Tres mujeres jóvenes son asesinadas. Tres jóvenes, muy jóvenes, son brutalmente asesinadas y descuartizadas. Un triple…
Sangre de boxeadora
Quiere pelear por el título argentino: Débora “Polvorita” Goméz. Se calzó sus primeros guantes a los 6 años, cuando jugaba en el gimnasio donde su padre entrenaba, en Suárez, y así siguió el camino del boxeo hasta convertirse en profesional: hoy es la Nº5 peso Mosca.
Al final de la pequeña calle de tierra está la zanja. Al otro lado puede verse una inmensa montaña de desechos que cortan el horizonte. La zanja divide el Barrio Carcova del Barrio Nuevo donde vive Débora con su familia en J. L. Suárez. La joven de 23 años abre el gran portón de entrada a su casa, donde un cartel da la bienvenida: “Los Semilleros”, nombre del gimnasio que se encuentra en el fondo de su casa. Dos muchachos comienzan sus rutinas de entrenamiento, allí el padre de Débora entrena a varios jóvenes con aspiraciones. Durante la entrevista él será el encargado de cebar mates y estar con Tatiana que traerá sus guantes para mostrar la fuerza de sus puños contra las manoplas de su abuelo. A partir del nacimiento de su hija, cuando Débora tenía 16 años, es que comienza a germinar la idea de dedicarse en serio al boxeo e inicia la preparación para convertirse en una boxeadora profesional, cosa que logrará unos años después. “Un día llega mi tío Roberto y me dice que había soñado que me llevaba a pelear afuera, por un cinturón y que si me animaba él me quería entrenar. Así empecé entrenando acá en mi casa y seguí para adelante hasta llegar a ser profesional”.
Su padre y su tío fueron boxeadores, su hermano entrenaba con su padre, por eso desde chica se familiarizó con el mundo del boxeo, un mundo de hombres donde empezaba a abrirse paso. La boxeadora cuenta que al principio se lo tomaba como un juego, y entrenaba junto a ellos, y confiesa: “Nunca creí que iba a llegar al profesionalismo”, pero luego de ser madre encontró un camino en el cual poder desarrollarse y darle un futuro a su hija por quien dice que pelea y se entrena cada día. “Mi hija es mi compañera, me acompaña siempre, cuando entreno me exige y me alienta”. También hace mención a su madre Susana González, quien la ayuda mucho en la crianza y le permite seguir con su carrera.
A pesar de estar dando piñas todos los días a la bolsa o a sus sparrings, Débora jamás utilizó sus puños fuera del ámbito del deporte: “Nunca me pelee en la calle, pelear para mi es estar arriba de un ring con guantes y cabezal”. Su última pelea fue un empate por puntos contra Victoria Moreira en cuatro asaltos. Desde su debut el 23 de julio del 2016, lleva 5 ganadas-2 perdidas-1 empatada, y su meta es obtener el título argentino.
Pocos deportes a lo largo de la historia han sido tan resistentes a la participación femenina como el boxeo. Los griegos lo introdujeron en los Juegos Olímpicos allá por el 688 a.c., pero fue recién en las olimpiadas de Londres 2012 que se incorporó el boxeo femenino por primera vez. Tuvieron que pasar 2706 años para que una mujer pueda boxear olímpicamente. Débora cuenta que le da mucha vergüenza cuando tiene que ir a los pesajes para las peleas, o en el gimnasio: “Aunque siempre hay respeto, es un lugar lleno de hombres, es un poco difícil”.
Débora trabaja en el Centro Juvenil Villa Hidalgo, que depende de la Secretaria de Desarrollo Social de la Municipalidad de San Martín y está ubicado en las calles Mitre y Obligado. Allí se realizan actividades deportivas, artísticas, culturales. Es parte del Dispositivo Integral de Abordaje Territorial (DIAT), que depende del Sedronar: “En el centro vienen los pibes y hay que darles contención. Hay que generar un vínculo con ellos a través del boxeo, del deporte. Hace más de un año que trabajo ahí y vienen muchos pibes, tratamos de que estén con nosotros y no en la calle. Acá a veces vienen con broncas y encuentran un lugar donde desahogarse sin hacerse daño ni dañar a los demás. Se sacan la bronca dándole a la bolsa”.
Su padre, Raúl, se arrima a la charla, junto con sus sobrinos y su hija, todos quieren estar cerca de Débora para el momento de la foto. Raúl junto a Cristian Rodríguez son sus entrenadores, la joven boxeadora se prepara esperando tener una oportunidad para pelear por el título argentino “Mosca” (categoría hasta 50,802 Kg.) que no le tardará en llegar. Raúl parece confiado en que logren acordar la pelea: “No nos pueden decir que no, ya peleo con todas, no le queda nadie”, dice sobre la ansiada posibilidad de pelear por el título contra Anahí López, actual campeona. Débora lo escucha siempre sonriente y entusiasta mientras da rienda suelta a sus deseos: “Mi sueño es que me levanten el brazo peleando por el título, y que esté mi hija, y mi papa al lado mío”.
Por Pablo Grande // Fotos: Gustavo Pantano y Franco Ponce.