skip to Main Content

“El deporte es importante por los valores que transmite para la vida”

Gonzalo Beccar Varela es una de las glorias del deporte del país. Formó parte del equipo que revolucionó el rugby argentino en la década del ochenta. El ex rugbier de los Pumas y entrenador, recibió en su “casa”, como denomina al CASI (Club Atlético San Isidro), a Zorzal Diario para conversar sobre su vida dedicada al deporte, su historia y la de su familia vinculada al origen del país y en especial del municipio, donde su abuelo fue intendente y uno de los primeros presidentes de la AFA.

Gonzalo Beccar Varela está sentado en una mesa del bar del CASI, donde inicia casi todos sus días, tomando un café y leyendo los diarios. A sus setenta años su vida sigue ligada de una u otra manera a San Isidro y al deporte, como bien marca la historia de su familia.

“Mi abuelo fue el que unificó las dos asociaciones de fútbol que había, compró el edificio de la AFA, de Viamonte. Creó el campeonato Nacional de Fútbol, lo que hoy es la Copa Argentina. Vas a las provincias y hace noventa y pico de años la Copa se llamaba Adrián Beccar Varela y fue el que consiguió que se hiciera el Mundial del ‘30 en Uruguay”, arranca a contar Gonzalo sobre los orígenes del deporte en su familia y el entorno en el que se crio.  

La historia, cuenta con orgullo, fue que su abuelo estaba en España y les mandó una nota a los argentinos y a los uruguayos para que le dieran el aval de ir a la reunión que se armaba en Barcelona, para la organización del primer mundial de futbol: “La idea era hacerlo en Argentina y en Uruguay, como Argentina no respondió se hizo en Uruguay. Le ganó la discusión a Jules Rimet que decía que el Mundial se tenía que hacer en Inglaterra porque ellos habían inventado el fútbol. Mi abuelo le decía que no, que se tenía que hacer en Uruguay porque venía de salir dos veces campeón Olímpico de Fútbol. Se lo merecía, era el mejor. A ese mundial de Uruguay de 1930 no vinieron todos los países, muchos se solidarizaron con Inglaterra”.

Su abuelo, Adrián Beccar Varela, fue tambien intendente de San Isidro: “Tenía una cabeza diferente, el tema de armar el fútbol federal era porque decía que el fútbol tenía que ir a todo el país, que no tenía que ser de una sola clase social como pasó en Inglaterra. El fútbol tiene que ser para todos pensaba y tiene que educar. Era una forma de educar y de que sean todos lo mismo”.

Su bisabuelo Cosme Beccar, es donde empieza el apellido: “Sarmiento le mandó una carta de puño y letra, felicitándolo por el trabajo que hacían acá en San Isidro y que era un distrito que no había analfabetos. Todo esto era campo y había chacras. Iban a buscar a todos los chicos de la zona y los traían para que pudieran estudiar. La escuela número uno, que está en la calle Rivadavia, se llama doctor Cosme Beccar. El Consejo Escolar se llama Cosme Beccar, la localidad es Cosme Beccar, todo por mi bisabuelo”.

Rugby, una forma de vida

Su camino en el mundo del deporte se inició en el mismo lugar donde hoy se encuentra sentado, se hizo socio del CASI y al principio jugaba a todo: a la paleta, al futbol, al tenis, al squash, al bowls. “Empecé a jugar de chico al rugby y al fútbol. Después, en quinta me echan en un partido que perdemos la final del Seven, contra Cuba, y ahí me suspenden un año, por putear un réferi. En esa época en el rugby, dabas una trompada y te suspendían 99 años. La saqué bastante barata porque putear un réferi era catastrófico. Cuando me dan un año, digo: ‘¿qué hago?’. Me fui a probar a Tigre y jugué ese año al fútbol porque no podía jugar al rugby. Al año siguiente que ya me habilitaron para jugar y jugué a las dos cosas: los sábados al fútbol, ahí ya me ponían en tercera, era la reserva de hoy, y los domingos al rugby, que salimos campeones invictos de la cuarta. Iba a entrenar a los dos, porque el entrenamiento de Tigre era la tarde y el entrenamiento de rugby era a la noche. A la mañana iba al colegio”.

