo y fortalezcamos nuestras construcciones, las genuinas, las sororas, las compañeras y amorosas. Discutamos todo lo que tengamos que discutir pero siempre desde nuestras lógicas, y no desde las que nos propone el patriarcado, por que ahí si que la vamos a chocar.

Nosotras sabemos que a la invisibilizacion no volvemos nunca más. Sigamos empoderandonos y hermanandonos cada día, en cada acción cotidiana, esa es la manera que tenemos de fortalecernos y avanzar. Por nuestras reivindicaciones, por nuestros derechos para poder acceder a los lugares de poder que durante todos estos años nos fueron negados, para alcanzar la Justicia Social con nosotras, las mujeres, como protagonistas indiscutibles.

 

 

 

 

 

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