El genocidio sionista contra el pueblo palestino no es un hecho aislado ni un “conflicto reciente”:…
Villa Ballester: Compraron la casa hace 17 años, aparecieron otros dueños y los terminaron desalojando
A cualquiera le puede pasar. Rosana Álvarez y su familia habían firmado un boleto de compra-venta, pero no tenían una escritura formal. Compraron la casa de buena fe, pero no pudieron evitar el desalojo, el miércoles pasado, de su casa en Villa Ballester, donde vivieron más de 17 años. Habían invertido mucho dinero en arreglos y edificaciones: son 19 integrantes. Ahora tienen que separarse y vivir en tres casas diferentes, en barrios distintos.

Durante casi 20 años la familia proyectó su vida en este inmueble, que se amplió para recibir a los nietos. Hasta que un día otras personas reclamaron su propiedad. Y el laberinto de la justicia (casi) siempre termina expulsando al que menos tiene.
Rosana Álvarez cuenta a Zorzal Diario que compraron la casa de Ballester hace diecisiete años, y hace unos años “apareció una gente reclamándola”. Ahí empieza el episodio judicial: “Pusimos unos abogados que no hicieron nada, nos dejaron a la deriva y entonces el juez le dio curso legal a lo que pide esta otra parte”.

Pablo Amarante, coordinador regional del Centro de Acceso a la Justicia (CAJ), estuvo acompañando a la familia en los últimos seis meses, logrando postergar el desalojo, y ganar tiempo para que la familia resuelva su situación. “Esta historia es un ejemplo del precario acceso a la justicia que tienen los sectores populares: nadie les explica los tiempos, qué contestar, cuando contestar. Hay un plazo para contestar una intimidación así a un desalojo, y a Rosana se le pasó ese tiempo”.
Cuando Rosana conoció el CAJ, ya era tarde. “Si lo hubiese conocido antes no habría perdido la casa”, dice entre lágrimas la mujer de 53 años. “Ahí ya estábamos perdidos, pero luchando ganamos atrasar seis meses el desalojo. Trataron de hacer todo lo que pudieron, pero se llegó a la situación de tener que dejar la casa. No hay más nada que se pueda hacer. La municipalidad no nos ayudó en nada, no podían hacer nada me dijeron. Mi respuesta fue: gracias por dejarnos en la calle”.

¿Cómo se acredita la propiedad de un inmueble cuando el Estado deja que el mercado inmobiliario se autoregule?
La causa tramita en el Juzgado Civil y Comercial n° 11 de San Martín a cargo del juez Conti, que rechazó una presentación de Rosana donde prueba que tiene el boleto de compra en su poder. “Como la presentación es extemporánea (es el nombre técnico) el juez la rechaza, y entonces el abogado deja de atenderle el teléfono, la cuelga y no sé si habrá estafado a algunos mas también”, explicar Pablo Amarante, funcionario del Ministerio de Justicia de la Nación, a cargo de la coordinación de los Centros de Acceso a la Justicia de la zona noroeste del conurbano bonaerense.
El CAJ de San Martín es uno de los 100 dispositivos territoriales que hay en todo el país, acompañó a Rosana en la causa porque muchas veces hay una distancia entre lo que se percibe en la vida cotidiana y lo que sucede en los expedientes. Es decir, los expedientes son invisibles a los ojos de sus protagonistas.
“Por ahí parece qué no está pasando nada, pero en los expedientes estaba pasando de todo y Rosana ni sabía, luego la vuelven a intimar y ahí contrata otra abogada. Ella apela para que vaya a Cámara y pierde, y ahí el fallo ya tiene sentencia firme. Ahora vamos a hacer un juicio de escrituración, para comprobar que el boleto de compra venta es legítimo, que tiene firma de escribanía y demás cuestiones legales”, explica Amarante.
Hasta el momento no se pudo verificar el boleto de compra venta de la casa de la calle Sarandi al 4142 que Rosana Álvarez junto a su familia compraron en su momento por la suma de lo que serían ahora $30.000 dólares. La novedad es que en este juicio Rosana contará con el patrocinio gratuito de una abogado de la Universidad de José C. Paz.
La especulación inmobiliaria vs. el derecho a la ciudad
Rosana Álvarez sus hijos y nietos tuvieron que buscar un lugar donde vivir. Y se encontraron con la crisis habitacional que atraviesa el distrito. En el mercado inmobiliario local acceder a una vivienda es muy difícil por la poca oferta y porque los sueldos son tan bajos que muchas veces más de la mitad se va en el alquiler. También hay otros requisitos que imponen las inmobiliarias y que representan trabas a la hora de buscar un techo.
En poco tiempo hubo que reestructurar a las familias que compartían la vida en la casa. “Mi hijo con la señora y los chicos que vivían arriba, pudieron alquilar, aunque se le hace bastante costoso porque no tiene trabajo fijo. Mi hija está construyendo arriba de la casa del papá de su pareja, todo a pulmón. Y el resto nos vamos a villa Martelli en una prefabricada, a la casa de mi nuera que nos cedió un espacio. Me cuesta porque nunca vivimos separados, estamos bastante acostumbrados a vivir juntos”.
“Ahora es muy dificil conseguir donde vivir, la gente prefiere tener la casa vacía, o en venta veinte años que alquilártela, es tanta la gente que necesita alquilar y no consigue y hay tantas casas vacías y que se están viniendo abajo”.
