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Los bolsones agroecológicos llegaron a los barrios populares de San Martín
Las frutas y verduras libres de agroaquímicos llegaron a los barrios del Área Reconquista de San Martín. El primer Bolsón Popular Agroecológico se hizo posible gracias a la voluntad y solidaridad de El Click Bolsones y la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP). El bolsón trae 5 kilos de verdura agroecológica, natural y sin químicos en su producción, provenientes de la agricultura familiar. Su valor es de $350. La iniciativa, además, permite abordar en los barrios populares la discusión sobre los productos que consumimos, la calidad y el origen: ¿El alimento es una mercancía o un derecho?
Sin prisa pero sin pausa la agroecología se abre paso en los sectores populares de San Martín. Además de hacer frente a la crisis y la inflación, ya que el precio del bolsón es menor a los precios de cualquier verdulería, hay un trabajo discursivo para poder hablar de Soberanía Alimentaria y que esa información y pertenencia llegue a los barrios mas olvidados del distrito y siembre la pregunta: ¿A qué cadena productiva aporto con mi consumo?

Uriel Wul es uno de los fundadores del Click Bolsones, proyecto que une el campo y la ciudad, productores agroecológicos rurales y consumidores urbanos. “A partir de varias voluntades logramos armar esto para empezar, esperamos que se corra la bola. Desde el precio estamos más bajos que la verdulería, desde la nutrición y el sabor ya la gente se va a ir dando cuenta, le va a llegar por los ojos, por los oídos y después por el intestino, la agroecología te llega por todos lados”, relata a Zorzal Diario.
Por su parte, Zulma Monjes, referente de la UTEP de San Martín, explica que la forma de llegada a las casas del bolsón es diferente a la que acostumbra a hacer el Click, ya que la dinámica en los barrios es diferente: “Se armó una red de vendedores por cada barrio que van recorriendo las viviendas, haciendo un trabajo interno en cada barrio y contando de los bolsones: su procedencia y su calidad. Sobre todo, explicar que son frutas y verduras sin químicos, procedentes de la agroecología y que el aporte que se hace con el consumo aporta a una red de trabajadores de la tierra y de la agricultura familiar”.
Micaela Aiello, delegada de UTEP rama agricultura familiar, expresa a su vez que el bolsón agroecológico “implica la posibilidad de democratizar alimentos que por sus valores económicos no suelen ser consumidos por los sectores populares. En ese sentido, el proyecto implica, por un lado, la posibilidad de que en los barrios se pueda consumir alimentos de estación, de calidad, libres de agrotóxicos, elaborados y comercializados en un circuito de trabajo más digno. Por el otro, la posibilidad de problematizar el sistema de producción de alimentos convencional, del monocultivo y el extractivismo”.
Para Monjes la entrada en el barrio de otras verduras que no son las conocidas implica un desafío. “Esto requiere un trabajo de información para que se conozcan nuevas verduras y nuevas formas de cocinarlas e incluirlas en los platos, en lugares donde la mayoría de las verduras se cocinan en guiso”, reflexiona.

