El genocidio sionista contra el pueblo palestino no es un hecho aislado ni un “conflicto reciente”:…
Un trayecto solidario por las noches en San Martín
La ONG Ser Humanos con Conciencia Solidaria le acerca un plato de comida a quienes se encuentran en situación de calle en el partido de San Martín. Crónica de una noche de frío repartiendo comida.
Se prendían de a poco las luces de mercurio en la calle Rivadavia al 3700. El sonido del timbre parecía el único ruido que se escuchaba en la cuadra. Una mujer abrió la puerta, un pasillo largo y angosto revestido de cerámicas añejas y paredes grisáceas conducían a la cocina. Eran seis y media de la tarde. Las hornallas estaban encendidas junto a una olla grande. Cebolla, morrón, pollo trozado y salsa de tomate se agregaban a ella. El menú era guiso de arroz. El olor a verduras dorándose en el aceite se impregnaba por todo el lugar.
Milagros, una de las voluntarias, estaba cocinando. Con unos 40 años y flequillo al estilo Stone, dejó que se cocinen las verduras, se sentó en una banqueta blanca de plástico y encendió un cigarrillo. “Vamos que a las siete y cuarto viene Ariel”, dijo marcando el ritmo a los voluntarios.
Ariel, el chofer, vestía con una chomba gris que tenía estampado el símbolo de la Municipalidad de San Martín, que aporta el servicio de una camioneta Renault Kangoo para trasladarse en los recorridos. Saludó con un abrazo a Mili y comenzaron a cargar los insumos al vehículo. La noche era fresca, el viento soplaba sin cesar. A las ocho menos diez, esperaba Ricardo frente a las vías de la estación San Andrés. Un hombre grande junto a un tupper bajó el brazo. “Gracias a ustedes puedo comer todos los días muchachos”, mientras saludaba a cada voluntario con un apretón de manos.
La segunda parada era una plazoleta ubicada en las calles Pedriel y Pellegrini, en el centro de San Martín, esperaban cuatro hombres adultos en una mesa de dicho lugar. “Que rico que se ve esto, esta vez me trajeron queso ¿no?”, decía un señor entre risas. La Plaza Kennedy era el próximo destino, frente a la calesita de la misma estaban otros jóvenes. Eran doce, de diversas edades, muchos de ellos con problemas de consumo de drogas. Se entregaron los platos correspondientes, unos pedidos y siguió la recorrida. Villa Ballester era el tercer punto del trayecto, exactamente entre las calles Almirante Brown y Formosa una esquina que se volvió un techo para Enrique, un hombre indigente. Mili se acercó para darle su cena, pero no aceptó. “¡Querida! ya comí hace diez minutos, los vecinos me trajeron un plato de polenta”, se excusó, mostrando su bandeja vacía. “Por favor llévaselo a otro compañero”, aceptó las frutas con una sonrisa y se despidió.
“Es una organización de voluntarios y es muy difícil mantener el tiempo de ellos. Con las exigencias que vive esta sociedad, trabajar, nuestras casas y familias incluyendo los que estudian”, contaba Milagros. La Organización No Gubernamental está vigente desde 2012 cuando por decisión propia, algunas personas se juntaron para llevarle un plato de comida a las personas que por diversos motivos se encuentran en situación de calle. Desde la municipalidad de San Martín reciben desde alimentos no perecederos hasta la camioneta con la cual hacen el recorrido donde le llevan los platos de comida a quienes más necesitan. Además, en el contexto del debate por la aprobación de la emergencia alimentaria la Municipalidad aumentó en un 50% los insumos que les entregan, pero siguen sin ser suficientes debido a la creciente demanda.
“Salimos lunes, martes y miércoles. Entregamos comida y realizamos pedidos que ellos nos solicitan: ropa, frazadas, zapatillas y al otro día se lo alcanzamos todo rotulado con sus nombres”, señalando el bolso donde colocan las prendas. Durante la época invernal el recorrido se fue alargando, porque más gente estaba en calle o personas que tienen un hogar no pueden acceder a un plato de comida. La ONG no solo brinda el plato de todos los días, sino también que hablan con las personas y escuchan sus problemas. Lamentablemente, muchos de ellos están metidos en el consumo de droga y alcohol. A su vez, los derivan a centros pactados con el Municipio para poder rehabilitarse, llegar a conseguirles una pensión donde vivir o bien tramitarles el DNI de manera gratuita para que puedan conseguir un trabajo. Hay casos en los que pudieron lograrlo.
Con la crisis que atraviesa el país, desgraciadamente, cada vez más gente se acerca hacia ellos para pedir un plato de comida y ropa. Que existan estas cosas no debería alegrar, al contrario, es una ruidosa alerta que cada vez pisa más fuerte. Desde las personas voluntarias hasta los vecinos de San Martín realizan la labor que el Estado tendría que ejercer, sin embargo, gracias a la ayuda de los voluntarios las personas en situación de calle no podrían sobrellevar el día a día sin ellos.