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FestiMigrantas: el Área Reconquista llegó al Museo Casa Carnacini

El sábado 5 de marzo se inauguró FestiMigrantas en el Museo Casa Carnacini de Villa Ballester. La muestra, y todas las actividades, estarán abiertas hasta el 3 de abril. Se tratadel cierre del trabajo que viene realizando el proyecto Migrantas en Reconquista desde 2018.

En la inauguración de la exposición estuvieron presentes el intendente de San Martín, Fernando Moreira; la Secretaría de Género, Mujeres e Infancias, Marcela Ferri; la directora y creadora del proyecto Migrantas en Reconquista, Natalia Gavazzo; la referente de la Asociación de Mujeres La Colmena, Margarita Palacios; la vicerrectora de la Universidad Nacional de San Martín, Ana María Llois y la dirigente de la UTEP, Zulma Monjes.

“El proyecto Migrantas en Reconquista busca recuperar estas historias de migración y de las mujeres y de la llegada de estos migrantes al Área Reconquista como un ejemplo de cuanto los migrantes han ido ocupando las ciudades”, explica Natalia Gavazzo. “Muchos de ellos también han expulsados de zonas rurales por la expansión del agronegocio, por la explotación de los recursos naturales y crearon comunidad en estos barrios”.

Migrantas en Reconquista trabaja tanto con la UNSAM como con distintas organizaciones del Área Reconquista. La iniciativa busca producir conocimiento y generar transformaciones en el caso de la migración, por ejemplo, la lucha contra la xenofobia, la discriminación y el racismo.

En esta búsqueda, Natalia explica que en el proyecto “producimos conocimiento, fortalecemos redes, generamos procesos educativos, porque como universidad creemos que la educación es un factor de inclusión. Y, sobre todo, creamos, co-creamos y co-producimos herramientas artísticas para la comunicación, la concientización, y para el fortalecimiento de la autoestima, el autocuidado y el autorreconocimiento”.

Sala a sala

En esta segunda edición del FestiMigrantas, las salas del Carnacini están divididas según los talleres y cursos que las mujeres y jóvenes del área Reconquista han ido produciendo durante los últimos cinco años. En las habitaciones no están sólo las producciones físicas, sino que también hay fotografías del proceso y materiales que fueron utilizados o que representan el largo trabajo de las artistas que están exposición.

En la planta abajo las dos primeras salas nos muestran las ‘Venus(es) del Reconquista’ y nos presentan visualmente ‘Poha Ñana’, el libro de relatos populares sobre plantas medicinales que trajeron las mujeres migrantes del Paraguay, mientras esa misma flora se nos presenta en el techo y los grabados están en las paredes. Dentro de estas salas se escuchaba el murmullo de las artistas: ‘Éste grabado es el mío’, ‘yo el mío no lo vi todavía… ah ¡mira acá está!’, ‘a ver fíjate si reconoces mi Venus’. Las risas y las manos empiezan a recorrer las obras de aquellas mujeres que se buscan a sí mismas en sus producciones.

La cocina del Carnacini se convirtió, para esta muestra, en un merendero donde los delantales y productos de cocina se encuentran en el centro de la sala. Sobre la mesada, en tanto, puede observarse el recetario ‘Las manos en la masa y el oído en la compañera’. Con sólo ojear un poco el libro nos podemos transportar al merendero y la compañía que se nos muestra en las fotos que están en las paredes.

Si subimos las escaleras llegamos a ‘Arte arpilleras’. En el centro de la gran sala se despliega un mapa interactivo del Área Reconquista, a su lado descansa una pequeña caja con stickers: casas, estrellas amarillas, gorras, iglesias, para que los y las visitantes completen el mapa. Alrededor del mapa el arte de las arpilleras cuelga contándonos historias, cada puntada hecha en la tela nos narra una memoria, un saber, y recorre todo el Área Reconquista.

“Estas obras están vivas, son interactivas y van a mutar durante todo el mes, eso es lo más lindo”, comenta Florencia Miguel, docente y coordinadora de arte y cultura del CUSAM. “Que muchas de estas obras se puedan intervenir hace que puedas volver a la muestra en cualquier momento porque a fin de mes va a ser diferente”.

Contra la pared del fondo se despliega el arte de los jardines maternales y de infantes ‘La Colmenita’. Las maquetas, ‘Gesta independentista latinoamericana’, de los y las niñas despliegan historia, pueblos originarios y actores sociales. Más adelante estas maquetas serán acompañadas por un gran mural también realizado en el jardín.

Margarita Palacios, directora de los jardines, mira las producciones de los alumnos con mucho orgullo. “Para nosotros es un sueño venir a estos lugares de clase media, clase media alta. Toda la gente de nuestras dos instituciones educativas que viven en barrio de emergencia, en Villa Hidalgo está acá”, explica mientras señala las maquetas.

En el cuarto de arriba también pasan repetidamente los cortos del ‘Cine Festimigrante’ del Centro Cultural Lxs Amigxs de Barrio Sarmiento, de la ESS N45 del CUSAM.

Pero la exposición no termina ahí. En el subsuelo se encuentra la instalación “La Quema: No estamos todxs”, de la Cooperativa Bella Flor y Alicia Duarte. La historia de los barrios del humedal de la Cuenca Reconquista se sumerge con la historia de Diego Duarte, porque todavía falta. Y al costado de ella, en un cuarto oscuro iluminado por pequeñas luces nos adentramos al mundo del penal: ‘CUSAM: la palabra es libertad’. Las frazadas desplegadas sobre las paredes nos cuentan la historia de las mujeres privadas de su libertad, los libros escritos en los talleres de escritura nos hablan de su vida y un altar nos cuenta lo que falta.

Traspasar fronteras

Para muchas mujeres y jóvenes del Área Reconquista este evento significa conocer Villa Ballester por primera vez. También conocer un museo como espacio cultural en dónde se reconocen.

“Hay gente hoy acá que nunca había salido de su barrio. Hay muchas más fronteras que las nacionales, la avenida Márquez es claramente una frontera y cruzarla para ir a un museo -que no es un espacio que generalmente incluya a los sectores populares ni al arte popular- es un viaje y una migración hacia otro estatuto de la persona, hacia un estatuto de dignidad, de artista. Porque, aparte, no solo vienen a ver una muestra, se vienen a ver a sí mismos reconocidos y exhibidos de una manera profesional”, explica con orgullo Natalia.

Por su parte, Margarita explica que a veces el barrio queda encerrado en sí mismo. “Es una manera de volar, de atravesar esos muros porque, más allá de que nadie está preso, es otro tipo de prisión, es otro tipo de cárcel que es la discriminación de la gente, el ninguneo permanente, la falta de laburo y de oportunidades. Para nosotras es un orgullo poder traspasar las fronteras del barrio”.

En el festival, además de las obras también habrá distintos cursos y talleres, que las expositoras van a estar dictando en el museo durante todo el mes.

“Mostrar estas obras como algo valioso tiene un efecto para las personas, para la comunidad y para el barrio. Es su posibilidad de visibilizarse de una manera positiva y tiene un efecto para el adentro de auto reconocer y reafirmar su valor, pero también hacia el afuera, de visibilizarse a la sociedad que, en general, o no mira para allá o lo ve como un lugar peligroso o perdido en el que no vale la pena invertir recursos. Y desde nuestro proyecto tenemos los recursos para mostrar que claramente no es así”, finaliza Natalia Gavazzo.

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