Zulma afirma que es una buena propuesta para la discusión que llevan desde UTEP y las Organizaciones Sociales sobre la distribución de la riqueza, los productos y la calidad de lo que consumimos:
“En la barriada estamos acostumbrados a la papa y a la cebolla y nada más, a no planificar mucho los alimentos sino a cocinar en función de lo que tenemos”, explica, y agrega: “Es un debate cultural que lo queremos llevar a delante también con lo que tiene que ver con el bolsillo de los vecinos, por eso hay un esfuerzo muy grande de los compañeros del Click, que articulan con una red enorme de productores, y que tienen una voluntad política y solidaridad de que estos alimentos lleguen a los sectores más humildes y también hay una voluntad de UTEP de asegurar la logística y distribución de los bolsones en los barrios, de poder poner vendedores”. En ese sentido, sostiene que es “un brazo solidario que se junta para que los vecinos de San Martin accedan a estos productos, en la barriada especialmente”.
Aiello considera que la recepción en los barrios se ve interpelada por el ideal que se tienen de ciertas verduras que se consumen en los comercios habituales: “Ese tipo de comparaciones están siendo puestas en tensión en el dialogo y la recepción de quienes coordinamos el trabajo de los bolsones para recibir opiniones y a partir de eso poder mejorar el producto final. Ese intercambio es lo que nos está permitiendo que el bolsón se asemeje a las demandas y necesidades de los y las vecinas. En ese sentido, es primordial el rol de los y las referentes barriales que son quienes conocen y tienen un vínculo cotidiano con los y las vecinas de San Martín. Son quienes transmiten de que se tratan las verduras agroecológicas”.
Voluntad y solidaridad
Según cuenta Uriel Wul, toda la red que se armó a través de los años con El Click sostiene la posibilidad de armar este bolsón popular agroecológico. El origen de esta idea lo trajo la pandemia. “Ya la primera semana los comedores estaban llenos de gente, y nosotros estamos en una red de productores interesante, sabiendo que había mucha producción ahí. A pesar de que estábamos con muy poco tiempo y recursos, salió la idea de conseguir dinero de gente que quiera donar para comprar alimentos a nuestra red de productores para llevar a los comedores de San Martín. Le pedimos plata al consumidor del Click: cuando se llevaba el bolsón a su casa podía donar cien, doscientos, quinientos mangos. Eso estaba destinado a pagar el camión para abastecer a los comedores. En el primer año de la pandemia bajamos 200.000 kilos de verdura. Eso al día de hoy lo sostenemos.”

Zulma señala que esto recién está arrancando y va despacio: “Decidimos hacer un camino más de hormiga, ir a buscar al vecino y vecina y contarle, charlar sobre la importancia del producto y quien lo produce, ya que atrás de cada producto hay una historia de un productor y es importante saber a qué cadena productiva aportamos con muestras compras. En esta discusión de la inflación, sobre los precios, los únicos que dan respuesta son las cooperativas, la UTEP y el Click en este caso”.
“Hay un productor muy grande de zapallos de Mendoza que es el que más zapallos nos mandó para el Click colectivo, para donación. Le conté de este proyecto y nos hizo un muy buen precio. Entonces gracias a ese precio ya hace bajar el precio del total. La bolsa que usamos es una que nosotros reciclamos de otros productos, ese costo de bolsa está reciclado. El galpón y todo lo que es herramientas para el armado es algo que el Click está poniendo para que también se pueda llegar a ese precio. El cuarto elemento es que los compañeros de la UTEP y el Moviemiento Evita vienen a armar bolsones como contraprestación a lo que implica el Potenciar Trabajo, que de hecho este programa apunta a generar un laburo comunitario, social: que mejor que hacerlo con los compañeros que viven ahí en los barrios donde está llegando el bolsón. Que mejor que se retroalimente al propio barrio”, relata Uriel.
Esto demuestra que uniendo voluntades se puede lograr que el acceso al alimento sea una realidad, porque cada vez son peores y cuestan más caro. Hay una deficiencia nutricional y de soberanía alimentaria donde se juegan las condiciones que tiene nuestro pueblo para alimentarse mejor o peor y que capacidad tiene de hacerlo.
Alimentos: ¿Mercancía o derechos?
La delegada de la UTEP de la agricultura familiar detalla que para potenciar todo este proceso se están dando espacios de formación sobre la temática: “Estamos aprendiendo e intercambiando sobre las actuales problemáticas generadas por el sistema de producción de alimentos, las condiciones históricas en las que se basan y las posibilidades de transformación de esas realidades”.
Aiello explica que la comida, como otros consumos, implican una primera caracterización por su aspecto visual, tamaño y precio, por sobre su valor nutricional o gusto: “No vemos en la alimentación una mercancía, sino un derecho que nos puede permitir problematizar la distribución desigual de los alimentos, la concentración económica, las condiciones de trabajo de la población, las problemáticas ambientales de las grandes ciudades o los derechos vulnerados en los campos de la agricultura familiar campesina indígena”.

Uriel tiene esperanzas en que “cuando se corra la bola, esto crezca y podamos llegar a todos los barrios, esto también genera puestos de trabajo y mueve la red de productores que a veces tiran comida. Cuando en diciembre-enero explota la planta de tomate y no llegan a venderlo, vas por las plantaciones de La Plata y ves al costado de la calle todo tomate tirado”.
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