Gonzalo afirma que siempre le gustó entrenar: “Corría maratones, me gustaba correr. Cuando entrenábamos, a los que jugaban conmigo en Primera y damos la vuelta al hipódromo, les sacaba toda la recta de Márquez, corriendo hasta la rotonda. En el seleccionado lo mismo, siempre me gustó entrenar. Cuando debuté en primera pesaba 72 kilos, ¡Sabes lo que era!, Si no hacía fierros, no me fortalecía, era imposible para competir”.

A Beccar Varela el deporte que más le gustaba era el futbol, “pero como tenía mi club y todos mis amigos acá, fue lo que más me llevó a quedarme. Tengo un récord que no sale, pero jugando en la quinta de Tigre, en la cancha de Tigre, en el arco que da la tribuna de cemento, la antigua, tiro un córner: pegó en el poste de atrás, yo era zurdo, en el segundo palo. Otro córner: gol olímpico. Me escapo, me hacen un foul, un poquito más atrás del borde del área: gol de tiro libre. Cambiamos de arco, corner: gol olímpico, en el otro arco”, hace una pausa para verificar que reconocemos el record y continua su relato: “Me pasaba todo el día pateando: en mi casa y en la cancha de Tigre, atrás sobre el lado de la tribuna de las plateas había como una arena y un arco, ahí era para entrenar a los arqueros. Me quedaba solo apuntando al ángulo. Acá salí goleador del del campeonato de Buenos Aires tres años seguidos. En Los Pumas, en la gira del ‘76 que jugaba Porta, el goleador fui yo”.

Ganó el título de primera del campeonato de rugby argentino con el CASI cinco veces, pero el más recordado fue el invicto del ’81: “Ese tiene un color distinto, justo ese año se muere mi viejo, que era presidente del club. Ese fue un lindo campeonato, con un muy buen juego de rugby en todos los aspectos de lo que es el juego, era un equipo muy completo: tenía fowards muy buenos, que jugaban muy bien la pelota y afuera también nos divertíamos pasándola. Ahora el rugby es más popular, cambio mucho. Argentina tuvo buenas actuaciones, entonces también eso lo hizo crecer y la televisión empezó a participar, y cuando vos tenés televisión empieza a haber un poco más de guita, pero el rugby no tiene mucho público como el fútbol. Acá no juntas para pagarle a quince flacos y que puedan tener para vivir”.

Es por eso que Gonzalo siempre trabajó en otras cosas mientras se desempeñaba como jugador del CASI y Los Pumas: “Tuve un montón de laburos. Cuando terminé el colegio empecé a laburar en una empresa que se llamaba ‘San Martín de Tabacal’, que es de los Patrón Costa. Estaba en el mercado Abasto rematando frutas y después laburé en un frigorífico en Pilar, venían los achureros y yo les vendía los chinchulines, el mondongo. Después laburé seis años en Gatic, era director de Lecoq, yo les daba la ropa a los equipos de rugby, a futbolistas, tenía varios. Empecé a vincular más el deporte con mi trabajo. Trabajé en la fábrica de Lee, y ahí trajeron la marca de zapatos Pony.

En ese equipo del ‘81 jugaste con Alejandro Puccio, ¿cómo viviste toda esa situación? Porque era un pibe como ustedes y de pronto…

Nunca me lo imaginé, de hecho tenía una relación súper cercana con él, muy cercano. Iba a la casa, conocía a la familia. Alejandro había puesto una rotisería, después puso una casa de surf, de tablitas de esas para barrenar, y lo ayudamos. Nadie pensaba que este pibe podía ser lo que fue, medio envuelto por el padre. Fue terrible. Ya entrenábamos en primera, fue en el ‘85. Después de que los agarraron empezás a recordar cosas. Por ejemplo, iba a la casa, tocaba el timbre, normalmente te atendían enseguida y ahí tardaban, por ahí cinco o diez minutos para que te atendieran. Yo me trepaba en el portón a ver qué pasada. En una época Alejandro estuvo con hepatitis, íbamos a la casa y por ahí tenían a alguien secuestrado.

¿Lo fuiste a ver, ibas a la cárcel?

