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LA CULTURA POPULAR EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Debido a la pandemia del Coronavirus, el municipio de San Martín declaró la emergencia sanitaria el viernes pasado. Desde ese día, se suspendieron todos los eventos sociales masivos los cuales incluían actividades culturales, artísticas, deportivas y recreativas. 


La medida preventiva suspendió las actividades ofrecidas por la Municipalidad pero también aquellas ofrecidas por espacios culturales independientes. Algunos de los espacios que cerraron sus puertas por, en principio quince días, son el Centro Cultural Espacios, el Club de la Música, La Bemba, la Asociación Cultural Ana Pavlova ubicados en Villa Ballester, Las 4 Plumas de San Andrés y Rojo Al Frente (RAF) de San Martín.

El decreto municipal responde a una necesidad social y a una prevención en materia de salud para evitar el avance del Coronavirus. Todos los espacios mencionados acataron la normativa municipal pero se ven afectados por la misma.

Todavía no se sabe en qué medida perjudica y perjudicará el cese de actividades a nivel económico, ni en el municipio, ni en la provincia, ni tampoco en el país en general. Pero los espacios culturales independientes de San Martín ya empiezan a sentir la pérdida.

En el marco del decreto de emergencia sanitaria municipal, el fundador del Centro Cultural Espacios Omar Álvarez dialogó con ZorzalDiario. “El sector cultural está totalmente paralizado. Nosotros fuimos los primeros en quedar afectados porque los bares, los restaurantes, los shoppings siguieron abiertos hasta el 19… como si eso no fuera perjudicial para la salud pública”.

Estos centros sociales de la cultura como Espacios, El Club de la Música, la Bemba y Ana Pavlova, necesitan del día a día para poder sobrevivir. Funcionan con la entrada de dinero que les otorgan sus talleres, sus clases y sus eventos. 

Es el caso de El Club de la Música, “tomamos la decisión de cerrar sabiendo el costo económico que eso nos traía. En principio estar dos semanas cerrados es casi llegar a la desaparición absoluta. Estamos realmente preocupados y sin saber si vamos a poder continuar o no, porque tenemos un montón de cosas que tenemos que pagar y no podemos hacerlo”, contó Blas Bonardi, uno de los fundadores.

Algo parecido le sucede a la Asociación Cultural Ana Pavlova,  “tenemos un costo de mantenimiento mensual muy alto y sin el aporte diario de los socios y de los alumnos que toman los talleres o del público que viene a los espectáculos, sin ese ingreso de dinero, que es día a día, no hay ninguna manera de sostenerlo, es un proyecto que muere”, explicó Liliana Tasso, presidenta de la ONG.

“La gente pierde sus siete u ocho alumnos y no tiene para comer. Los profesores necesitan, dependen de sus horas de trabajo, de sus talleres. Hay muchos monotributistas que si no hacen su clase o no hacen su función no tienen el mango para ir a comprar al almacén. No tienen como sostenerse porque no tienen un sueldo fijo”, remarcó Omar Álvarez.

Además de la incertidumbre de sostener sus espacios, existe la duda que se pueda reactivar la economía después de la cuarentena y es una de las reflexiones de Blas Bonardi: “Si esto se levanta la gente va a tardar un montón en salir porque va a estar desfinanciada, porque también hay gente que dejó de cobrar su sueldo porque trabaja por su cuenta”. 


“En este caso la salud está primero que la cultura. Nos tenemos que quedar en casa, entendemos que tenemos que cuidar a nuestra comunidad. Pero es necesario entender que la cultura es el espíritu de una comunidad”, comenta Omar Álvarez. Finalmente, Liliana Tasso remarcó: “el resentimiento económico va a ser tal, que la situación va a requerir apoyo municipal, provincial y nacional”.

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