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Los barrios tienen su escuela de música
La Escuela Popular de Música de San Martín festejó su primer año de vida con una muestra de alumnos. Fue en el Club de la Música, en Ballester, donde funcionó durante todo el año. Los pibes y pibas -todos de los barrios de la cuenca del río Reconquista- cantaron y tocaron en vivo junto a los profesores, debutando en los escenarios al ritmo del rap, los tambores y la cumbia.
La tarde del domingo se llenó de todo el entusiasmo de quienes forman parte de la Escuela Popular de Música (EPM). Las familias iban llegando con los pibes y pibas de Suárez, Lanzone y demás barrios de la cuenca, mientras se alistaban los últimos preparativos de sonido para la celebración. La decoración del Club, bien colorida para la ocasión: flores, guirnaldas, fotos y carteles que daban cuenta del camino recorrido durante todo el año: por quienes cumplieron el sueño de generar un espacio de formación musical y por quienes lo transitaron aprendiendo más de lo que los apasiona: la música.
“La EPM surge de los talleres que dan las organizaciones en los barrios, de hacer percusión con tachos, de compartir una guitarra entre 2 o 3, hasta que nos dimos cuenta que los pibes y pibas pedían más. Era necesario un espacio donde pudieran desarrollar un proceso de formación musical más avanzado que los talleres que se pueden dar en los barrios”, cuenta Yamila Safe, Trabajadora Social, militante de la Organización Civil Puntos de Encuentro y parte del grupo fundador de la EPM.
El proyecto nuclea a personas de organizaciones sociales como América Mestiza y Puntos de Encuentro, de espacios educativos o culturales como: Biblioteca Popular La Carcova, El Club de la Música y la Escuela Secundaria Técnica de la UNSAM. Son más de quince las personas que se involucran en esta movida para que los pibes y pibas tengan una formación musical de calidad.
“Me gusta mucho mi grupo, la EPM me ayuda a desarrollarme artísticamente. Las ganas de aprender y el ambiente me hacen querer venir, me siento cómoda”, se puede leer en uno de los carteles pegados en las paredes del gran pasillo de El Club de la Música, donde figuran varios testimonios de los alumnos y alumnas de la Escuela. “Lo único que agregaría son mas días y horarios de clase”, se lee en otro.
Gabriel Pogliahi, otro de los hacedores del proyecto, también militante de la Organización Civil Puntos de Encuentro y docente de matemática en la Escuela Secundaria Técnica de la UNSAM, explica: “Ciertas dificultades que se dan en el día a día no permiten hacer una formación mas especifica que la de los talleres. Muchas veces se llevan ideas muy piolas, pero por como se dan las cosas quizá no se pueden llevar a cabo. A partir de esa necesidad de generar otro tipo de formación y acortar la distancia que hay entre Ballester y Suarez es que nace la idea de la Escuela”.
Los instrumentos de la EPM fueron prestados por la Biblioteca Popular La Carcova, que los recibió hace un tiempo de una donación. El Club de la Música puso el espacio físico y las Organizaciones Puntos de Encuentro y América Mestiza, llevan a cabo el trabajo en el territorio. Muchos de los pibes y pibas van a la escuela Técnica de la UNSAM que también ayuda a esta articulación.
“A través de Santiago Bonardi, que es parte del Club y fue parte del armado de la Escuela, estos primeros años la Escuela se instaló acá. Es un lugar que está preparado para que los pibes puedan desarrollar una formación. Por ahora funciona un solo día, los lunes, con tres espacios en simultáneo: Armonía, Percusión y Canto, Rap y Producción Musical. La previa siempre es media hora acá en el patio tomando y comiendo algo”, expresa Gabriel.
“Nuestro sueño es tener un edificio en el barrio y que sea una Universidad de Arte. Esto es la construcción previa. La idea es poder llegar a cualquier pibe o piba de cualquier tipo y situación social, que la música sea el eje transversal de todo”, comenta con alegría “El Facha”, como apodan en el barrio a Gabriel. Y continúa: “uno de los profes de la Escuela tuvo una experiencia similar con los pibes de Carcova en la escuela de percusión ‘Siete octavos’, que funciona en Ballester, y contaba como a los pibes los transforma sacarlos del lugar donde transitan toda la semana”
“Todos militamos en Carcova, Lanzone, Costa Esperanza y vivimos en Suárez, Chilavert, Ballester. Las estructuras edilicias en los barrios no están preparadas para dar una formación en música y los talleres terminan funcionando como lugares de contención”, detalla “La Turca”, como la llaman a Yamila cuando la saludan los que van llegando a la muestra. Pero aclara con firmeza: “No es que queremos sacar a los pibes y pibas del barrio, creemos que es ahí donde tienen que seguir transitando. Lo que se plantea al venir a Ballester es ampliar el horizonte cultural. Acá hay un montón de movida, entonces, que puedan acceder. Traerlos acá, que para ellos era un viaje, les genera algo distinto y los predispone de otra manera”.
Gabriel se entusiasma con las palabras de su compañera y confiesa: “Estamos cerrando el año con 20 pibes y pibas. Hubo algunos que se quedaron en el camino, otros entraron más tarde, pero es un buen número para el primer año, teniendo en cuenta que a veces les cuesta mucho venir, es un logro que hayan podido sostener el espacio. Todos tienen edad de secundaria, la franja de edades va desde los 14 a 24, más o menos, con algunos infiltrados”
Mientras ceba mate y sigue saludando a todos los que llegan al patio del fondo del Club de la Música, La Turca cuenta con orgullo: “Tenemos un esquema de operadores territoriales que ayudan a los chicos a mantener las actividades. En el barrio siempre surgen cosas que les dificultan seguir. De cada organización que forma parte de la Escuela -América Mestiza, Puntos de Encuentro, Biblioteca Popular La Carcova- hay un operador territorial que acompaña el proceso de los pibes y pibas, el día a día. Ese trabajo es clave para sostener la asistencia a la Escuela”.
Ya parece estar todo listo, se ven pibes y pibas corriendo hacia los camarines con la remera blanca y negra donde se ve: una huella digital en un micrófono con las siglas EPM. Sera el primer show, de la primera camada, del primer año de la Escuela. Que pudo subsistir gracias a que organizó una fecha por mes en El Club de la Música, para con la entrada, poder financiar los gastos. “Como para cargar la SUBE para el viaje de los pibes y la merienda. Muchos artistas vinieron a tocar gratis para apoyarnos” enfatiza Yamila.
En las paredes, antes de entrar a la sala, donde se podrá ver a los alumnos y alumnas junto con sus profesores haciendo música sobre el escenario, puede leerse: “Aprendí cosas que no sabía”, “Sentí un poco de vergüenza, pero de a poco me fui soltando”, “Me gusto la descarga que salía de mí al tocar los tambores”.
Sobre el futuro de la EPM Yamila afirma: “El proyecto está escrito y es extenso. Propone un plan de estudio de 5 días a la semana, pero bueno, necesitamos tiempo y recursos para llevarlo adelante, en eso estamos. Nuestro objetivo es que la escuela crezca, esto recién empieza y es un estimulo muy grande estar haciendo este cierre de año. Queremos seguir sumando gente que quiera ser parte de la Escuela”, y Gabriel agrega: “Hay un grupo formado y tenemos un camino a seguir, pero estamos escuchando a todos y a todas”.