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Plata fácil, carniceros y clientes

Me dice Rubén que no es el primero, que tiene un montón y los guarda en la caja registradora, como una posibilidad o una amenaza, no sabe bien. “Ahora te muestro, dejame que atienda a la señora”. La mujer, después de rebuscar con la vista en la heladera mostrador, dice “haceme dos churrasquitos de paleta”, y luego de ver el precio en la balanza, agrega, “nada más”.

La señora saluda y cuando abre la puerta hay que correrse un poco. Tres clientes entran apretados aunque, en estos últimos tiempos, no suele juntarse tanta gente. Es un local chico pero con un alquiler grande. “Mirá, – Rubén vuelve de la caja registradora, a dos pasos de distancia del mostrador- solamente de alquiler tengo quinientos mil…” dice y extiende la mano mostrándome un abanico de folletos de prestamistas. Crédito fácil, al instante, sin demasiados requisitos: fotocopia del DNI y fotocopia de un servicio del local.

En esa misma cuadra hay tres comercios más y en la cuadra siguiente otros tantos que configuran un pequeño centro comercial en un barrio de clase media baja del conurbano bonaerense. Un petshop, un almacén polirubro, una librería, una remisería en decadencia, la panadería en la esquina, justo en la parada del colectivo, el “chino”, y algunos locales gastronómicos que son la salida rápida a una situación económica que no ofrece muchas alternativas. En todos ellos, los volantes de crédito en el acto, son moneda corriente. Dinero para salvar el día a día, prestamos de bajo monto para devolver a diario, con una tasa de interés que oscila entre el cuarenta y el sesenta por ciento.

“Yo trato de no caer en esto – y expone los panfletos sobre el mostrador como quien descubre una trampa-, se hace cuesta arriba pagar todos los días y que te quede algo a fin de mes”. Rubén sabe que la realidad se tornó una búsqueda constante de sortear lo cotidiano, ver de qué manera afrontar la recesión económica, un estancamiento del consumo instalado desde hacen ya varios meses largos.

Cuando salgo de la carnicería, después de comprar medio kilo de milanesas de pollo, veo que hay poca gente en la calle. Entran y salen de los comercios y en las bolsas que llevan consigo no tienen más de dos o tres productos. Recién comienza la segunda semana del mes. ¿Cómo se sostiene un comercio sin consumo y con costos fijos que van en aumento? Los datos de la inflación que brinda el Indec (2,1% en el último mes) no contempla alquileres ni servicios, los cuales tienen incrementos que bien podrían tildarse de usura, como los prestamistas, como los buitres sobre la carroña.

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