El genocidio sionista contra el pueblo palestino no es un hecho aislado ni un “conflicto reciente”:…
OPINIÓN | Sin perspectiva de género no hay salud mental
El 26 de junio fue declarado por la Organización de las Naciones Unidas como el día internacional de la lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas. En este marco compartimos la opinión y la mirada de uno de los espacios comunitarios de San Martín que aborda esta problemática desde una perspectiva de género: La casa de atención y acompañamiento comunitario a mujeres, lesbianas, travestis y trans en situación de consumo problemático, “Kuña Guapa”.
Por Trabajadoras de Kuña Guapa
Para entender la importancia de una perspectiva de género en abordajes por consumo problemático de sustancias, primero hay que entender que es una problemática social, y no meramente un problema de responsabilidad individual. Sostener la creencia que depende de una decisión individual donde no tiene implicancia el contexto en el que la persona vive y se desarrolla, invisibiliza las barreras de género y clase social para el acceso a un tratamiento de salud mental.
Cuando quienes consumen son mujeres y otras identidades de sectores empobrecidos y marginados (a quienes ya se le han vulnerado derechos) se encrudecen los estigmas y prejuicios. Es la población más expuesta, por su situación de consumo, a riesgos y daños. Esto deja un escenario de desigualdad en cuanto al acceso y permanencia en los tratamientos.
Si bien la Ley de Salud Mental Nº 26.657 trajo cambios positivos vinculados a la relación entre el Estado y las personas con padecimiento psíquico (al reconocerlas como sujetos de derecho y establecer una forma completamente diferente de abordaje de la problemática en cuestión), aún existe una deuda en las políticas públicas. Todavía no está garantizado el acceso a un tratamiento específico con las necesidades reales de las mujeres, lesbianas, travestis y trans.

El consumo de sustancias en mujeres e identidades feminizadas se encuentra invisibilizado porque se contrapone a los roles asignados por el sistema patriarcal. Las tareas de cuidado son destinadas y ejercidas por mujeres, lo cual impacta en la posibilidad concreta de de ausentarse de sus hogares, no solo para realizar tratamientos específicos sino también para realizar actividades personales, de placer o disfrute.
Muchas de las mujeres que recibimos son madres y no tienen con quien dejar a sus hijas e hijos mientras hacen un tratamiento. Esto impacta directamente en la posibilidad de permanencer en un tratamiento, por su situación de usuarias de sustancias y por no cumplir con lo que se espera de un rol que las deja siempre al cuidado de otres. Se puede afirmar que ser mujer y ser madre es una barrera de acceso y permanencia de tratamiento mientras que no ocurre en varones que son padres. De esta manera, ellas demandan tratamientos para otres, presentándose como red afectiva, mientras que cuando ellas son las usuarias, el acompañamiento de la red es significativamente menor quedando su cuidado constantemente relegado. Esta violencia machista genera sentimientos de culpa, frustración y angustia; como también, las deja expuestas muchas veces a diferentes modalidades de las violencias.
En San Martín, las consecuencias de un abordaje de los consumos problemáticos sin perspectiva de género se traduce en barreras para acceder al sistema de salud y en la vulneración de los derechos de las personas y sus hogares. Por eso, advertimos la urgencia de diseñar intervenciones y abordajes integrales en salud mental, que contemplen las múltiples dimensiones que rodean a nuestras vecinas, así como también lo que nos atraviesa por ser propio de nuestra condición de género.
El recrudecimiento de esta problemática en esta población específica en nuestro distrito, nos convoca a fortalecer las estrategias de asistencia, acompañamiento y cuidado a nuestra comunidad; para poder garantizar sus derechos y no reproducir desde las prácticas institucionales las violencias y asimetrías que perpetúan la exclusión.
