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La influencia de las emociones en la alimentación

Incertidumbre, ansiedad y angustia son algunas de las emociones que están a la orden del día en estos tiempos de encierro. Estas emociones negativas son nuestro mecanismo de defensa en contra de amenazas externas, y nos ayudan a enfrentarlas. Pero muchas veces tratamos de “calmarlas” o “callarlas” a través de la comida. Según los profesionales de la salud, cuestiones como el desorden de horarios, exceso de calorías y sedentarismo empeoran nuestra calidad de vida.

Zorzal Diario dialogó con la Licenciada en Nutrición (UBA) y Profesora de Educación Física, María Victoria Spinelli (MN 6865), quien nos explicó el papel que juegan las emociones en los trastornos alimenticios y los malos hábitos que se pueden adquirir en el marco del Aislamiento Social.

“Lo que estamos viviendo influye a nivel emocional. En este momento de encierro y bombardeo constante de información, tendemos a sentir angustia, desconcierto y ansiedad de lo que puede pasar. Aquellas personas que trabajan en relación de dependencia pueden tener miedo de perder el trabajo. Saber que se está en inminente riesgo de contagio de un virus nuevo produce estrés. Todo esto contribuye a la inestabilidad emocional”, explicó Spinelli.

La profesional reflexionó sobre cómo en la vida cotidiana, previa al Aislamiento Preventivo, cuando nos pasaba algo teníamos la posibilidad de charlar con amigos y familiares o salir a caminar, por ejemplo. En esa socialización o actividad física, podíamos descargar y liberar las emociones negativas y canalizar situaciones de estrés. Hoy, con el contexto de cuarentena, no tenemos esa posibilidad.

“La angustia, los nervios o el miedo producen que la hormona del cortisol, más conocida como la “hormona del estrés”, se segregue y afecte negativamente a nuestro organismo: al cerebro, al metabolismo y al sueño. Una de las formas de bajar el cortisol es con comida. Es por eso que cuando sucede esto no estamos buscando alimentos, sino tapar esas emociones. Saciar lo que sentimos para tratar de estar mejor” afirmó.

Siguiendo con esa línea, la nutricionista continuó: “por eso muchas veces terminamos comiendo cosas que no nos hacen bien y no tienen nutrientes. Por otro lado, al estar aislados no estamos haciendo actividad física, que contribuía a tener las defensas altas, ahora estamos comiendo más y no gastamos esa energía. Por eso hay que tratar de gestionar mejor las emociones porque no las podemos controlar, pero si estar conscientes de lo que nos pasa”.

La especialista hace una diferencia entre “hambre real” y “hambre emocional”: “el primer tipo es básicamente cuando te duele la panza y no discriminás lo que vas a comer. Estás abierto a diferentes opciones: te puedo poner cualquier comida delante tuyo y la vas a comer, no vas a poner ninguna barrera. En cambio, cuando se trata de “hambre emocional”, buscas cosas más calóricas. Querés comer determinado alimento porque creés que eso es lo que necesitás para sentirte mejor”.

Tener la capacidad de identificar lo que nos pasa y lo que sentimos, nos permite ser más conscientes de nuestras necesidades y demandas; y evitar excesos o el sentimiento de culpa.

La alimentación como escudo protector

Acerca de la importancia de la alimentación para tener nuestro sistema de defensas fuerte, afirmó: “Hipócrates decía: ‘que tú alimento sea tu medicina’. Esto quiere decir que lo que vos comas, va a contribuir a que tus defensas estén más altas o más bajas. Entonces, cuando llegue éste virus o cualquier tipo de enfermedad, tu sistema de defensa estará mejor preparado para afrontarla.”

Con ese fin, la licenciada agregó “Tenemos que tener una dieta rica en frutas y verduras, porque tienen muchas vitaminas y minerales: poseen gran cantidad de agua, fibras y aportan muy pocas calorías. Nuestro cuerpo es 65% agua, por lo que consumir frutas y verduras en lugar de alimentos procesados nos ayuda a aportar más agua a nuestro organismo. A su vez, consumir alimentos ricos en fibras nos da saciedad, además de reforzar el sistema inmune. No hay que olvidarse que somos lo que comemos”.

Victoria mencionó que es fundamental planificar las compras y ser conscientes de qué elegimos cuando vamos mercado: “si cuando confecciono la lista anoto productos no saludables, lo más probable es que eso llegue a la alacena o la heladera de mi casa. Y eso es lo que voy a tener a mi alcance”. 

En relación a la alimentación de los sectores más vulnerables, analizó: “en los bolsones que entrega el gobierno sería difícil hacer llegar productos frescos, porque hasta que se arma un bolsón y lo recibe la gente puede transcurrir un tiempo, y llegar en mal estado. Entonces se priorizan alimentos no perecederos como harinas, fideos o azúcar, entre otros. Entiendo que a través de la tarjeta alimentar se permite que las familias más humildes tengan acceso a alimentos frescos como frutas, verduras y lácteos.” 

La doctora, que continúa la atención de sus pacientes a través de la modalidad on line; nos contó que una problemática que aparece en muchas de sus consultas es que luego de realizar la búsqueda de una receta en internet, por ejemplo, cómo realizar una torta; a las personas les sigue apareciendo constantemente publicidad de ese tipo de comidas. Y afirmó que esa situación genera un aumento en la ansiedad y ganas de comer.”Hoy existe un manejo de nuestra información sin precedentes, y eso nos está perjudicando. Es una nueva forma de hacer publicidad. Un tip que les doy a mis pacientes es borrar el historial, para que no le sigan apareciendo esos anuncios”.

Tomar mucha agua, seleccionar alimentos que mejoren nuestro sistema inmune -como frutas y verduras-, respetar los horarios de las comidas, incluyendo entre las mismas alguna fruta, y realizar algún tipo de actividad física; son algunas de las recomendaciones que nos brindó para llevar una cuarentena saludable.

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