La primera vez fui en frente al Colon, a la U22, que ahí también los tenían presos en ese momento a Agosti, Masera y Videla. Cuando nosotros bajamos de verlo a él, subían ellos por las escaleras. Un dia tenía que ir a declarar a tribunales, lo bajan y entran el camión de culata para subirlo. Yo justo trabajaba en Lecoq, les regalé unas remeras a los canas que lo iban a hacer subir y fui con él en el camión. Los dos solos, él sentado en una celdilla y yo en la de enfrente, hablando y le pregunté: ‘Alejandro ¿qué paso?. Yo no tengo nada que ver, es el hijo de puta de mi viejo’. Todo el trayecto, de ahí a tribunales, que son cinco, seis cuadras y decía que no, que él no tenía nada que ver. Uno creía que no por cómo lo conocía, después perdí el contacto. Murió medio mal ahí en la carcel, supuestamente enfermo de sida.

La profesionalización, la televisión y la publicidad cambiaron mucho al mundo del deporte, ¿cómo ves la diferencia entre lo que vos viviste y ahora?

Ya está muy profesionalizado. Lo que ayuda mucho es la televisión porque genera la posibilidad de juntar plata, más que nada son marcas que ponen para tener una pertenencia a un sector. A partir del profesionaliesmo el deporte se ha hecho mucho más competitivo, mucho más físico. La preparación de los atletas hoy no es la misma que antes. Ves que son todos musculosos, tienen una asesoría en muchos aspectos. Ahora tienen todo: vitaminas, complementos, todo. Eso no estaba antes. Ha cambiado todo, es impresionante y obviamente después va evolucionando en función de las reglas que tiene cada deporte, es lo que le da más dinámica, por eso las van cambiando: que sea más vistoso para que vaya el público.

¿Que cosas aporta el deporte para la vida?

El deporte es muy importante primero para la salud y después por los valores que transmite para la vida: te ordena, te educa, te da el respeto hacia las reglas y a las leyes que tiene cada deporte, o sea, todo eso te va formando para que vos en tu vida cotidiana, tengas buenas conductas. Eso te saca de la calle, te permite poder hacer compañerismo con otros, ser más sociable. Todo lo transportas a la vida. El deporte es otro anexo más para vos poder comportarte en la vida. Los valores que tiene son: la lealtad, la amistad, el respeto hacia las reglas, a las leyes, el compañerismo. Esas cosas que vos en tu vida tenés que tratar de llevarlas a cabo para poder tener una buena convivencia con los seres humanos que tenés a tu alrededor. El rugby tiene mucho de eso, a nosotros nos ha enseñado mucho, a pesar de algunos ejemplos que no son buenos para la sociedad, pero en la generalidad, el rugby te educa y mucho.

¿De los partidos quedan muy golpeados?

Y, a veces sí. Por suerte nunca me quebré nada, me recuperaba enseguida. Contra Francia en el ‘77, acá, me agacho a levantar una pelota, vino el 8 de Francia, que medía dos metros y me puso un cabezazo en la nariz. Me pusieron algodón y seguí. Terminó el partido me la colocaron en su lugar y al partido siguiente jugué, sin esas máscaras que se ponen ahora. Era otra época, otro fanatismo, otra locura.

¿Cómo vive un deportista el momento en que, por la edad, se retira?

Nunca sentí los retiros porque siempre fui consciente de que cuando ya no pueda ser partícipe activo, no me gusta. Llegó un momento que cuando jugaba, después de once años en primera, más todas las inferiores, si bien mi capacidad mental me daba, no me daban las reacciones, o mi cuerpo, para desarrollar lo que yo pensaba. Esas cosas a mí no me gustan, entonces fui dejando. Ya no me divertía, tenía treinta y pico de años y los otros veinte, entonces la convivencia no era la misma que con tus amigos de toda la vida.

De entrenador ya fue distinto. Me costó al principio el hecho de haber dejado de jugar y ser entrenador enseguida Si no lográs cortar de raíz que ya no sos más jugador, a veces cometes errores de temperamento, porque tenés que tener otra cabeza, mas fría.

Sigo ahora porque me gusta, soy un enfermo. Pienso mucho en distintos movimientos. Nosotros inventábamos a partir de algún movimiento que salía de casualidad, en jugadas: vos habías planificado tal cosa y de golpe no era eso, pero salía otra cosa, entonces la agrrabas y la trabajabas como que la hubieras inventado. De alguna manera, así salen las de los inventos. Así era lo que hacíamos nosotros en nuestra época y así de hecho hemos tenido mucha suerte con todos los campeonatos que se ganaron.

Back To Top
×Close search
Search