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Sueño sobre ruedas: Patinadoras del Club Lynch representarán a nuestro país en el Sudamericano

Celeste González (17) y Belén García (20), son patinadoras del Club Lynch, y junto a su entrenadora, Verónica Luna, hablaron con Zorzal Diario sobre el recorrido que hicieron para llegar hacia el Sudamericano que se desarrollará del 29 al 12 de junio en nuestro país, en la provincia de San Juan. 

En Victorino de la Plaza 557, Villa Lynch, está ubicado el Club Social Lynch. Al ingresar todavía se pueden ver carteles con la consigna “Vacunate”. El club fue uno de los tantos centros de vacunación que funcionó durante la pandemia. Hoy asisten más de 180 chicas y chicos que realizan diferentes actividades deportivas.

En la pista, se encuentra Celeste realizando saltos, al mismo tiempo se escuchan indicaciones de su entrenadora y gritos de aliento. Cuando termina el entrenamiento, la joven se saca la protección de las rodillas y las medias, se pueden observar las piernas llenas de moretones.

Celeste y Belén empezaron a tomar clases con Verónica en la sociedad de Fomento Figueroa Alcorta, en San Martín, cuando tenían entre cuatro y cinco años. En el 2012, Verónica dejó de dar clases en aquel lugar, para comenzar en el Club Social Villa Lynch. Todas sus alumnas la siguieron.

“Me llegó un papelito en el buzón de mi casa anunciando clases de patín artístico. Y ahí arranqué, tuve unas intermitencias en la adolescencia, pero sigo en esto que amo”, cuenta Belén, quien participó en el Sudamericano de 2017 y ganó medalla de bronce.

Por su parte, Celeste, quien competirá en la categoría libre el próximo lunes 30, relata que su pasión por el deporte nació de muy chica. “Comencé a los cinco años, mi familia siempre me apoyó y me acompañó. Es un deporte caro, los patines que usamos superan los 200 mil pesos, lo que también implica mucho sacrificio desde lo económico y mucha entrega en la vida cotidiana”, cuenta Celeste, y dice que una de las frases que más escuchan sus amigos es: “No puedo, tengo patín.”

“Le dedico mucho tiempo a entrenar -prosigue Celeste-, relegando cumpleaños y la vida social que puede tener una chica de mi edad, pero el esfuerzo tiene su recompensa, estoy muy felíz de participar en esta competencia.”

En el caso de Verónica, la profesora, también debió resignar fechas importantes como el día de la madre, cumpleaños de sus hijos para poder acompañar a sus alumnas en los diferentes torneos.

Durante la cuarentena por el coronavirus, la profesora recuerda que les afectó mucho el ánimo de las chicas. “Yo buscaba la forma de contener desde lo emocional con clases por zoom, en la que hacíamos entrenamiento físico, charlas y juegos para pasarla lo mejor posible. Si las chicas tenían un poco de cemento en las casas les decían que se pongan los patines y practiquen”, sostiene.

Cuando en agosto del 2020, comenzó un paulatino regreso a las actividades, se dividieron en burbujas y volvieron a reencontrarse. Eran muchas las ganas contenidas de volver a patinar, concuerdan todas. 

Desde que se enteraron que competirán en el Sudamericano que arranca en junio, los entrenamientos se hicieron más arduos durante las últimas semanas. De las ocho horas que solían practicar, pasaron casi a duplicar el horario. Verónica revela que una de las estrategias que utiliza es ponerlas a las chicas a jugar al jenga para que trabajen la concentración.

Las tres coinciden en que en los años que llevan en el mundo del patín vieron muchas situaciones en las que los padres obligan a las niñas a hacerlo. “No es lo mismo venir a patinar obligado, que hacerlo por gusto”, dice Celeste, y agrega: “A muchas madres les gusta el deporte, pero a las nenas no, entonces no avanzan.”

Asimismo, afirma que en la sociedad se construye una imagen sobre el patín en el que muchas se cae en el simplismo que es un deporte fácil. ” Me dicen ‘tenés que jugar al fútbol 90 minutos, no es nada tres minutos de una coreografía’. No ven que es un deporte en el que te caes constantemente y te tenés que levantar. Tenés un montón de obstáculos. Es un deporte caro, los patines hay que traerlos de afuera, hay mucha presión, nervios, autoexigencia.”

Por su parte, Belén reflexiona que el patín es un deporte lleno de pasión, y sigue practicando “porque como cualquier actividad amateur, una lo hace porque le gusta, y a partir de ahí hay una entrega y una responsabilidad absolutas. Y concluye: “Sabés que no va a haber una recompensa económica, es un deporte de amor”.

Fotografía: Evelyn Schonfeld
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