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Los comedores escolares del hambre

El Gobierno de la Provincia destina apenas $27,10 para cada porción de los comedores escolares, y las escuelas sólo reciben “cupos” para un 20% de los alumnos. Este viernes, las organizaciones sociales, la municipalidad, la Iglesia, los sindicatos y sectores empresarios lanzarán una campaña para combatir el hambre en San Martín. El consejero David Acuña ofrece un análisis de la situación.

La comida no alcanza, no alcanza en las casas de San Martín, no alcanza en los comedores comunitarios y tampoco en las escuelas. Este desfasaje en los precios y en las cantidades, no solamente hace que haya muchísimos chicos que se queden sin comer, sino que los que comen ven afectada la calidad nutricional de esa comida. Las escuelas no pueden comprar carne más que una vez por semana. En la infancia la calidad de la alimentación es central para el desarrollo físico y cognitivo.

El guiso se estira. Pero la fruta no puede estirarse: entonces algunos deciden darle la fruta solo a los más chicos, por ejemplo. Y los mandan a comerla en el aula para que el resto no vean. “Administrar la miseria no es el rol de los docentes ni de los auxiliares, es perverso”, remarca el consejero escolar David Acuña.

Tampoco calculan el hambre que tienen los chicos y chicas, que los días lunes quieren repetir, porque los fines de semana son menos los comedores comunitarios que atienden.

Números bajos

Contando todos los niveles, hay 50 mil menores escolarizados en San Martín, y sólo hay 11 mil niños y niñas que acceden a un almuerzo, y 35 mil que reciben raciones de merienda o desayuno. Las personas responsables de las cocinas vienen desarrollando un ingenio extremo para estirar las porciones, y endurecen el alma para decirle que “no hay” a los chicos que siguen pidiendo cuando se está rasqueteando el fondo de la olla.

“Más allá de los números, hablando con directivos y auxiliares de escuelas, los días lunes los comedores estallan. Y eso te habla de que en el fin de semana no se comió bien”, explica Acuña, preocupado.

El mal cálculo respecto de las raciones, nace de un promedio hecho en una época donde no faltaba tanto el trabajo. “Hay una matrícula total, y un promedio de los que van: el 100% de los chicos no van todos los días a la escuela, porque se enfermaron, faltaron. Siempre hay entre un 15 y un 20% que faltan. Pero los días lunes ese porcentaje faltante baja, porque van a comer”, cuenta Acuña, que en principio tenía la intuición pero que la pudo confirmar con los testimonios de directoras y cocineras que ratificaron ese dato, y le agregaron que “no sólo comen todos, sino que muchos piden repetir”.

Cambio de contexto

Si bien no es nuevo el problema de la alimentación en las escuelas, porque la administración de Scioli tampoco le dio prioridad a la educación, había otro contexto social donde el comedor escolar no era una estrategia central para las familias humildes, que contaban con otros dispositivos para alimentar a sus pibes, o directamente se lo podían financiar ellos mismos.

“Necesitamos miles de cupos más”, agrega Hernán Álvarez, consejero escolar con mandato cumplido, que comparte con Acuña la pertenencia a la Corriente Popular Descamisados: “Porque antes era una opción, antes la mayoría de los chicos no comían en la escuela. El turno mañana terminaba sus clases, y se iban todos rápido para sus casas. Eran los menos los que comían en el comedor de la escuela. Ahora los comedores están llenos: comen casi todos los pibes de los dos turnos. Unos llegan más temprano para comer y otros se van más tarde. No les importa el tiempo: aprovechan el plato de comida”.

Arrastrando la herencia de la década pasada, cuando no todos se quedaban a comer, los cupos de desayuno y merienda son mayores a los de comedor. Por ejemplo, en una escuela con 750 chicos, hay 500 cupos de desayuno y merienda, y hay entre 250 y 300 raciones de almuerzo. Queda en manos de los directivos de cada escuela la capacidad de organizarse con sus comunidades educativas para resolver el problema.

