El periodista Facundo Nívolo volvió al oratorio de la difunta correa luego de 30 años. Su…
El mundo necesita poesía
En una pequeña casa de San Andrés decenas de personas se juntan una vez por mes a celebrar el encuentro en torno a la poesía. El ciclo convoca a personas de todas las edades, desde adultos mayores hasta pequeñas infancias, vecinos del barrio y visitantes de otros distritos: el compartir y la poesía se celebran con música y cantos junto al fuego que alimenta una velada de entrecasa. Zorzal Diario dialogó con Juli Bionti y Maxi Masciotra, artífices del espacio que celebra una nueva edición este sábado 21 de octubre a partir de las 20.30 en Casa Encuentro, Agustín Álvarez 2461, San Andrés.

La puerta de la casa se abre y Maxi invita a pasar, como lo hace cada sábado que convocan a El mundo necesita poesía. Por un rato el espacio que habita cotidianamente se vuelve un lugar diferente del habitual. El ciclo comenzó en 2016 y desde hace dos años la cita se viene dando en su hogar.
Maxi trabaja en una radio y una compañera le contó que iba a venir un poeta español, “que es un copado y vos que estás en la movida ¿le organizas algo?, se llama Suso Sudón -recuerda Maxi-. Me pasa un disco que hizo con un músico, Pedro Pastor, en el cual mezclan poesía y música. Eso me voló la cabeza, y digo: ¿un evento de poesía? Yo no sé nada de poesía. Ahí Juli fue la referencia”.

Juli recuerda con precisión ese enero de 2016 cuando todo empezó: “Escribía poesía, publiqué un libro, pero siempre moviéndome en Capital porque no había movidas de poesía acá en San Martín. Si ya había mucho de música, ahí fue cuando nos conocimos, por un amigo en común”.
Juli se ríe de los inicios, creyó que iban a ser tres en el primer ciclo que hicieron y que iba a ser el único: “Era para darle un lugar al muchacho (Suso Sudón), el nombre viene de ahí, él tiene un poema que se llama El mundo necesita poesía. Llamé a los poetas que conocía, que eran todos de Capital, no conocía ni un poeta de la zona. Se re coparon en venir, un poco porque yo iba siempre”.

Ambos pensaron que iba a ser muy tranquilo, pero el lugar explotó de gente y en el micrófono abierto había una lista de cuarenta personas: “No lo sabíamos manejar -recuerda Juli-. La gente que se subió se quedaba a vivir y yo tenía a la señora, la dueña del lugar donde lo hicimos, que nos decía: ‘Bueno, ya cierro, este es el último’. Cuando vimos la movida nos pasó lo mismo a todos: un encuentro de poesía en el barrio mirá lo que movió, era algo que no se esperaba, estábamos acostumbrados a lo de la música a las bandas”.

Maxi agrega: “Se había armado un espacio que no existía en otro lado, no se encontraba en otro lado. Es el resultado de lo que nos pasa a nosotros, de lo que nos asombra y nos conmueve hasta hoy. Hay un laburo fuertísimo para sostener, pero es la consecuencia de lo que sentimos, escuchamos, nos gusta y nos da placer. El eje es el encuentro, es ir de vuelta a lo sencillo, ir de vuelta al fuego”.

Después de pasar por El Club de la Música y otros lugares, surgió la propuesta de Maxi de hacer el ciclo en su propia casa, acondicionándola para recibir a las personas que no paraban de preguntar, según afirma Juli, cuando iba a ser el próximo encuentro.
Al principio Juli dudaba de si la gente se iba a mover al barrio, “porque no es lo mismo que ir al centro de Ballester, que te deja el colectivo, te deja el tren. Maxi recontra positivo y recontra para adelante me dice: ‘probemos’, y fue una bomba. Mutó en algo más lindo todavía, empezó a ser un ciclo de entre casa, con lo lindo de entre casa, con la comodidad. El ciclo te invita a la primera vez, a superar el ‘no me animo’, a que después no te des cuenta y estás ahí disfrutándolo”.

“Es un escenario muy amigable, -aclara Maxi- no hay distancia entre el publico y el artista.Hay mucho respeto, mucha escucha. Eso es lo que se fue generando acá en casa. Siempre recibimos ayuda de amigos y familia, desde el primer momento: en el buffet, en el sonido. Esto es el ciclo, lo hacemos entre todos, siempre ayudan todos. Hay una contención fuertísima nunca faltó nada, nunca se desordenó nada, es como la casa de todos ese día, todos cuidan mucho”.
Un lugar de encuentro para que sucedan otras cosas
Juli Bionti piensa el espacio que arman cada mes como “un rinconcito donde venís y es diferente siempre, como abrir el mismo libro siempre y siempre sentirlo de otra manera y siempre te vas como enriquecido de algo más. Yo me voy de cada ciclo como contagiada de algo y espero haber contagiado a alguien de algo, es algo hermoso. Porque no pasa nunca, o sea, que venga gente a escuchar poesía a una casita en San Andrés y que venga predispuesta con el corazón vacío y llevárselo como un táper lleno de sobras hermosas. A mí me encanta”.

