Por Leo González, Malena Tello y Facundo Cuesta La cooperativa Caracoles y Hormigas nace hace más…
Carta a una estrella
Este relato forma parte de una carta dedicada a una de las 194 victimas de Cromañón el 30 de diciembre de 2004. Mantener viva la memoria es obligatorio. Por Natalia Cabaleiro

Era Jueves 30 de diciembre, me juntaba a comer con amigas y amigos para despedir el año. En casa me había quedado sin crédito en el teléfono de línea, tenía saldo limitado, entonces me fui al teléfono público del chino de al lado de casa, a llamar para organizar la juntada.
Éramos vecinas de enfrente y hacía tiempo que no nos veíamos, desde unos días antes de Navidad. Apenas corte con mi amiga, te vi, las vi, ahí caminando por la vereda de enfrente . Te llame de un grito y me crucé corriendo a tu encuentro, nos abrazamos, estábamos contentas de habernos encontrado. Ibas con tu hermana, me comentaron que estaban un poco apuradas camino a un reci, el último del año . Y como era de costumbre, cada vez que nos encontrábamos nos acompañábamos a la parada de bondi.
En esa media cuadra hasta la parada y en el rato que esperamos el 41 nos pusimos al día: me contaste lo feliz que estabas de que ibas a ser tía de parte de tu otra hermana, yo te conté que estaba haciendo el bolso para irme a Samber primero y después para Gesell. Hablamos de que nos íbamos a encontrar ahí y de que ya estaba alquilado el bungaló, estábamos entusiasmadas con eso. Me dijiste que al otro día te cruzabas a ayudarme a armar el bolso y entre una cosa y otra llegó el bondi, más rápido de lo que esperábamos quizás, y nos quedamos con las ganas de seguir charlando. Te despedí, esperando verte al otro día. Te subiste, como tantas otras veces, ahí en la esquina del barrio que nos unió, solo que esa fue la última vez que te vi.
Después de eso te busqué, te lloré y son todos los días que te pienso y extraño. Me siento agradecida y honrada por haberte cruzado y haberte podido despedir.
Son y serán muchas las historias como éstas, repetidas en cada ser querido cercano a las 194 víctimas de aquella noche a la cual no olvidaremos jamás.
Gracias a vos petiza ojos color cielo, hincha de Racing, por haberme enseñado la amistad y hermandad. Brindo por haberte cruzado en mi vida, por la alegría que nos diste y por ser mi hermana elegida del alma y mejor amiga. Gracias por las risas infinitas, por las pijamadas, las aventuras y por enseñarme un poco lo que era la calle. Gracias también por haberme enseñado a luchar. Los pibes y las pibas de Cromañón presentes ahora y siempre.
Hasta siempre Eri, siempre vas a estar en mi corazón.
Tu hermana del alma, Nati.

