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San Martín Disidente

La comunidad de putos, maricas, travestis y tortilleras se hizo visible la semana pasada con tres hechos: 1) fue restaurado el mural -que había sido tapado- de dos gauchos que se besan en la boca en una de las paredes del Liceo Militar, 2) se celebró el segundo volúmen de la fiesta Viernes Disidente en La Bemba, en Villa Ballester, y 3) un diputado se declaró marica en las redes sociales. Todo  esto pasó en San Martín en la semana previa al 17 de noviembre, día de la Marcha del Orgullo de Buenos Aires.

Leonardo Grosso, el Diputado Nacional del Movimiento Evita y dirigente de San Martín, a través de un posteo de Instagram publicó una foto besando a su actual compañero, Guillermo Castro.  “Soy Marica y así elijo nombrarme, al clóset no nos empujan nunca más”, agregó en la mañana del sábado,  antes de salir para la Marcha del Orgullo LGBT en Capital Federal.

Coincidía con el Día de la Militancia peronista, y en su posteo enlazó las dos cuestiones: dijo que el orgullo es una respuesta política. “Nunca me imaginé estar haciendo esto. Quizás porque como le dijo mi compañero a su mamá al salir del clóset: ningún hijx aclara su sexualidad si es heterosexual”, comienza el texto redactado en lenguaje inclusivo.

Con 35 años, el diputado Grosso marcó que, durante su historia militante, sintió “contradicciones”: “La política es machista, patriarcal y se mueve en esos códigos”. Logró vencer las barreras gracias a que la marea feminista y disidente “pone todo en jaque” y confiesa que “con ellas no me siento más una minoría. Las pibas siguen abriendo caminos, como antes lo hicieron otres”, argumenta.

https://www.facebook.com/grossoleonardo/photos/a.306039739487964/2009078525850735/?type=3&theater

Con este mismo sentido militante, se organizaron las dos fiestas disidentes en Centro Cultural La Bemba, en Villa Ballester, en el partido bonaerense de San Martín.

Los viernes disidentes son “una propuesta de arte subversivo más fiesta queer”: sostienen la teoría de que la orientación sexual y la identidad sexual o de género de las personas, son el resultado de una construcción social y que, por lo tanto, no existen papeles sexuales esenciales o biológicamente inscriptos en la naturaleza humana, sino formas socialmente construidas.

Es la segunda fiesta que realizan en La Bemba, el viernes pasado, buscaron visualizar las disidencias a través de intervenciones artísticas, performances, música y fotos. “La mayoría de las personas que participamos militamos en distintas organizaciones sociales y partidos políticos. Es una forma de hacer manada, de armar trincheras en un contexto de país tan hostil como este. La fiesta es un espacio y un momento en el cual consumimos los productos que nosotros mismos hacemos, nos abrazamos y celebramos”, explica el periodista y militante Cristian Godoy García, a Zorzal Diario.

Muches de elles -y también con otres- son quienes reconstruyeron el mural de los dos gauchos besándose, porque lo habían tapado, como si el beso de dos hombres fuera una herejía, como si tuvieran derecho a tapar algo que ¿molesta? ¿moviliza?:  “Nos identificamos como putos, maricas, tortilleras o travestis. Pero es muy importante aclarar que no es lo mismo serlo en Capital que serlo en el Conurbano, o en alguna provincia”, apunta Godoy García.  Además, realizaron un “besazo”, porque como antídoto contra la crueldad del patriarcado decidieron multiplicar en vivo el gesto de los gauchos, con sus bocas dispuestas para la “pedagogía del amor”. Ese gesto de amor de Fierro y su compañero había sido pintado en 2017, cuando se cubrió casi todo el perímetro del Liceo Militar, en una gran muraleada, por el Día de la Tradición, cuando se organizó el primer Festival José Hernández.

Los autores del mural eligieron pintar a un gaucho besando a otro hombre, con rasgos bien de los pueblos originarios, problematizando la idea de tradición y la construcción que se hizo del macho argentino como figura de la patria, ese aborigen autóctono virilizado. Esa realidad retratada en la literatura argentina es invisibilizada o impensada, como si fuera un sacrilegio a la patria. Sin embargo, los besos existieron a lo largo de la historia, y no como la héteronorma, no como el patriarcado demandó que sea en su construcción.

Una semana antes de la edición 2018 del festival José Hernández, el mural fue atacado, tapando con pintura roja el beso que tan famoso se hizo en todo el partido bonaerense de San Martín. “A mi no me molestan los putos, pero es una vergüenza que insulten así a la imagen del gaucho que es nuestra tradición”, dijo un automovilista que se detuvo mientras lo restauraban.  Esa mancha de pintura en la obra de arte plasmada en el paredón de ruta 8 y Sarmiento, buscaba volver a silenciar, como se hizo en la historia argentina: porque es un beso que molesta, que les causa vergüenza a quienes siempre comprendieron la historia como una heteronorma.

Por Jesús Cabral.

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