David Acuña, en la puerta del Consejo Escolar de San Martín

Teléfono para Vidal

El gobierno de la provincia no ofrece ninguna respuesta, y obliga a que los directivos de cada escuela piensen cómo administrar la pobreza de recursos: un día comen los de sexto grado, otro día los de tercero. A veces hay hermanitos en cada grado, y es difícil explicarles que uno puede comer y el otro no. Se quedan esperando afuera, a ver si en algún momento los dejan pasar.

“La decisión político-administrativa de aumentar toda partida presupuestaria bajo todo concepto es de la Gobernación de la Provincia. El Consejo Escolar puede solicitarlas, pero la decisión es de la gobernadora. Pero dudo que tenga la voluntad de hacerlo. Del presupuesto aprobado para el 2018 eran más de 9 mil millones y sólo se terminaron erogando un poco mas de 3 mil millones. En lo que va del año la Provincia solo ejecutó un poco más del 20% de su presupuesto. Es claro que Vidal, al igual que Macri, no desean invertir en la educación pública”, dice el consejero escolar David Acuña.

Los alumnos tienen sueño, están cansados, tienen hambre, no pueden aprender. Los y las docentes ven afectado su rol pedagógico: les preocupa más esta situación sobre la calidad de vida de sus alumnos.

En el análisis también es importante contemplar lo que pasa en las distintas áreas geográficas: no es lo mismo Villa Ballester o el centro de San Martín, que el Área Reconquista, donde el hambre pega más fuerte. Nadie espera que este análisis corra por cuenta de la administración provincial, que todos los meses retrasa la entrega de sus partidas y obliga a que el municipio financie los comedores hasta que lleguen los fondos. De la misma forma, la administración de Gabriel Katopodis se ha hecho cargo de la inversión en infraestructura de muchos establecimientos educativos provinciales.

Aumento de precios de alimentos

El problema además es que con el aumento del precio de los alimentos cada uno de los cupos tampoco alcanza para cocinar una ración de comida. Según una resolución a la que tuvo acceso Zorzal Diario, el 14 de diciembre de 2018, el Director del Servicio Alimentario Escolar, Gustavo Quian, dispuso que desde el 2 de mayo de 2019 se “incrementen” las partidas alimentarias que eran de $24,28 la ración de “almuerzo/doble” para alcanzar el valor de $27,20. Se puede ver la imagen con el resto de los incrementos, que desde ya son insuficientes. Vidal se jactaba en sus primeros meses de gobierno de haber duplicado el presupuesto para cada ración: de 12 a 24 pesos, redondeando cifras. En el contexto de inflación y hambre, hoy estas cifras están tremendamente desactualizadas.

En la Ciudad de Buenos Aires se destinan $ 110 por la ración de comida. Es un menú caliente, una bandejita, que debería completar todos los nutrientes que los chicos necesitan. Y tampoco alcanza. En provincia de Buenos Aires, donde aumentó muchísimo la demanda, aún deben contentarse con menos de 30 pesos para un 20% de los chicos que van a clases.Y estirar.

A veces un ejemplo sirve de muestra. El jardín 901 tiene una matrícula de 85 chicos, y una asignación de cupos de desayuno y de merienda de 66 pibes. “Podría ser razonable si no todos los chicos se quedaran a cumplir la jornada completa. Pero hoy por hoy las 85 raciones se hacen necesarias, y la alimentación en los primeros años es central”, remarca David Acuña y agrega que “la responsabilidad no puede caer sólo sobre sus padres. El Estado es responsable”.

Campaña por un San Martín sin hambre

Esta misma situación que se ve reflejada en los comedores escolares la vienen padeciendo los comedores comunitarios municipales, los de las organizaciones sociales y los de la Iglesia. Este viernes, distintos sectores de la sociedad de San Martín se reunirán para crear un fondo solidario contra el hambre, con participación del intendente Gabriel Katopodis, del rector de la UNSAM Carlos Greco, con el Obispo Miguel Ángel D’Annibale, con la Cámara de PyMEs y la participación de sindicatos, entre ellos los docentes y los de Alimentación. “La idea es aportar todos a un fondo común, aumentar las partidas y geolocalizar cada comedor o merendero para que las instituciones y personas puedan donar alimentos, infraestructura o su tiempo”, explica el diputado Leonardo Grosso, que a nivel nacional impulsa la Campaña Comer Bien, Con hambre no hay futuro.

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