Sobre la convocatoria que tiene el ciclo, refieren que mucha gente que les está escribiendo para participar, eso habla de que el ciclo está resonando en otros lugares: “Tratamos de dar espacio para todos. Lo que hacemos es mezclar y poner alguien del barrio, que sabemos que convoca, alguien de afuera, que es una bomba, para que también conozca el barrio”.
El mundo necesita poesía pone de manifiesto algo que es una característica de los barrios del conurbano, a diferencia de lo que puede suceder en Capital. Es algo que menciona Juli, también se está necesitando en todos lados: “El barrio es muy de hermanarse y de amucharse. Creo que en todos lados se está necesitando una Casa Encuentro. Es algo que no se encuentra y que va más allá de San Martín. Es abrir la puerta para jugar un juego diferente, que no es meterte en un bar, no es irte a un boliche, es quedarte en patas en el pasto a escuchar algo lindo. Los poetas cuando empezaron a venir acá no podían creer lo que pasaba porque para ellos esto es un barrio. En un ciclo de poesía de Capital todos los que están ahí son poetas: hay cincuenta personas y son cincuenta poetas. Acá tenés gente que va a escuchar. El ochenta por ciento de la gente viene a disfrutar de la poesía, no viene subirse al escenario”.
Una de las habitaciones de la casa también esta acondicionada para recibir a niños y niñas, Juli, que es mamá, resalta la importancia de esto: “Creamos un espacio donde estás tranquila de que tu hija está jugando ahí, que tiene algo medianamente sano para comer, fue un gran aporte para el disfrute”.

¿Qué es la poesía?
Maxi -A mí me cuesta una definición, poner en palabras la poesía o el arte o estos espacios. Lo que me excita, me seduce, es que son otras formas de… y quiero dejar puntos suspensivos. Estamos muy acostumbrados a definir. Encontré en el arte, en la poesía, en la sonrisa, en los viajes, en la naturaleza; otra forma, hay otra historia. Cuando aceptas que esa es la poesía de la historia, se te hace menos pesado.
Juli -Para mí poesía es el próximo paso que no sé para qué lado va a disparar. Saber que tengo un próximo paso para dar. Que a algún lado me va a llevar, saber eso. Es la incertidumbre, pero a la vez saber que la incertidumbre depende de mí, de mi decisión y del por qué. Eso para mí está minado de poesía, porque tiene todo, mi experiencia: lo que pude, lo que no pude y lo que va a venir; entonces, en definitiva, es simplemente mi próxima decisión. Y espero que siempre mi próxima decisión esté minada de poesía, me conmueve. Es lo que me trajo hasta acá y los que me va a seguir conduciendo siempre, todo lo que fui viviendo y todo lo que está por llegar, que no lo sé, o sea, todo lo que ya sé que sucedió y la incertidumbre de lo que viene. Básicamente es lo que nos mueve un poco a todos. Es la historia lo que te mueve y lo que te conduce hacia algo, lo que te termina llevando al próximo paso.

Mirar hacia adentro para poder ver al otro
Sobre la situación que nos toca vivir como sociedad, en particular en el país y también a nivel mundial, Maxi Masciotra reflexiona: “En los peores tiempos es cuando más suelen surgir estos núcleos, estos espacios, y se fortalecen, se vuelve a lo sencillo, nos damos cuenta que existimos porque nos necesitamos fuerte, o sea: a la gente la ayuda la gente. A este contexto de crisis me toca verlo bien de cerca, me toca laburar en la cárcel, en barrios, ver que a la gente le falta el mango, ver cosas que no están para nada buenas que sucedan. Pero a la vez ver que, como cuando algo se quema, esa ceniza abona algo. También ver que este es el momento, se está transformando algo. Ves dónde estás, qué seguís haciendo y no tenés que verbalizar mucho. La respuesta la damos haciendo lo que hacemos, contagiando y sosteniendo, no es un amor de verano el ciclo y nuestra vida”.
Juli agrega: “Estamos muy faltos de mirar hacia adentro para poder ver al otro y ahí está la poesía, en esto: parar la pelota, reconocerse uno y poder disfrutarse con el otro, disfrutarse en el intercambio, enriquecerse, enraizar en el otro y darnos cuenta que está”.